El Ford Flex es un SUV con un estilo muy americano y que se vende precisamente en Estados Unidos, país que últimamente está apretando las tuercas a los fabricantes para que ofrezcan vehículos que contaminen menos y que no gasten tanto combustible. Precisamente un peso pesado como el Flex es uno de los candidatos a recibir “ayudas” que le permitan ahorrar en gasto de carburante. Entre las diferentes opciones que se podrían barajar, han utilizado inicialmente una bastante interesante: evitar el gasto de combustible durante las desaceleraciones.
Básicamente, cuando el conductor suelta totalmente el pedal del acelerador se produce el corte de inyección para que cuando se vuelve a pisar el acelerador, se vuelva a inyectar gasolina como normalmente. Entre ambos momentos, esta tecnología utiliza la menor energía posible para mover la transmisión sin que el motor se pueda calar. Gracias a un software propietario de Ford, es posible realizar este ajuste de inyección sin que el conductor deba realizar ninguna acción añadida y sin que pueda percibir su funcionamiento.
Instalado sobre el bloque que monta el Flex, el 3.5 V6 de 262 Cv y 336 Nm, y sobre la transmisión automática de 6 relaciones, el consumo de ciudad se calcula en los 13.8 l/100 km y el de carretera en unos 9.8 litros (frente a los anteriores 14.7 y 10.7 litros respectivamente).
El SUV de 7 plazas incorpora desde la versión de base, la SE, llantas de aleación de alumino de 18”, piel para paneles y volante, radio AM/FM CD/SAT, climatizador, control de velocidad de crucero y sistemas de seguridad como el Safety Canopy o AdvanceTrac™ w/Roll Stability Control. Cuesta 28.295 dólares.
Es, desde luego, un buen paso para mejorar el amplio gasto de este modelo, pero quizás todavía algo insuficiente pues hubiera sido un acierto incluir por ejemplo un sistema de Start&Stop. Una mejor iniciativa sobre “SUV americano” parece la del Cadillac Escalade Hybrid, de “aproximadas” características gracias a su hibridación.
Vía: egmcartech
