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City Hackers: recuperando espacios habitables en las ciudades

Como he contado aquí ya en diferentes ocasiones, el automóvil ha sido uno de los pilares principales del desarrollo urbano en el siglo XX, por las posibilidades que aporta y las necesidades que crea. No es un tópico decir que, a estas alturas, los automóviles demandan mucho más espacio que las personas en las ciudades y que muchas áreas de las mismas, no sólo en Estados Unidos sino también en Europa, se viven con dificultad si no es a bordo de un coche. Este dilema, planteado comúnmente como una lucha entre coches y peatones (conflicto entre formas de desplazamiento), se trata más bien de una lucha de las necesidades de la máquina contra las de la persona (conflicto entre prioridades colectivas de la ciudad). En la solución de esos conflictos muchas medidas adoptadas por los gobiernos centrales y locales (peatonalizaciones, párking disuasorios…) apenas han hecho sino ir por detrás de la realidad. Los plazos que requieren las grandes intervenciones urbanas o infraestructuras hacen que, a menudo, para cuando la solución está en marcha el problema ya ha cambiado.
Sin embargo en la última década,

El conflicto entre coches y peatones es en realidad la confrontación de dos modelos de sociedad y sus respectivas prioridades

coincidiendo con el fuerte auge de la construcción en todo el mundo (no sólo en España, sino también en Estados Unidos o en algunos países de Asia), se ha observado una tendencia ciudadana a recuperar espacio para las personas en las ciudades. Al igual que las nuevas tendencias en la movilidad compartida, el genérico «Urban Hacking» se trata de actuaciones de mucha menor escala, realizadas por colectivos, particulares o artistas, con ámbitos muy reducidos pero que, con el paso del tiempo, ayudan a transformar el entorno en el que se han realizado y, sobre todo, a cambiar la percepción que los ciudadanos tienen de su ciudad. Y aunque sean “microproyectos” a pequeña escala, una atractiva forma de sugerir a los ciudadanos disfrutar de la ciudad sin coche, en vez de culpabilizarlos de su uso sin más alternativa.

“Hackeando” la ciudad

Un centro comercial en la periferia puede quedar casi olvidado en el plazo de una década, el párking de una fábrica que se encontraba en un barrio queda desposeído de sentido cuando la empresa se muda a otro lugar o desaparece… Cuando la actividad cambia (y lo hace más rápido y frecuentemente de lo que pensamos) las infraestructuras dimensionadas para un uso intensivo del automóvil dejan de tener sentido, pero resulta muy complicado rehabilitarlas.

Cuando la actividad cambia las infraestructuras dimensionadas para un uso intensivo del automóvil dejan de tener sentido, pero resulta muy complicado rehabilitarlas.

En Estados Unidos el fenómeno de la dispersión urbana y la exagerada dependencia del automóvil ha creado ciudades terriblemente hostiles para las personas. Y no sólo se trata de desplazarse a pie a los sitios, sino de encontrar espacios públicos de reunión, de ocio o de juego. Desde hace algunos años existe un movimiento que busca recuperar para los ciudadanos antiguos espacios destinados al aparcamiento de coches, y crear así “microparques” o zonas comunes donde las personas puedan descansar o relacionarse. Una actividad que inicialmente fue un auténtico acto de guerrilla urbana, y que después de algunos años ha sido asimilado por las propias autoridades de ciudades como San Francisco, que han potenciado un programa para incorporar espacios públicos de reunión en puntos anteriormente destinados al aparcamiento de coches. Próximamente Los Angeles (quizá una de las ciudades más hostiles con el peatón del mundo) también va a sumarse al proyecto “Pavement To Parks”.
El “hackeado” de la ciudad, no obstante, tiene múltiples caras, y no siempre tiene por qué perseguir al automóvil, aunque el objetivo sea “invitar” a que los ciudadanos recuperen las calles.
El “Tidy Street Project” es una interesante iniciativa promovida por CHANGE, un consorcio creado por varias universidades del Reino Unido con el objetivo de concienciar sobre el consumo energético en las ciudades. Los habitantes de Tidy Street, en Brighton, aceptaron medir su consumo energético diario durante dos meses y reflejarlo en un gráfico sobre el asfalto de la calle que pintaría el artista urbano “Snub”.

Un proyecto de varias universidades, y los stencil del grafitero «Snub» convirtieron Tidy Street (Brighton) en un gráfico de eficiencia en el consumo eléctrico

El resultado fue un gráfico que convertía la calle en una visualización del esfuerzo individual y colectivo de todos por reducir su gasto en electricidad. Una forma práctica pero también poética de tomar la calle.
Algo que parte de la idea de integrar la calle en la vida de las personas, pero de un modo mucho más lúdico es jugar en la calle. «Play Day» es una iniciativa de Zaramari Ecología Urbana en colaboracióncon el ayuntamiento de Bilbao y la asociación de comerciantes de la calle «2 de Mayo». Consiste en una convocatoria abierta para diseñar juegos y actividades con los que tomar la calle en un día concreto, el 6 de octubre. La iniciativa tiene el claro objetivo de reivindicar la Calle como unidad de espacio común, más que como instrumento de tránsito, usando como medida un referente que habla tanto del civismo como de la nostalgia: la posibilidad de jugar en la calle sin riesgo. Una «disolución» del espacio de tránsito y el de reunión que se ha ensayado también en algunas calles de Londres, como «Exhibition Road«, al eliminar la barrera física entre coches y peatones.

“Street Art” y percepción urbana

Uno de los inconvenientes de la exagerada dependencia del automóvil en las ciudades es que el mapa urbano y la morfología de los edificios se adapta a esa forma de “mirar” que es la ventanilla del coche. Nos lo enseñó Robert Venturi hace ya varias décadas en “Aprendiendo de Las Vegas” y poco ha cambiado el panorama en este tiempo. Sin embargo en ese mismo tiempo ha surgido un fenómeno cultural que, con gran impulso, ha tratado de dar la vuelta a esta inercia, el Arte Urbano o “Street Art”.
El Arte Urbano es mucho más que pintadas. Es una forma creativa, y si se me apura sublime, de “hackear” la ciudad. Y esto no es un asunto baladí, porque obliga al observador a acercarse a mirar, a diferencia de los proyectos urbanos de gran escala que invitan a mirar “a distancia”.

El «Street Art es una forma genuina de «hackeado» de la ciudad que invita a los ciudadanos a mirarla a escala humana, y no a escala del coche

El hecho de convertir a las ciudades en un museo en la calle, de modificar la percepción de espacios degradados y convertirlos en lugares amables y que se puedan disfrutar (como en las espectaculares intervenciones de Edgar Müller), es un cambio radical en la impresión que tenemos de nuestras urbes. Y no sólo para el visitante cazador de fotos, sino para el habitante de esos barrios, a menudo zonas olvidadas de los grandes planes de las autoridades.
En Zaragoza, el Festival Asalto celebra en estos días su séptima edición. En colaboración con el Ayuntamiento de la ciudad, la gente que gestiona la muestra ha contado durante varios años con algunos de los mejores grafiteros de Europa para intervenir en solares olvidados del Casco Viejo y transformar la percepción de sus entornos. Artistas Urbanos que han merecido una exposición en la Tate Modern han pintado en los solares abandonados de la ciudad creando nuevos espacios comunes para los habitantes de la zona y atrayendo a los habitantes de otros barrios hacia zonas que se consideraban guetos. Muchas de las actuaciones artísticas se ubican en los espacios ya «hackeados» del proyecto «Esto No Es Un Solar«, que transforma solares abandonados en espacios públicos y útiles para la comunidad. El entorno de la Plaza de Las Armas (aún con la sombra de la gentrificación sobrevolándolo) es una ilusionante iniciativa que apuesta por entornos comunes y creativos, por hacer la calle de los ciudadanos con actividades desarrolladas en colectivo, y al final en una interesante y delicada oposición a espacios más amplios pero despersonalizados surgidos en los nuevos barrios periféricos de la ciudad.

La ciudad de las personas en la ciudad de las máquinas

Es una quimera pensar que en las ciudades actuales se puede prescindir del automóvil como elemento clave la vida diaria. Hay 21 ciudades con más de 10 millones de habitantes en el mundo, siendo Tokio la mayor con casi 36 millones, y se espera que ese número de conglomerados urbanos se doble hasta 2025. Los proyectos de “hackeado” de la ciudad,

Hay 21 ciudades con más de 10 millones de habitantes en el mundo. En 2025 serán 29

los que permiten a los habitantes de una pequeña comunidad hacer “más suyo” el espacio frente al espacio cedido a las máquinas (2 metros cuadrados para el coche por cada 1 metro cuadrado de nueva urbanización) son una respuesta colectiva y humana a las inmensas ciudades que estamos creando. Y no deja de ser un interesante planteamiento ideológico que incorpora la participación como una herramienta para conseguir ciudades más humanas, creando comunidades más cohesionadas. Que para hablar con tu vecino, no tengas que hacerlo a través de la ventanilla del coche.

Fuente: Good.is | AsaltoproduccionPavement To Parks | Zaramari | Estonoesunsolar
Fotos: Luis Miguel Ortego | Rebar Group | EdgarMuller | Mark Higginson
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