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Mazda CX-7 2.2 CRTD Luxury, a prueba (II)

Después de haber analizado el habitáculo del Mazda CX-7 en la primera parte de la prueba, la conclusión a la que llegamos es que estamos ante un refinado todocamino en el que se ha trabajado a fondo para ofrecer un elevado nivel de confort. Ahora analizaremos sus aptitudes dinámicas y los entresijos del motor diésel, el corazón de este automóvil y una de las claves del éxito que está teniendo el renovado todocamino.

Nada más ponerme en marcha con el Mazda CX-7 me sorprendió la finura del nuevo motor 2.2 CRTD de 173 CV, es suave y poco ruidoso incluso cuando trabaja en frío. Eso sí, con la tracción total permanente (con reparto activo de par, hasta un 50% al eje trasero) y los 1800 kg (en vacío) que tiene que mover no os quepa la menor duda de que traga bastante.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Para viajar con seguridad, comodidad y a velocidades de crucero elevadas es más que suficiente. En autopista a 120 km/h de marcador y en sexta velocidad se mueve por encima de las 2100 rpm. Como en otros SUV diesel de su tamaño, entre 120-140 km/h el ruido aerodinámico que se filtra al habitáculo es aparentemente superior que el propio ruido del motor, que apenas se siente. De todas formas una vez más hay que decir que el buen aislamiento del habitáculo hace que viajar a esas velocidades sea bastante cómodo.

Cuando pisamos con insistencia el acelerador, el motor lanza un rugido agudo, y tengo que reconocer que incluso me llegó a gustar. La “zona roja” del cuentavueltas se sitúa en las 4500 rpm, aunque no tiene demasiado sentido estirar las revoluciones por encima de las 3500 rpm, que es donde se desarrolla la potencia máxima, ya que a partir de ahí la entrega de potencia empieza a decaer.

Como decía al principio, a pesar de su elevado peso, el motor 2.2 CRTD y sus 400 Nm de par máximo se mueve con bastante soltura en carretera. Sus recuperaciones son aceptables, pasar de 100 a 120 km/h en cuarta le lleva 4.3 segundos y de 120 a 140 km/h en quinta 5.8 segundos. Además su finura hace que sea una de esas mecánicas aptas para convencer a cualquier adicto a la gasolina de que en definitiva el diésel no es tan malo.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Frenos

Uno de los detalles que menos me gustó fue el tacto del pedal de freno. Viajando en autovía aprecié que al realizar una frenada prolongada (que no intensa) entre 140 y 120 km/h el volante vibraba en exceso. Con algo más de 17.000 km de pruebas de prensa me imaginé que éstas habían pasado factura a los frenos y sin duda alguna lo constaté al ver el elevado desgaste de los neumáticos y los discos de freno, inusual para un vehículo con este kilometraje.

Obviamente esto no es un defecto propio del vehículo sino un problema derivado de su utilización. Sirva esto para que os hagáis una idea del intenso uso que se le suele dar a los automóviles de prensa y de paso para que también comprendamos las consecuencias que puede tener en la mecánica un uso inapropiado.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

En el aspecto todoterreno

La tendencia de los nuevos todocaminos que llegan al mercado es ir perdiendo aptitudes camperas para mejorar sustancialmente en la carretera, en ese sentido el Mazda CX-7 no iba a ser menos. Entendiendo estas limitaciones pasaremos a analizar sus capacidades offroad.

Uno de los puntos fuertes del Mazda CX-7 respecto a otros todocaminos es su holgada altura libre al suelo (208 mm), en cualquier caso como prácticamente todos ellos suspende en el apartado de la protección de los bajos. Echo en falta unos cubrebajos adicionales (estos no se pueden configurar ni como opción).

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Es bueno saber que con este automóvil podemos salir de un apuro y sortear terrenos complicados, pero frecuentar zonas con grandes baches y obstáculos puede ser una temeridad (bastante cara) si no calculamos bien la altura de éstos y rozamos el sistema de escape o la transmisión.

A nadie le sorprenderá que las suspensiones (barras MacPherson en el eje delantero y multibrazo en el trasero) no nos permitan hacer grandes viguerías, pero se nota que éstas están pensadas para moverse por pistas bacheadas y empedradas y absorber correctamente las irregularidades del terreno sin rompernos la espalda.

El motor diésel de 173 CV que tan bien responde en carretera se queda un poco corto salvando obstáculos y pendientes pronunciadas (y no digamos ambas cosas a la vez). Una primera marcha con más empuje desde abajo hubiera sido de gran ayuda para nosotros y para el embrague. Nos imaginamos que para el motor de gasolina de 260 CV no existirá ese problema.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Consumos y emisiones

Uno de los aspectos en los que flojea ligeramente el Mazda CX-7 son los consumos. En ciclo mixto homologa 7.5 litros/100 km, lógico teniendo en cuenta los más de 1800 kg que tiene que arrastrar, pero un tanto altos para lo visto en este segmento (por ej: BMW X3 xDrive 177 CV 6.5 l/100 km y Honda CR-V i-CDTI 2.2 6.5 l/100 km).

En nuestra prueba manteniendo una velocidad constante de 120 km/h (reales, entre 120 y 130 km/h de marcador) en un tramo de autovía de 180 km compensado (ida y vuelta), logramos unos consumos de 7.8 litros/100 km. El promedio total que sacamos a lo largo de más de 400 km de prueba fue de 9.1 litros/100 km. Si llevamos a cabo una conducción muy tranquila (ver fotografía inferior) podremos bajar de los 7.0 litros.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Las emisiones de CO2 del Mazda CX-7 2.2 CRTD, hay que decir que con 199 g/km son bastante elevadas. Pero sin duda alguna uno de los detalles más interesantes de este motor es la inclusión de serie de un catalizador selectivo de NOx que con el empleo de una disolución de urea (AdBlue) permite “neutralizar” los contaminantes óxidos de nitrógeno.

El AdBlue se almacena en un depósito de 15.5 litros situado bajo la rueda de repuesto (debajo del suelo del maletero). Tan sólo es necesario recargarlo siguiendo el ciclo de mantenimiento habitual de este vehículo, es decir, cada 20.000 km, suponiendo un pequeño sobrecoste (no más de 30€ en el servicio oficial de Mazda), pero con la ventaja añadida de poder acogerse a la normativa de emisiones Euro V.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

Conclusión

En el aspecto dinámico el Mazda CX-7 2.2 CRTD se ha mostrado impecable, no acusa balanceos excesivos cuando le exigimos ir rápido por tramos revirados y la sensación de confort es bastante grande. Realmente serviría para convencer a cualquiera que por desconocimiento siga defendiendo que los SUV son incómodos, lentos y pesados en carretera.

Definitivamente el motor diésel, pese a resultarnos un poco tragón (lo es), sí que nos encandiló por su finura, un nivel de ruido aceptable y su considerable entrega de par (400 Nm), que hace que por un momento nos olvidemos de los más de 1800 kg que pesa en vacío este todocamino.

Después de haber analizado sus aptitudes dinámicas, camperas y su habitáculo, en la tercera y última parte de la prueba que publicaremos mañana analizaremos su equipamiento, extraeremos conclusiones y veremos que rivales existen en el mercado que puedan (o a los que pueda) hacer sombra al Mazda CX-7.

Mazda CX-7 2.2 CRTD

En Diariomotor: Mazda CX-7 | Mazda CX-7 2.2 CRTD Luxury, a prueba (I) | Mazda CX-7 2.2 CRTD Luxury, a prueba (III)

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