Ha sido uno de los movimientos más interesantes de Volvo en los últimos años y, sin duda, uno de sus productos más peculiares con una propuesta muy diferente a todo lo anterior desde su mera concepción.
El drama de uno de los SUV más baratos del mercado
El catálogo de Volvo ha crecido en los últimos años, especialmente por la parte alta, donde nos encontramos propuestas por encima de los 70.000 euros como los Volvo ES90, Volvo EX90 y Volvo XC90, que nos recuerdan lo que esta marca siempre fue y seguirá siendo, un fabricante premium. Pero acceder a un Volvo no es ni mucho menos algo al alcance de la mayoría de los conductores, tal y como ha demostrado el Volvo XC40, un SUV de corte familiar que ha gozado de ofertas que prácticamente lo han equiparado con muchos SUV generalistas, y más recientemente el Volvo EX30, un SUV eléctrico realmente barato para lo que ofrece, con un maletero razonable, 272 CV de potencia, y autonomías entre 337 y 475 kilómetros, con un precio que parte de 21.400 euros si descontamos las ayudas.

Volvo EX30
Son muchos miles de euros menos que un Tesla Model 3. Y un precio más parecido al de otros eléctricos económicos, como el exitoso KIA EV3, que en su lanzamiento en España está arrasando para ser uno de los más vendidos de la categoría, o el Citroën C4 X, que se fabrica en Madrid.






De la Volvo «Ford» a la Volvo «Geely»
En 2010, Volvo pasaba de pertenecer a la estadounidense Ford a ser adquirida por el gigante chino Geely. Se iniciaba una etapa especialmente interesante para la marca, en la que pudo desvincularse de las sinergias con Ford y recuperar personalidad. Desde entonces, mucho ha cambiado la industria, en general, y la industria china en particular. Y las sinergias entre Volvo y Geely aumentaron, y comenzaron a producirse coches de Volvo en China, y ya no solo para el mercado local, sino también para su exportación a Europa.
Y no sucedió nada malo. Comprar en Suecia un Volvo que no había sido fabricado en casa, ni en Europa, ni en ninguna fábrica occidental, sino en China, no supuso ningún drama.
Con el Volvo EX30 la marca quiso ir mucho más lejos. Aprovechar al máximo esas sinergias y tecnologías de Geely para crear un eléctrico realmente competitivo para el mundo, en el que China ya no solo sería el lugar de producción, sino la clave para desarrollar desde cero un eléctrico de precio razonable.






El drama de los aranceles
Europa impondría entonces unos aranceles añadidos a los eléctricos fabricados en China, que no ahogarían, pero sí apretarían, a proyectos como el del Volvo EX30. Aún peor sería la situación de Estados Unidos, que ya en la administración Biden impuso aranceles a los chinos que, a efectos prácticos, impedía su comercialización en Estados Unidos.
Volvo tenía la capacidad de distribuir la producción del EX30 en diferentes fábricas, para fabricarlo ya no solo en las plantas chinas de Chengdu y Zhangjiakou, sino también en Ghent, Bélgica. Y la aprovechó. Y así poder organizar una distribución flexible de las ventas del EX30 en todo el mundo en función del origen de la producción y los condicionantes económicos, lo que sobre todo abría la puerta a la comercialización del EX30, fabricado en Europa, para Estados Unidos.
Y este mismo año comenzaban a producirse los primeros EX30 en Ghent y su comercialización en Estados Unidos, desde 46.195 dólares, de tarifa, algo más de lo que cuesta un Tesla Model 3.






De Biden a Trump
Pero entonces llegó Donald Trump, y una nueva amenaza de aranceles. El próximo domingo debían entrar en vigor los nuevos aranceles de Estados Unidos para Europa, de un 50%, muy superior al 20% «recíproco», según lo denominó el propio Trump, impuesto en abril. Ayer mismo conocíamos que, de momento, los nuevos aranceles se retrasarían al 9 de julio (CNN). Una moratoria como consecuencia de la reunión mantenida estos días por Von der Leyen y Trump, que al menos abriría la posibilidad de negociar en las próximas semanas.
Hekan Samuelsson, CEO de Volvo, lo tenía muy claro estos días hablando en relación con estos nuevos aranceles (Reuters), y la posibilidad de mantener al Volvo EX30 en el mercado estadounidense, apuntando que «por supuesto sería casi imposible» y que estos aranceles serían una mala noticia para el EX30, que ya «fue severamente golpeado» por los aranceles a China.
Y como el resto de la industria confía y espera que los nuevos aranceles, pospuestos ahora hasta julio, no salgan adelante: «Creo que habrá un acuerdo pronto. Bloquear el comercio entre ellos iría en contra de los intereses de Europa y Estados Unidos».
Ayer mismo, Volvo anunciaba una reestructuración que supondrá la reducción de su plantilla global en 3.000 trabajadores y que implicará, solo en Suecia, 1.200 despidos y eliminar 1.000 puestos de consultores (Automotive News). Una «reducción considerable», tal y como reconoció el propio Samuelsson, «en casi todas las áreas, incluidas I+D, comunicación, y recursos humanos».
Imágenes del EX30:






Fabrica del EX30 en Bélgica:






EX30 Cross Country:





