La transición de los Grupo B a los Grupo A se convirtió en una época de oportunidades dentro del Campeonato del Mundo de Rallyes. Es cierto que se tuvo que dejar de lado una de las generaciones de vehículos de competición más excitantes de la historia, pero también volvió a abrir el abanico para que más fabricantes se involucraran en aventuras que a veces incluso tuvieron tan poco recorrido que ni siquiera llegaron a debutar. Durante nuestra serie de artículos de los coches de rallyes que no llegaron a debutar mencionamos unos cuantos, pero evidentemente hubo otros proyectos más secretos que no llegamos a abarcar.
De Opel sin ir más lejos mencionamos el Corsa R5 de Holzer que se llegó a presentar en el marco del WRC, pero que sin embargo nunca llegó a dar el último paso y afrontar la homologación. Sin embargo, la firma germana tuvo una buena cantidad de vehículos en desarrollo que buscaron que Opel recuperara las coronas de laureles que obtuvo especialmente a principios de la década de los ochenta con el Ascona 400 que entre otros hizo brillar el gran Walter Röhrl con ese título Intercontinental en la temporada de 1982.
Con esta referencia y después de no tomar la decisión de adentrarse en la era Grupo B propiamente dicha hasta prácticamente el final de la misma, cuando ya todo estaba preparado para la transición hacia los Grupo S, Opel comenzó a experimentar con la tracción total y una adaptación mecánica a lo que se estilaba en la época, mucho más allá de lo que llegó a ser en su momento el Opel Manta Gr.B.
Al no ser uno de los primeros fabricantes que tomó la ola de la normativa, como fue el caso de Audi, Lancia o la propia Peugeot, Opel se puede decir que estuvo prácticamente a rebufo en el desarrollo de todos y cada uno de sus coches, primero experimentando con un Kadett D con la misma mecánica del Manta pero optando en este caso por una plataforma mucho más ligera y con unas dimensiones a lo que en aquellos momentos se prodigaba, antes de hacer un último esfuerzo y tratar de desarrollar un coche con la robustez del Manta 400, pero con tracción delantera.
Tocaba pasar página y empezar a pensar en algo completamente nuevo que no fueran simplemente parches. Es ahí donde surgió la posibilidad del Opel Kadett E, el cual ya tenía una concepción mucho más parecida a la de sus rivales, con subchasis tubulares que se encargaban de aligerar el conjunto, mientras que se trataba de adaptar el motor de 2.4 litros firmado por Cosworth para estas nuevas necesidades, con la certeza de que seguirían estando un paso por detrás de los rivales en cuanto a potencia y que se optaba por exigirle algo más a la mecánica, entonces sería la fiabilidad la que se pondría en riesgo.
Opel no llegó a tiempo para los Grupo B:
El ecuador de la década de los ochenta había llegado y por ello, la sensación de que se estaba dejando pasar el tren era cada vez más patente. Se acordó con Zakspeed el desarrollo de un bloque 1.9 litros especialmente ideado para el proyecto que pudiera superar los 500 CV de potencia, aunque poniendo en duda la procedencia del propio propulsor (las informaciones apuntaban que su origen era Ford, lo que evidentemente provocó una gran polémica al tratarse Opel de una marca de General Motors). Esto volvió a producir retrasos que finalmente coincidieron con el punto y final de la reglamentación Grupo B tras los fallecimientos de Attilio Bettega, Henri Toivonen, Sergio Cresto y el atropello múltiple del Rally de Portugal de 1986.
Opel se volvía a encontrar ante la disyuntiva de ver qué camino debía tomar si quería estar involucrada en el Mundial de Rallyes, todo ello con el condicionante claro de no contar con su propio departamento de competición. Para el Grupo S podría tener una solución no muy compleja, adaptando al Kadett Rallye 4S a estas nuevas normas (potencia limitada a 300 CV) que además podría dar cabida al ya veterano motor Cosworth. Incluso surgió la opción de llevar al Kadett al Rally Dakar aunque con una preparación que distaba muy lejos de ser la adecuada para los rigores del desierto africano, lo que supuso que el resultado fuera más bien discreto.
La cancelación de los Grupo S de la mano del final del Grupo B fue un terremoto para todos los equipos y llevó de nuevo a evaluar las opciones de seguir participando en el Mundial de Rallyes. Por suerte para Opel, el Kadett GSi parecía que podía adaptarse a esos años de transición de finales de los ochenta y principios de los noventa. La lucha parecía tan abierta como para dar cabida a conceptos tan distintos como el Audi 400 Quattro, el Lancia Delta, los Ford Sierra Cosworth, Nissan Pulsar GTI-R o los Mazda 323 4WD.
Estaba claro que, en aquella época, si elegías bien el rally en el que participabas podrías lograr un triunfo, por lo que no fue raro que en el Rally de Nueva Zelanda de 1988, Opel se anotara la que a día de hoy es su última victoria en el WRC, concretamente con Sepp Haider pilotando el precioso Kadett GSi de tracción delantera con los colores corporativos de GM Euro Sport y la base blanca con el que también Louise Aitken-Walker se coronó campeona del mundo de la categoría de féminas.
Sin embargo, a finales de esa misma década, Karl Mauer y el consejo de administración decidieron poner punto y final al brazo deportivo europeo, subcontratando la gestión a Motor Sport Developments, muy conocidos años después por liderar también esfuerzo de Hyundai con el Accent WRC.
Los proyectos Opel para los rallyes en los noventa:
En esos momentos se seguía compitiendo a lo largo y ancho de Europa con modelos de rallyes de Opel o Vauxhall, sin ir más lejos, en las islas británicas se cogió especialmente cariño al pequeño Corsa GSi (Nova GTE) en manos de pilotos tan talentosos como David Metcalfe, con Nicky Grist a su derecha, posteriormente copiloto de Colin McRae.
Hubo otros proyectos que no tuvieron apenas recorrido, como fue el caso de la creación de un Opel Calibra 4×4 Turbo que, a pesar de su espectacular estética (tenía un coeficiente de resistencia Cx de 0,26 la versión de producción), estuvo lejos de ser competitivo en los tramos, firmando una potencia de 300 caballos y un Par Máximo de 420 Nm para más de 1.500 kilos.
Con el apoyo del Opel Team Belgium también vimos al Opel Astra GSi aparecer en el Mundial, así como prodigarse en nacionales como el Campeonato de España de Rallyes de Asfalto con Mia Bardolet, dejando muy buenos resultados e incluso consiguiendo el título de 1993. Por cierto, el Calibra también lo llegamos a ver en España, concretamente conducido por el piloto oficial de la Red Opel, Borja Moratal. Sin embargo, muchos recordarán cómo en el año 1990, el madrileño dejó de lado su habitual Opel Kadett GSi y se subió con motivo del Rally de Lugo, valedero para el Nacional de Tierra a un sorprendente Vectra 4×4 Turbo que había aparecido prácticamente de la mañana y que, por las evidencias, se trataba también de un proyecto oficial, el enésimo desarrollo para rallyes por parte de Opel en apenas una década.
El Opel Vectra 4×4 Turbo estaba pensado para el WRC:
Poco se supo de aquel proyecto, pero sí que, gracias a la videografía que se ha guardado, podemos saber que GM Euro Sport había estado trabajando en sus últimos años de vida en la creación de este Vectra de rallyes con la vista puesta en los cambios que la FISA tenía previstos para 1993. Bajo la dirección de Melvin Hodgson, el proyecto comenzó a echar a andar, con David Whitehead en la parte técnica, con un prototipo que evidentemente contaba con tracción total, transmisión Xtrac y entre 340 y 370 CV de potencia para tratar de acercarse a lo que estaban haciendo Toyota y Lancia, además de la intención de que se tendrían que producir 2.500 unidades de la versión de calle para cumplir la homologación del Grupo A.
Dave Metcalf encabezó las pruebas, pocos meses antes de fallecer en un accidente de tráfico múltiple cerca de su casa a finales de 1992 cuando conducía su Opel Calibra Gr.N. Todo estaba ideado en el proyecto para llegar a la temporada 1993 y estar presente en el Mundial de Rallyes, pero finalmente nunca se llegó a concretar y el Opel Vectra 4×4 Turbo pasó a un segundo plano, participando en equipos oficiales dentro de nacionales como fue el caso de Moratal para su presencia en los rallyes de tierra. El propio Metcalf, uno de sus pilotos de pruebas, ni siquiera llegó a hacerlo debutar. El cierre de GM Euro Sport puso la última piedra a un proyecto que quién sabe si hubiera sido el correcto…





