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Cazadores de mitos: ¿Opel probó en 1987 un Kadett GSI Grupo A con cuatro pedales?

La década de los ochenta fue una época de experimentos, a cada cual más extravagante. No sólo fue en la cultura, industria y otras facetas de la vida, sino que el automovilismo también fue protagonista de su propia revolución, en este caso una que fue marcada por el nacimiento y posterior muerte de los Grupo B. Tal y como decíamos ayer en el caso del Mazda RX-7 Evo, hubo numerosos vehículos durante esa década que pasaron prácticamente de inadvertidos en el Mundial de Rallyes, caso que también se extendió a los últimos Grupo 4, a los nonatos Grupo S y a los primeros Grupo A.

Uno de estos últimos, el Opel Kadett E GSI tuvieron un paso un tanto desapercibido por el Mundial de Rallyes, sin embargo, en campeonatos nacionales, el de España de Asfalto entre ellos, creó grandes dosis de espectáculo, dejando multitud de imágenes de los pilotos peleando con su volante (debían llevarlo de forma muy agresiva para tratar de contrarrestar el subviraje) volando por los tramos de nuestro país con, entre otros, Borja Moratal.

No era de extrañar que los resultados no fueran demasiado deslumbrantes. A Opel le pilló la prohibición de los Grupo B con el pie cambiado, preparando precisamente una versión del Kadett E con tracción total llamado primero a competir bajo dicho reglamento y posteriormente ser adaptado al de los Grupo S. Terminaría compitiendo en el Dakar, en este caso con el motor 2.4 atmosférico del Opel Manta. De forma paralela se creó una primera versión del Opel Kadett E GSI para la categoría Grupo A que comenzó a competir en 1987 con un sexto puesto en San Remo como mejor resultado.

Se trataba de un modelo equipado con un motor 1.8 atmosférico que rendía unos 180 CV de potencia, caja de cambios de cinco velocidades y tracción delantera. En ese mismo año, antes de que GM Euro Sport tomará por completo el mando del proyecto del que resultaría una evolución con motor de 16valvulas, caja de cambios Xtrac de 6 relaciones y 230 CV de potencia, el equipo lograría una victoria difícil de olvidar en el Rally de Nueva Zelanda de 1988 en manos de Sepp Haider, en una época en la que otros pilotos como Hannu Mikola o el actual patrón de M-Sport, Malcolm Wilson también pasaron por su volante.

Opel necesitaba una forma de hacer que sus pilotos perdieran menos tiempo a la hora de tomar las curvas utilizando el freno de mano.

En 1989, el estreno de la nueva versión estuvo acompañada de algunos éxitos entre los A7, sin embargo, era imposible batir en las clasificaciones generales a los A8, entre los que se encontraba el Lancia Delta o el Toyota Celica. A pesar de todo esto, fue dos años antes, en 1987, cuando el equipo nos dejó una de las anécdotas más interesantes de su breve paso por el Mundial. El equipo era consciente de que el subviraje era uno de sus principales caballos de batalla. Los pilotos estaban continuamente utilizando el freno de mano para colocar el coche en curva y esto obviamente les hacía perder segundos clave.

¿La solución? Muy ingeniosa desde luego lo que se puso sobre la mesa. El equipo GM Euro Sport se presentó en el Manx International Rally con uno de sus Opel Kadett E GSI haciendo las veces de coche laboratorio. La unida pilotada por Guy Fréquelin estaba en la Isla de Man fuera de competición, haciendo las veces de coche Triple 0, pero con un interesante sistema para ser probado comparándolo con el resto de Kadett Grupo A convencionales inscritos.

Concretamente, la versión del piloto francés, llevaba cuatro pedales, uno de ellos, de grandes dimensiones situado a la izquierda del espacio reservado para los mismos, prácticamente en la zona en la que se suele disponer el reposapiés, el cual en esta ocasión se encargaría de realizar las veces de freno de mano bloqueando las ruedas del eje trasero. El objetivo era precisamente el de que los pilotos no tuvieran tanto tiempo las manos fuera del volante, tratando de colocar el coche accionando el freno de mano con el pie.

Obviamente la opción no se llevó adelante y a día de hoy no se conoce mucho más de las conclusiones a las que llegó el equipo junto al que posteriormente sería jefe de equipo de Citroën Racing. Seguramente eran demasiadas a realizar con los pies. Contraproducente. Apenas quedó el reportaje publicado en AutoSprint (imagen sobre estas líneas) para certificar que no se trataba de un mito más de la época, quedando para el recuerdo como una anécdota más, la cual se unió a las imágenes que nos regalaban aquellos bravos pilotos al volante del Grupo A de los de Rüsselsheim.

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