¿Recordáis aquellos futuristas prototipos de los años 90 más propios de ciencia ficción? Pues bien, hoy en día los prototipos no resultan tan descabellados ni impactantes como por aquel entonces dado que los vehículos de producción cuentan con muchas de esas innovaciones. Aún así, sigue existiendo margen de mejora y de desarrollo, y así lo demuestra BMW con el BMW iX Flow, un prototipo basado en el SUV eléctrico que ofrece una pintura que cambia por medio de impulsos eléctricos. Ahora bien, las posibilidades de llevar esto a la calle se tornan remotas debido a su posible ilegalidad, pero vamos descubrir por qué.
Dicha creación se basa en la tecnología bautizada por BMW como E Ink, y quiere actuar como «una forma de expresión del carácter de los conductores.» Así lo presenta la casa bávara, quien ha recurrido realmente a la electroforesis, una técnica para la separación de moléculas según la movilidad de estas en un campo eléctrico. La separación puede tener lugar a través de una matriz porosa, disolución o sobre la superficie hidratada de un soporte sólido.
BMW iX
La pintura cambiante de BMW que podría tener problemas legales de llegar a producción
En otras palabras, estamos ante una pintura que, por medio de diferentes impulsos eléctricos generados por el propio vehículo -que no suponen una pérdida de energía, tal y como afirma BMW-, cambia a placer del conductor. Esto permite que la tonalidad sea otra, e incluso el color, dando como resultado una capa completamente nueva cada vez que accionemos el sistema.
Este sistema también está presente en la zona carenada de las llantas, queriendo ir a juego con el resto de la carrocería cuando esta cambie de color. Básicamente estamos ante un paso más allá de la personalización que ofrecen hoy en día las marcas a sus clientes, quienes pueden optar -cuando la economía lo permite- por tonalidades únicas, configuraciones individuales y colores para el interior no presentes en el resto de vehículos de producción.
Con el BMW iX Flow en juego, la firma alemana quiere ir más lejos y ofrecer a sus clientes la posibilidad de contar a golpe de botón con una paleta entera de colores. Sin lugar a dudas suena atractivo, incluso la propia marca habla de la eficiencia que puede generar esta capacidad camaleónica de la pintura al modificarla según la incidencia del sol, por ejemplo.
Sin embargo, ¿realmente sería este tipo de pintura legal y práctica? Por una parte nos topamos con un caso de que en la ficha técnica del vehículo no se podría determinar un color concreto, sino una gama cromática a la que el conductor tiene acceso. Esto supondría graves inconvenientes a la hora de identificar al vehículo, aunque bien es cierto que la matrícula sería el elemento definitivo para ello.
También sería todo un regalo para los ladrones, delincuentes o fugitivos de la ley, quienes podrían pasar desapercibidos modificando el color del vehículo e intentando pretender tener otro coche. Y, aunque no juegue un papel del todo ilegal, la distracción que este efecto supondría en otros conductores implicaría consecuencias fatales.
A su vez, ya conocemos los altos costes que implica rayar según qué pinturas, especialmente cuando estas requieren de una capa nueva. ¿Qué sucedería entonces si rozamos contra una columna al BMW iX Flow? Desde luego nada bueno para nuestra cartera. Y es que, al fin de cuentas, una tecnología innovadora requiere de un alto desembolso, y así lo sería también en su «mantenimiento», no siendo realmente eficiente para sus potenciales clientes.