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El cruce de declaraciones entre la FIA y la Fórmula 1 se recrudece

No será la primera vez, ni siquiera la última en la que vemos a Liberty Media y a la FIA enfrentarse públicamente por destacar cuál de los dos entes es el que tiene poderes preponderantes sobre el Campeonato del Mundo de la Fórmula 1. La publicación del compromiso por parte de la FIA para encontrar nuevos equipos a través de esas comunicaciones realizadas por Mohammed Ben Sulayem el pasado 2 de enero fueron los desencadenantes de un cruce de declaraciones que se ha extendido hasta finales de este primer mes de 2023.

El tono ha ido in crescendo, hasta el punto de que aparentemente ambos organismos han llegado a una posición completamente límite, especialmente después de que los primeros cruces dialecticos acerca de la idoneidad de la entrada de una nueva escudería (en este caso el proyecto encabezado por General Motors y Andretti Autosport), la situación se recrudeció con la información de Bloomberg en la que se apuntaba que Arabia Saudí había tratado de comprar la Fórmula 1 por más de 20.000 millones de dólares a través del Fondo de Inversión Pública (PIF). Para ponerlo en contexto, Liberty Media compró los derechos comerciales de la Fórmula 1 en 2017 por 8.500 millones de dólares.

Como guardianes del automovilismo, la FIA, como organización sin ánimo de lucro, es cauta ante los precios inflados de 20.000 millones de dólares puestos sobre la Fórmula 1. Cualquier potencial comprador debe aplicar el sentido común y considerar el bien del deporte, además de llegar con un plan claro y sostenible, no solo una cantidad enorme de dinero. Es nuestro deber considerar el impacto futuro para los promotores en lo relativo a ‘hosting fees’ y otros costes comerciales, además del impacto adverso que podría tener en los aficionados – Mohammed Ben Sulayem

El movimiento, similar al que se ha realizado con relación a otros deportes como es el caso del Newcastle de la Premier League o la WWE norteamericana (también golf, ajedrez, tenis o squash), fue calificado por el presidente de la FIA como “precio inflado para la Fórmula 1”, algo que estuvo seguido inmediatamente por una declaración pública como respuesta inmediata: «sobrepasan los límites tanto del mandato de la FIA como de sus derechos contractuales«, firmada en este caso por el director legal de la Fórmula 1, Sacha Woodward Hill, y Renee Wilm, su homólogo en Liberty Media.

Las palabras de Ben Sulayem se basaban en que una posible compra no sólo podía estar basada en una alta cantidad de dinero ofertada al poseedor actual, sino que tenía que haber mucho más detrás: «Se recomienda a cualquier comprador potencial aplicar el sentido común, considerar el bien mayor del deporte y presentar un plan claro y sostenible, no solo mucho dinero». Sin embargo, con una declaración pública e institucional por parte del presidente de la FIA, parecía ponerse en riesgo el cumplimiento de una de las cláusulas del contrato entre FIA y Liberty Media por el que está obligada a mantenerse alejada de los asuntos comerciales dentro de la Fórmula 1.

La situación se ha caldeado aún más en las últimas horas con unas nuevas declaraciones de un Mohammed Ben Sulayem que distan mucho del talante conciliador y alejado de los focos que tenía su predecesor en el cargo, Jean Todt. En ellas se les recuerda que actualmente Liberty Media hace uso del contrato de alquiler de la FIA (actualmente arrendatario y responsable de los reglamentos), el cual se firmó inicialmente a principios de este Siglo XXI con Bernie Ecclestone y una duración de 100 años: “El campeonato es nuestro. Solo lo hemos alquilado. Hasta ahora solo hay rumores sobre una posible venta. Pero la FIA debería tener algo que decir y poder ofrecer consejos”.

Ben Sulayem tomó posesión de su cargo hace 13 meses y, desde entonces, han sido continuos los roces con Liberty Media, comenzando por estos cruces de declaraciones y con otras situaciones más anécdoticas que tienen relación con lo sucedido durante la Gala de la FIA del pasado mes de diciembre en Bolonia, cuando se le entregó el trofeo de Campeón del Mundo de Constructores a Red Bull Racing. Promete no ser el último capítulo del culebrón.

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