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Una Fórmula 1 sin Ferrari... ¿Acaso están locos?

Tras los primeros esbozos de lo que serán las nuevas reglas de los motores que entrarán en vigencia a partir de la temporada 2021, de inmediato Toto Wolff y Cyril Abiteboul, en nombre de Mercedes y Renault respectivamente, manifestaron sus opiniones y un día después lo hizo Sergio Marchionne por Ferrari. Tanto Wolff como Abiteboul coincidieron que la primera propuesta luce como un paso atrás porque sería necesario volver a diseñar una nueva unidad de potencia sin la MGU-H, preocupándose ambos por la mención de una supuesta estandarización de elementos porque tal iniciativa sería un revés para ambas empresas ya que no comparten similares filosofías comerciales en el mercado automotor. Bastó entonces que Sergio Marchionne opinara de una forma similar, indicando que si la Fórmula 1 se orienta hacia la dirección opuesta a los intereses de Ferrari, la opción lógica sería retirarse, para que de inmediato surgieran opiniones sobre la postura del italiano, las más extremistas se aventuraron a señalar que la Fórmula 1 puede sobrevivir sin Ferrari. Que locura.

Primero, se tendría que ser o muy ingenuo o muy ignorante para creer que Liberty Media pagó 4500 millones de dólares por los derechos de la Fórmula 1 y aplicará una ideología comunista en su negocio. Eso de igualar los costos de forma obligada, pero hacia abajo, se los creerá quienes nunca han visto la Fórmula 1 con una visión crítica. Hipotéticamente, los que ahora más invierten van a operar con un presupuesto similar al de los equipos que menos gastan y al parecer, con tal medida habrá un mayor espectáculo en pista. Acá hay que ser muy crédulo porque dudo que Mercedes y Ferrari desciendan hasta el nivel de sus clientes para complacer a unos ilusos, mientras su verdadero negocio que es vender coches de élite se viene abajo por tan mala publicidad. La Fórmula 1 sin Ferrari no vale lo que Liberty Media pagó y si obligan a los italianos a irse, más atrás se irá Mercedes, no tendría sentido para ellos permanecer allí sin rivalizar con los de Maranello.

Ferrari es una legendaria marca de exclusivos coches deportivos, ese es su principal negocio, así que bien puede salir de la Fórmula 1 en 2021 y seguir avanzando sin mayores traumas, en tanto la Fórmula 1 se devaluaría en todos los sentidos porque resulta ser que la escudería italiana posee la mayor cantidad de seguidores en el mundo, quienes no observarán carreras si los tradicionales coches rojos no están presentes. Se debe entender que la opinión de Marchionne, dirigida a quienes conciben las reglas, se basa en el hecho de que Ferrari no fabrica coches compactos, familiares, berlinas, monovolúmenes, utilitarios o furgonetas, a diferencia de Mercedes, Renault y Honda. Tan complicado de digerir no puede ser.

Idear un reglamento de motores con proveedores independientes en mente, como si Ilmor y Cosworth no necesitaran de asesoría externa, tampoco luce muy sensato porque más allá de que osen fabricar los complejos propulsores, si ningún equipo los requiere perderían el esfuerzo y la inversión. También se debe analizar el escenario de motores similares y la supuesta paridad entre los equipos, porque hasta donde recuerdo cuando en la Fórmula 1 el motor Cosworth DFV era referencia, apenas Lotus, McLaren y Tyrrell tenían opciones de victoria, los siete u ocho equipos restantes, que utilizaban el mismo propulsor, rellenaban las parrillas. Era una Fórmula 1 estándar y barata, y siempre ganaban los mismos. En tal sentido, las divergencias actuales entre los involucrados tienen que ver con el hecho de intentar empujar a la Fórmula 1 por el camino de la simpleza para ver si así resulta más impredecible, como la NASCAR, pero resulta ser que Ford, Toyota y Chevrolet no están en la Fórmula 1 por las mismas razones que Ferrari, Mercedes, Renault y Honda no compiten en el stock car norteamericano. Acá es punto para Marchionne.

Por otra parte, es cierto que Ferrari disfruta de ingresos adicionales por ser un equipo histórico, un privilegio que Bernie Ecclestone instauró para asegurar la presencia de la escudería italiana en el campeonato, así las circunstancias les fueran adversas. Al parecer, Liberty Media tiene en sus planes intervenir en tal particularidad de cara al nuevo Pacto de la Concordia, pero así como los intereses del consorcio norteamericano es producir espectáculo y atraer audiencias para generar ganancias, la prioridad de Marchionne es proteger a Ferrari como marca de coches, por sobre la escudería de Fórmula 1. Ferrari debe preservar su identidad y si la propuesta es disminuir sus ingresos y que se plieguen a un tope presupuestario por una parte y por otra condicionar los elementos inherentes a sus monoplazas en la búsqueda de una mayor competitividad entre todos los equipos, entonces cuál sería el sentido de quedarse.

Toto Wolff tampoco está de acuerdo con la propuesta de los motores del 2021 porque diseñar, construir y desarrollar los nuevos resultará más costoso que modificar los actuales, y todo ese gasto para obtener prácticamente los mismos resultados pero con más ruido. Cyril Abiteboul también advierte un mayor compromiso financiero porque las regulaciones traerán un cambio de imagen comercial y Renault ni siquiera se ha podido establecer como marca en la presente Fórmula 1 y ya debe ir pensando en algo cuya dirección aún no comprende. Quienes hacen las reglas ni siquiera se han detenido a explicar el objetivo de las mismas. Los costos no se van a reducir en base a teorías, todos deberán volver a gastar, proveedores establecidos y los que planean ingresar.

Es verdad que la Fórmula 1 híbrida se ha vuelto demasiado predecible, Mercedes se ha hecho con todos los títulos, mientras Ferrari y Red Bull apenas han ganado carreras; pero también se debe acotar que en estas tres escuderías se han realizado grandes inversiones y además cuentan con el personal más capacitado. Aspirar que otros equipos ganen sin tener las herramientas para hacerlo es absurdo, no sería deporte sino una especie de lotería sin sentido, es como creer que la selección de Liechtenstein puede ganar un Mundial de Fútbol porque básicamente son once contra once y la pelota es redonda. Es que ni siquiera en la IndyCar, que es una categoría monomarca en chasis y con apenas dos motores hay mayores variables a la hora de definir el campeonato.

Se debe aceptar que nadie está preparado para una Fórmula 1 sin Ferrari, ni siquiera los nuevos dueños de los derechos comerciales. Vaciar las tribunas, derrumbar las audiencias y propinarle una herida irreparable a su propio negocio solo por entrometerse en filosofías empresariales ajenas sería absurdo. Ferrari es tradición, historia y exclusividad, un mundo aparte al del resto. Para observar coches fabricados por Mercedes, Renault y Honda basta con asomarse a la ventana, pero para ver un Ferrari pueden pasar varias lunas, y si acaso, inclusive hay personas que nunca verán uno en sus vidas.

El Ferrarista representa la mayor porción del público que consume Fórmula 1. No veneran a un piloto en particular sino a la escudería más popular de todas, misma que hasta ahora acumula 70 años creando seguidores incondicionales. Por tal razón, creo muy complicado que unos recién llegados, cuyo propósito principal es ganar dinero, sugieran que su nuevo producto sería mejor sin la presencia italiana en los circuitos y sus fanáticos plenando de rojo las tribunas.

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