En Bélgica se han hecho muy buenas motocicletas. Aunque definitivamente no sea ese el producto en el que pensemos al hablar de este reino que linda al norte con Francia, no tanto como en sus dulces o en sus exquisitas cervezas trapenses. Pero sí que ha habido marcas reseñables. Es el caso de Saroléa, un constructor de motocicletas desaparecido hace más de medio siglo, un emblema que hoy en día resurge, sorprendentemente, con el auge de las motocicletas eléctricas y el aval de la última tecnología. Aunque, por supuesto, preservando el estilo de antaño.
La que ves más arriba es la nueva Saroléa SP7, una superbike con chasis tubular y cuerpo de fibra de carbono. Con un estilo a medio camino entre el café-racer y Mad Max, conferido sobre todo por el aspecto de la fibra de carbono desnuda. Aunque sea eléctrica, su objetivo no es pasearte por la ciudad sin gastar una gota de combustible, ni mucho menos. Hablamos de una motocicleta creada para competir, una máquina que estará en unas semanas en el Isla de Man TT.
Gracias a su motor eléctrico de 130 kW (180 CV) y a su construcción ligera, es capaz de alcanzar los 250 km/h y el 0 a 100 km/h en solo 2,8 segundos. Su peso, al filo de los 200 kilogramos, equivale a poco más que el de una Ducati Panigale de 1.198 cm3 con todos sus líquidos.
De momento, no parece que Saroléa vaya a retomar su actividad industrial, pero es evidente que la llegada de motocicletas eléctricas bien podría convertirse en una salida improvisada para asistir al regreso de fabricantes históricos desaparecidos. Me permitiré el lujo de dudar que una superbike eléctrica pueda tener algún éxito comercial, aunque hayamos visto casos aún más peculiares y llamativos en la industria del automóvil.
Pero por diseño y concepto, la idea de motocicletas eléctricas que busquen aunar el estilo de antaño con la tecnología y la practicidad de las motocicletas eléctricas actuales, puede tener bastante sentido.
Fuente: Saroléa Racing
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