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¿Qué tienen en común el Citroën Xantia Activa II y el McLaren 675 LT?

La prueba del alce es una prueba de esquiva, que imita la presencia en una calzada de doble sentido de un alce. Inventada en 1970 por la revista sueca Teknikens Värld, se ha convertido en un estándar de la industria que todo vehículo debería poder superar – aunque en nuestro país el alce se convierta en una vaca o un jabalí. Esta prueba pone al límite el bastidor de los coches analizados, así como su esquema de suspensiones y sus controles electrónicos de estabilidad. Es una prueba que sólo coches excepcionalmente estables y ágiles pueden superar a más de 80 km/h. Y el rey de esta lista es de lo más sorprendente.

La prueba del alce pone al límite los controles electrónicos y la puesta a punto de cualquier coche.

Es un Citroën Xantia Activa II – con un pesado motor V6 colgado de su eje delantero y una puesta a punto abiertamente orientada al confort – superó la prueba a unos mareantes 85 km/h, y lo hizo sin la presencia de controles electrónicos de estabilidad o tracción. Superar la prueba del alce a más de 70 km/h no está al alcance de todos los coches. Superarla a más de 80 km/h está reservado a coches extremadamente estables, y al mismo tiempo, extremadamente ágiles. Teknikens Värld ha sometido a esta prueba a centenares de coches, y sólo 19 han superado la prueba a más de 80 km/h. Prácticamente todos son deportivos de altos vuelos.

El segundo puesto es para un McLaren 675LT, seguido de un bronce para el Audi R8 V10 plus. Ambos coches han superado la prueba a 83 km/h, en 2017 – 18 años más tarde que el Citroën Xantia, que sigue dominando esta lista desde entonces. ¿Cómo consigue una berlina francesa resistir impasible ante los mejores deportivos del mundo? Gracias a su suspensión hidroneumática Hydractive II. Esta suspensión, que grosso modo reemplazaba los amortiguadores convencionales por esferas rellenas de líquido hidroneumático, tenía en los Activa dos esferas adicionales que actuaban como si de una estabilizadora activa se tratase.

El Citroën Xantia posee un sistema de suspensión hidroneumática que anula el balanceo en curvas.

Estas esferas eran conocidas como SC/CAR, y el resultado práctico era que compensaban la inclinación del coche, logrando que virase absolutamente plano. El límite de adherencia lo marcaban sólamente los neumáticos. Gracias a este sistema, los Citroën Xantia Activa tenían un paso por curva endiablado, impropio de un coche de sus características. Curiosamente, el McLaren 675LT emplea un sistema de suspensión que reemplaza las estabilizadoras por amortiguadores activos interconectados, rellenos de fluido hidráulico a presión. Es un sistema bautizado por la marca inglesa como ProActive Chassis Control.

El ProActive Chassis Control endurece los amortiguadores del lado opuesto al giro del coche, y ablanda los del lado solidario al giro. El resultado es, de nuevo, un paso por curva meteórico, apoyado en un sistema hidráulico – en concepto, no en ejecución – relativamente simple. Salvando las grandes diferencias en funcionamiento, objetivos y rendimiento, ambos coches poseen una filosofía común: usan fluido a presión para contrarrestar la inclinación en curvas. Y a ninguno de los dos los huelen los Porsche 911 GT3 RS, Nissan GT-R o Mercedes-AMG GT. Una curiosidad interesante, ¿verdad?

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