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El gran juego de ajedrez de la Fórmula 1

El mundo de la Fórmula 1 es enormemente complejo. En ocasiones, aquellos que la viven desde fuera creen entenderla cuando la realidad es que lo que se ve de forma pública es solo la punta del iceberg. De un enorme iceberg sumergido debajo del agua e invisible a ojos de quien no es un experto en el tema -¡y aún así es difícil!-. La realidad es que la Fórmula 1 es como un gran tablero de ajedrez con multitud de jugadores.

La semana pasada el mundo del automovilismo en general y la categoría reina en particular se revolucionaron a raíz del anuncio por parte de Red Bull sobre el cambio de pilotos ente Red Bull y Toro Rosso. Para los despistados -¿habrá alguno?-, Daniil Kvyat deja el equipo Red Bull y vuelve a Toro Rosso mientras que su substituto será Max Verstappen, completando así una ascensión meteórica desde el karting en 2013 hasta Red Bull ahora en 2016.

En muchos casos, los comentarios irán en contra de Max Verstappen. De su entorno. De lo malos que son por buscar lo mejor para ellos mismos. Ante todo, pregunta: ¿habría alguien que no hiciera lo mismo en su caso? Si un piloto dispone del talento suficiente como para forzar las negociaciones en su favor, ¿no es acaso lícito hacerlo? ¿Llegarán las quejas por parte de aquellos que lamentan que «su» piloto no pueda negociar de la misma forma?

Pero lo más importante es que en realidad, Max Verstappen es poco más que un peón al servicio del rey. Como todos los pilotos -o casi-. En el ajedrez cada jugador dispone de ocho peones… los mismos de los que dispone la marca de las bebidas energéticas. Daniel Ricciardo y Max Verstappen en Red Bull, Carlos Sainz y Daniil Kvyat en Toro Rosso, Piere Gasly en GP2 con Prema, Niko Kari y Sérgio Sette Câmara en la Fórmula 3 europea con Motopark y Luis Leeds en la Fórmula 4 británica.

Estos peones los utiliza el ente conocido como Red Bull para sus propios fines, tanto publicitarios como deportivos. Se mueven según conviene, según los resultados, según lo que aportan a nivel económico y a nivel de ventas. Son elementos a tener en cuenta en un mundo en el que siempre hay más de lo que parece. Tomemos por ejemplo el caso que nos incumbe. ¿Sube Max Verstappen por lo sucedido con Daniil Kvyat en el Gran Premio de Rusia?

¡Ni hablar! Hay mucho, mucho más. El equipo dice que el ruso estaba bajo presión. Seguramente sea cierto, en parte. Lo que no dicen es que todo esto es una presión ejercida desde dentro del propio equipo. Además, existía un duelo en Toro Rosso que estaba empezando a afectar el buen ambiente dentro del equipo. Según parece, la marcha de Xevi Pujolar estaría relacionada con este hecho, con dos lados del garaje que empezaban a oponerse de forma más firme.

Luego tenemos el talento de Verstappen y el posible miedo de Red Bull a que su piloto terminara en un lugar que pudiera convertirle en un rival peligroso para ellos. ¿Es injusto que un piloto pueda forzar las negociaciones hasta el punto de poder «obligar» a un equipo a bailar a su música? Posiblemente. Pero siempre ha sido así en el deporte: es el poder mediático, el poder del talento, de la velocidad y de las expectativas que hay sobre él. Imposible de evitar. No olvidemos que Fernando Alonso hizo algo parecido en su día, jugando con Ferrari y Renault.

Y aún así, los pilotos son los últimos en prácticamente todo. Por delante están los intereses económicos, los intereses deportivos y los movimientos de los equipos. Los miembros de las escuadras deciden quien se sube en cada coche. Porque en realidad, los pilotos son trabajadores y no jefes. Las excepciones son las menos y aún así siguen supeditados a «los de arriba». Que se lo pregunten a Mark Webber, que vivió en sus carnes la política de Red Bull. Aunque por regla general no se le perjudicó a nivel técnico, Helmut Marko forzaba todo lo posible que el apoyo fuera a parar al lado de Sebastian Vettel.

Es algo que no debería sorprendernos. Aunque la Fórmula 1 es un deporte, tiene mucho de negocio y para los equipos, la supervivencia acaba siendo primordial. De poco sirve tener a los pilotos más competitivos si no resultan lucrativos y no permiten una cantidad de ingresos que haga que el equipo siga adelante. Es más, a veces un piloto algo menos competitivo puede aportar suficiente dinero como para que el equipo tenga más recursos para mejorar a nivel técnico y por lo tanto mejoren también sus resultados. Puede parecer que tener a un mejor piloto es la opción más deseable pero el dinero está por encima.

Por ello, un servidor tiende a encontrar bastante gracioso cuando se culpa a los pilotos o incluso a sus entornos de las decisiones de los equipos. ¡Como si un piloto no fuera a hacer cualquier cosa por tener un mejor coche! La Fórmula 1 se convierte en un «delicioso» juego en el que todo el mundo intenta manipular a los demás para su propio bien. Puede que sea una postura muy cínica pero así es exactamente. Hay mucho dinero de por medio y nadie está dispuesto a gastarlo en vano, a perder opciones de hacer negocio ni a tirar por el desagüe años de esfuerzo físico, mental y monetario.

¿Quien juega con quien, entonces? Es evidente que los equipos más potentes tienen más fuerza, por lo que Ferrari, McLaren, Mercedes y Red Bull tienen probablemente más piezas a su disposición. Este último equipo en particular tiene la ventaja de tener a cuatro coches en pista, lo que les permite poner a cuatro pilotos y jugar con ellos, como hemos visto recientemente. Y luego están los que vienen por debajo. Ferrari ha entendido lo útil de esta postura y parece que quiere intentar algo parecido -aunque más encubierto- con Haas.

Que nadie se sorprenda si en 2017 es Romain Grosjean quien está en la Scuderia Ferrari en caso de retirarse Kimi Räikkönen. Como tampoco debería sorprenderse nadie si el segundo piloto del equipo americano tiene alguna relación con la marca de Maranello. Y es que ya se sabe, lo primero en la Fórmula 1 es ganar… siempre que los negocios vayan bien. Eso es lo realmente importante. Y para quien no lo crea, una reflexión: ¿es preferible un equipo ganador que pierda dinero o un equipo perdedor que gane dinero? Ahí está.

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