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Salvemos a los cambios manuales. Aviso de spoiler: no podemos salvarlos

No podéis haceros una idea de la sensación que ha causado en Diariomotor el Porsche Cayman GT4 después de haberlo probado hace unos días. Para muestra, la prueba que ha publicado mi compañero Pepe. Es probable que sea uno de los deportivos que más nos ha marcado, tal vez incluso más que el propio 911 GT3. Y más allá de su precisión trazando curvas, de su enorme tracción, de la perfección inherente en su arquitectura, y las sensaciones que nos proporcionó, nos fascinó su cambio manual, su delicioso cambio manual. Tanto que no pudimos evitar recordar aquel debate que despertó el GT3 en su presentación en 2013, al lanzarse únicamente con cambio PDK.

¿Por qué nos emociona tanto un deportivo con cambio manual?

Nos encantan los cambios manuales, por el control que ofrecen al conductor, y por su capacidad para conectarlo con la máquina. No es una cuestión de «postureo», hablamos de sensaciones. De golpear nuestra espalda contra el asiento al cambiar con una rapidez infernal. De fortalecer nuestra pierna izquierda, y concentrarnos aún más en lo que está sucediendo para sincronizar los viajes de nuestra mano derecha entre el volante y la palanca de cambios. De retorcernos de dolor cada vez que erramos una marcha. Llamadlo masoquismo, pero nos encanta, por duros e incómodos que en ocasiones puedan parecernos algunos cambios manuales en ciertos deportivos (y ya no hablamos de aquellos famosos cambios en hache de los deportivos de antaño).

Los cambios manuales también han mejorado su precisión y rapidez, con soluciones técnicas que automatizan el punta-tacón, como las utilizadas por deportivos como el 370Z o Porsche.

También nos emociona el cambio manual por el hecho de que, de un tiempo a esta parte, se haya convertido en la anécdota, y no en la norma. Cada vez hay menos deportivos que se ofrezcan con cambio manual, especialmente cuando hablamos de máquinas de altos vuelos, véanse Ferrari o Lamborghini. Incluso en los casos en los que aún se ofrece la alternativa manual, a nosotros, profesionales del sector, nos sigue costando encontrar deportivos con cambio manual. En los departamentos de prensa de las marcas se escoge a menudo la alternativa automática, porque responde mejor a la demanda del cliente. Y por ello también goza de un mayor interés editorial, aunque para nosotros sea menos gratificante. También imaginamos que de esa forma será más sencillo dar salida a esa unidad tras algo más de 10.000 kilómetros de pruebas, pasando por las manos de los periodistas de la prensa española.

Un ejemplo. Hemos probado los nuevos BMW M3 (berlina), M4 Coupé y M4 Cabrio, en todos los casos con cambio automático. Y es que fijémonos en la particularidad de estos modelos, en los que el precio de configurar un cambio manual es exactamente el mismo que el de hacer lo propio con un cambio automático. ¿Cuántos clientes osarán llevárselo con cambio manual? Imaginamos que muy pocos. Aún así, agradezcamos a BMW el hecho de no haber acabado con el cambio manual en su buque insignia deportivo, y haber mantenido las dos elecciones, la del cambio manual y la del cambio automático.

El caso del GT3 llegamos incluso a comprenderlo. Porsche llegó a la conclusión de que prácticamente les resultaba más caro desarrollar un cambio manual, a la altura de las expectativas del nuevo GT3, que el beneficio que obtendrían por vender esos GT3 manuales. Lo que nos lleva al desenlace de este artículo, sus clientes acabarán decantándose por el PDK, un cambio preciso, que hace que el GT3 sea más rápido, más sencillo en las manos de cualquier conductor, e incluso más parecido al deportivo de carreras con el que aún sigue guardándose una estrecha transferencia tecnológica.

El caso del Renault Clio RS, por ejemplo, seguimos sin comprenderlo. Entendemos que Renault quiera hacer gala de su tecnología, y de su nuevo cambio de doble embrague, pero eliminando de la ecuación el cambio manual han cometido un error histórico. Es cierto que un porcentaje muy bajo de clientes del Porsche 911 se decantarán por el cambio manual, ¿pero cuántos clientes de un pequeño GTI como un Clio RS se decantan por un cambio automático? Pese a que el nuevo Clio RS nos encanta, yo mismo sería un buen ejemplo del cliente que jamás lo escogería, ante sus rivales, por el mero hecho de no disponer de un cambio manual.

Cuando se trata de deportivos en ciertos rangos de potencia, véanse los BMW M3 y M4, o la gama Porsche, se entiende que al final el cliente acabe decantándose por el automático. La diferencia de precios, en términos comparativos, es insignificante, a menudo ni siquiera existe, como en el caso de los BMW M3 y M4. Y al final lo que prima, y lo que cada vez se hace más patente en esta industria, es la virtud de conseguir que un deportivo sea rápido y radical, pero también cómodo en el día a día. Y para alcanzar esa dualidad nos tememos que no hay nada como desarrollar un buen cambio automático.

Y el problema está en que nosotros, quemadillos que daríamos lo que fuera por convivir con un buen cambio manual en un deportivo de estas características, en lo bueno, y en lo malo, hasta que la muerte nos separe, no formamos parte del grupo mayoritario de clientes que accede a estas máquinas. Y al final es el cliente el que, como reza el famoso dicho, siempre lleva la razón. Y si las tendencias comerciales avalan que este tipo de deportivos acaben adquiriéndose, mayoritariamente, con cambio automático, mucho me temo que todos nuestros esfuerzos por salvar a los cambios manuales serán en vano.

No podemos hacer nada para salvar al cambio manual. La única esperanza que tenemos pasa precisamente por que los fabricantes, por tradición, y por respeto a una parte, cada vez más minoritaria, de sus clientes, mantengan esta alternativa como opción.

En Diariomotor:

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