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Solo una primera vez en la vida: así fue la de Fernando Alonso en un 4x4 T1 del Rally Dakar

Aprender a mirar desde las alturas, a frenar con el pie izquierdo no solo con precisión, sino también para llevar las inercias de tu mastodóntico compañero de viaje a dibujar la curva sobre la arena como quieres. La sensación que produce surfear las dunas con presiones de neumáticos ridículas que te ayuden a tener esa tracción que se necesita para enfrentarse a esos gigantes del desierto que hasta ahora Fernando Alonso solo había visto en su poco frecuente papel de turista.

Con Giniel De Villiers encargado de explicarle el funcionamiento, el bicampeón del Mundo de Fórmula 1 se ha divertido al volante de la Toyota Hilux V8 4×4 en una jornada en la que ha podido compaginar superficies duras con dunas, haciéndose una primera idea de cómo sería competir al volante de un vehículo completamente distinto a todo lo que ha pilotado antes. Ni tan analógico como un coche de la NASCAR o un kartcross, ni tan tecnológico como un LMP1-H o un monoplaza del Gran Circo.

Me sentí cómodo en el coche. Todo el mundo me decía que hacía mucho calor dentro del coche y yo me sentía bien. Con el aire acondicionado no se estaba mal. Me sentí más cómodo de lo que hubiera imaginado, pero supongo que todavía fui despacio. En las primeras pasadas te das cuenta de que es todo muy diferente. El terreno está bastante bacheado y nunca sabes la velocidad a la que puedes ir, pero me sentí bien, aumentamos la velocidad cada vuelta que pasaba, según me sentía más cómodo e iba mejor.

Quizás una de las razones por las que se ha encontrado finalmente tan cómodo es que ha podido probar la unidad que ha empleado De Villiers en el Campeonato Nacional Sudafricano. De haberlo hecho con la que Nasser Al-Attiyah ganó el pasado Dakar 2019 hubiera comprobado cómo es un prototipo T1 con los reglajes adaptados para el estilo de conducción del qatarí y sin aire acondicionado, uno de los requisitos que el qatarí pidió a Toyota GAZOO Racing South Africa para no ser lastrado por el peso del sistema.

Me sentí diferente, ha sido interesante. Ha estado bien sobre todo entender cuánto puede aceptar el coche. El coche acepta más castigos respecto a los que estoy acostumbrado a dar a los coches porque vas sobre piedras y rocas. Saltas y el coche responde a todo bien, eso fue lo más diferente. Todavía es difícil adivinar lo profundos que son los baches y cuánta velocidad puedes tener al abordarlos, pero el coche es genial. Tiene muy buen agarre, muy buen equilibrio, buena potencia y buena frenada también. Todo es impresionante, estoy muy contento.

De menos a más para conocer las sensaciones en pistas que se alejan mucho del estilo de conducción que exige un monoplaza o un prototipo de resistencia. Fernando ha ido incluso un poco más allá de la diversión y ya ha analizado el comportamiento del coche, mucho más desgranado que cuando probó el Chevrolet de Jimmie Johnson al obviamente no ser un trazado muy representativo de lo que significa correr en la NASCAR con un Stock Car de la categoría reina.

Valoro a todos estos pilotos de una manera muy positiva, muy alta. Creo que esta disciplina de los deportes de motor es una de las más complicadas, porque tienes que pelear contra cosas que no están bajo control. No estás en un medio cerrado como un circuito, sino que estás en un espacio abierto donde todo puede pasar y tienes que adaptarte. El Dakar es la carrera más dura del mundo, no la llaman así por casualidad. Para ellos (De Villiers) era como una autopista, para mí era más crudo, con saltos aquí y allá. También había algunas dunas. Obviamente, eran ciegas cuando ibas hacia arriba. Lógicamente, tienes que entender la velocidad a la que subes la duna. Un montón de cosas nuevas

La forma de afrontarlo ha sido obviamente muy humilde, como al de un piloto que se estrena en una disciplina completamente nueva, sabedor de que tiene mucho que aprender y ateniendo a las pocas indicaciones de todo un ganador del Rally Dakar, un Giniel De Villiers que también apuntaba con humildad que él no le había dado ningún consejo de pilotaje y que se había limitado a guiarle: “Dimos una o dos vueltas en el coche, simplemente para enseñarle los caminos. Sabe muy bien cómo pilotar él mismo, sólo tiene que acostumbrarse al coche, al terreno, leer las irregularidades, ver cómo pasar por las dunas porque es algo a lo que obviamente no está acostumbrado”.

Alonso es el primero que sabe que no ha sacado todo el partido al coche. Que le queda mucho no solo para saber los límites del coche, algo vital en los rally-raids en los que ya suficiente reto es el terreno y leer sus dificultades, sino también para añadirle además la variable de la navegación a la ecuación. Mucho por aprender de una disciplina y un desierto que ha enamorado a muchos… Solo Alonso tendrá la última palabra. Ha pilotado un Fórmula 1, IndyCar, LMP1-H, LMP2, DPi, un coche de la NASCAR, ha competido con un WRC en la Carrera de Campeones, Grupo N, ha conducido un Renault 5 Grupo B, un Proto de las G-Series y un Kartcross, montado una Moto GP, exprimido muchos karts y fórmulas y ahora ya sabe también lo que es una T1 4×4 con su inolvidable sonido del motor V8 atmosférico que seguro habrá encandilado a un nostálgico como él.

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