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Por qué no es posible la convivencia de ciclistas y coches en los términos actuales

Conductores y ciclistas – y yo me considero perteneciente a ambos colectivos – estamos obligados a entendernos, pero para ello será necesario que abordemos el problema, y las posibles soluciones, con mucho rigor. Estoy convencido de que alguna vez habréis escuchado, o incluso mencionado, algún alegato de un conductor en contra de los ciclistas en la ciudad y en la carretera. Algo muy habitual, ya sea por el temor a perder lo que los primeros consideran un derecho adquirido, el de poder llegar en su coche a cualquier sitio sin que otros vehículos se interpongan en su camino, o por la actitud irresponsable de los segundos. Porque efectivamente, y por desgracia, no es demasiado difícil encontrarse con ciclistas irresponsables, que muy probablemente sean los que estén haciendo más daño a este colectivo. Ayer mismo fallecía un ciclista atropellado en Madrid (ver noticia en El Español) y nos recordaba, con demasiada crudeza, que la convivencia entre ciclistas y coches difícilmente será posible en los términos que se plantea actualmente.

Como conductores, tendremos que asumir que el asfalto no nos pertenece. Las grandes ciudades españolas han de afrontar grandes retos en los próximos años, que van desde el problema de la contaminación, hasta la congestión del tráfico en automóviles. Y esos retos jamás podrán afrontarse sin la bicicleta. De manera que no podremos imaginar otro escenario que no sea el de automóviles y ciclistas compartiendo terreno urbano, y no compitiendo con él. Y para ello no solo será necesario el apoyo institucional, sino la colaboración de todos.

Una colaboración que por parte de los conductores ha de empezar por los principios más básicos, los del respeto. Y sobre todo por respetar al vehículo más débil, y el que tendrá todas las de perder en caso de accidente, como por desgracias estamos viendo en los últimos días.

Para que conductores y ciclistas convivan no es necesario crear una inmensa y costosa red de carriles bici, y otras infraestructuras, que al final perjudican más a conductores y ciclistas y se pagan con nuestros impuestos, sino abogar por el principio más básico, el del respeto

Decíamos al principio que el problema ha de afrontarse con rigor. Desde los colectivos ciclistas se viene denunciando desde hace tiempo esa falta de rigor, y que la solución más socorrida esté siendo la de segregar a conductores y ciclistas, abogando por carriles bici específicos.

Basta pasear por el centro de Madrid para encontrarse con auténticas aberraciones. Aunque parezca un despropósito, los carriles bici urbanos son a menudo el lugar más peligroso para ir subido en una bicicleta. En algunas calles de Madrid se ha arrebatado forzosamente terreno a los automóviles, eliminando carriles, creando carriles específicos para los ciclistas que al final perjudican a todos. Ese era el caso de la calle en la que tuvo lugar el accidente mortal de ayer, en el que falleció un ciclista de 58 años al ser arrollado por un camión. Un carril bici estrecho y para más inri con doble sentido, en el que los ciclistas pasan a medio metro y en sentido contrario a los coches que circulan por el carril adyacente (ver imagen).

Como conductores, deberíamos oponernos a esta política de transformar las calles incorporando carriles bici. Los carriles bici no deberían entenderse de otra forma que no fuera con un fin lúdico, en parques, el extrarradio de las ciudades, y muy alejados de los coches. Primero, porque forzosamente se están eliminando carriles. Segundo, porque son nuestros impuestos los que están pagando estas reformas que no son precisamente económicas. Pero, por supuesto, la única alternativa que nos queda es asumir que será necesario que compartamos las calles ciclistas y conductores.

Los carriles bici no son la solución y probablemente sean el lugar más peligroso para el ciclista, eliminando su percepción de riesgo y disminuyendo la atención del conductor y evitando que este consiga acostumbrarse a la presencia de ciclistas

Reducir los límites de velocidad en carreteras con mucho tránsito de ciclistas y crear «rutas ciclistas seguras» es inútil, si conductores y ciclistas desconocen la normativa que regula su convivencia. Que los ciclistas no se comporten adecuadamente en carretera, tampoco ayuda. Y que existan conductores que se ponen a los mandos de su coche tras haber consumido alcohol y drogas es una desgracia y un problema que difícilmente va a poder afrontarse creando las ya mencionadas «rutas ciclistas seguras» que planteaba la Dirección General de Tráfico y el Ministerio del Interior en las últimas semanas. Ver más información sobre las multas por alcohol en ciclistas.

Como conductor y como ciclista me encuentro a diario con actitudes de ciclistas irresponsables. He visto como un policía municipal reprendía a una joven que se había saltado un semáforo en bicicleta, una actitud que en un coche con total seguridad nos hubiera costado una buena multa. Cuando el sentido común, y la prudencia que te lleva a evitar poner en peligro tu vida, no funcionan, tal vez sean necesarias las sanciones. Y si los que vigilan nuestras calles comienzan a reprender al ciclista no deberíamos rasgarnos las vestiduras.

Generalmente se descartan soluciones como el empleo de placas de identificación para bicicletas y ciclistas por desincentivar el uso de la bicicleta

En una situación de emergencia, tampoco deberían descartarse medidas un tanto drásticas, y que a menudo se evitan por desincentivar el uso de la bicicleta. Hablamos de medidas como exigir unas condiciones mínimas y un equipamiento básico para el ciclista y su bicicleta, desde el casco, hasta timbres o iluminación, ¿sabías que la ordenanza en Madrid exige llevar timbre y contar con catadióptricos y luz de posición delantera (blanca) y trasera (roja) de noche, o cuando las condiciones meteorológicas disminuyan la visibilidad? Tampoco deberían descartarse medidas aún más drásticas, como la identificación de bicicletas y ciclistas mediante placas numeradas.

En cualquier caso, insistimos, cualquier medida será insuficiente si ciclistas y conductores no nos acostumbramos a convivir. Y, por desgracia, seguiremos viendo en los telediarios la noticia de accidentes fatales, siempre y cuando conductores y ciclistas no asuman su función desde el respeto y la responsabilidad.

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