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Maserati Gran Turismo S por dentro, elegancia natural

Maserati es una de esas marcas emblemáticas que prácticamente todos conocemos, pero es curioso que poca gente conozca su nombre y sepa bien poco de sus coches. A veces hablo de Maserati y la gente no conoce ni siquiera el Quattroporte, pero a la hora de citar al GranTurismo parece que no pasa desapercibido. ¿Será porque se llama igual que el videojuego?

En el Salón de Barcelona Maserati no realizaba una presentación de sus automóviles con demasiado bombo pero se mostraron muy amables para que los que estábamos allí pudiéramos “toquetear”, siempre con cuidado, el interior de sus modelos. Resulta difícil resistirse a sentarse en el asiento corazón del GranTurismo S y más complicado resulta no empezar a disfrutar del tacto de todos sus ingredientes. No hay que ser un pulpo pero sí apreciar el trabajo realizado en el habitáculo.

Maserati Gran Turismo S en el Salón de Barcelona

La entrada al Gran Turismo S no es la más cómoda del mundo pero podría decir que el asiento sí. El mullido te hace sentir en una nube y a la vez te agarra bien, aunque no lo parezca dado lo lisa que es su superficie. El tapizado de cuero siempre aporta una sensación agradable y está extendido de forma elegante desde la primera hasta la segunda fila. Se podría decir que han sabido jugar claramente con los colores, aunque puede ser porque me pareció muy elegante la combinación de cuero color carne con azul marino oscuro.

En la situación del piloto todo queda cercano, incluso los detalles que difícilmente encontrarás en otros vehículos como el reloj analógico situado en la parte superior de la consola central. El toque clásico de elegancia reside claramente en la distribución de los instrumentos, con muchos botones y poca centralización del control. Tomando la posición de conducción el tacto de la palanca de cambios o del volante están a la altura de un coche de más de 140.000 euros.

Maserati Gran Turismo S en el Salón de Barcelona

Con la rueda de dirección sí que es sencillo controlarlo prácticamente todo, porque más allá de los controles habituales están los seis botones multifunción del frontal y las dos levas situadas detrás del volante. No sólo se puede realizar el engranaje de marchas de forma habitual sino que se puede jugar con las sensaciones del cambio secuencial mediante manetas. No lo he podido probar en marcha pero da la sensación de que un suave toque en cualquiera de ellas realizará el salto de marcha muy rápido.

Un coche italiano de este calibre tiene unas señas de identidad que son bien reconocibles. La “corona” es una de ellas, representándose desde en el citado reloj hasta como relieve en los reposacabezas de los asientos o incluso como logo en negro en los cristales. Por supuesto a ello acompaña la insignia Maserati que se reparte sutilmente por el salpicadero. Sin duda la iluminación instalada ayuda a realzar todos estos valores convirtiendo el habitáculo en el mejor Clase Business.

Maserati Gran Turismo S en el Salón de Barcelona

Y para despedirse, nada mejor que recordar algunos de los detallitos que marcan al GranTurismo S. El primordial, que bajo su metalizado y brillante capó se esconde una mecánica de ocho cilindros, regada por 4.7 litros de gasolina para ofrecer una potencia máxima de 450 CV. No es un coche expuesto para correr, pues tiene sus buenos kilos encima, pero se desenvuelve bien y es capaz de acelerar hasta los 100 km/h en menos de 5 segundos. Siguiendo con el pedal a fondo no hay limitación electrónica y el “S” puede casi rozar los 300 km/h.

Maserati Gran Turismo S en el Salón de Barcelona

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