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Impuesto de Matriculación y emisiones contaminantes, ¿es necesaria otra reforma?

En 2008 entraba en vigor el nuevo Impuesto de Matriculación, que vinculaba la cantidad económica a satisfacer al Estado por la matriculación de un vehículo nuevo a las emisiones contaminantes de CO2, y no a la cilindrada del vehículo como hasta entonces. Apenas tres años después surgen muchas voces discordantes acerca del planteamiento del impuesto, y es que fue ideado para que el comprador pagase en función de lo que contamina el coche recién adquirido.

La intención, por tanto, no era mala: incentivar la compra de aquellos vehículos con menor gasto de combustible y, por tanto, menores emisiones contaminantes. El problema viene dado porque incluso las autoridades se cuestionan si el criterio elegido para discriminar cuánto contaminan los vehículos es el correcto, al venir dado únicamente por las emisiones de CO2 a la atmósfera, por lo que indirectamente se está favoreciendo la compra de vehículos diésel sobre los movidos por gasolina.

¿Tu coche homologa valores muy reducidos de emisiones de CO2? Habrás pagado menos en lo relativo al Impuesto de Matriculación, o incluso nada si dichas emisiones son inferiores a 120 g/Km. Por el contrario, ¿tu coche se bebería gustosamente los pozos petrolíferos de Oriente Medio? Pagarás más, hasta un 14.75% si las emisiones de CO2 son superiores a 200 g/Km. En la zona intermedia figuran otros dos tramos: entre los 120 y 160 g/Km, se tributa un 4.75%, mientras que entre 160 y 200 g/Km de CO2 se alcanza el 9.75%.

Por otro lado, las emisiones de CO2, tanto en diésel como en gasolina, están relacionadas directamente con el consumo de combustible: a menor consumo, menores emisiones contaminantes. Además, la escalada de los precios de combustibles en los últimos años ha hecho que todos los fabricantes se pusiesen las pilas a la hora de reducir los consumos de sus coches, porque lo ecológico vende.

Impuesto de Matriculación y contaminación

Tendríamos que hablar en este sentido de los sistemas Start & Stop, neumáticos de bajo rozamiento, desarrollos de cambio alargados artificialmente y otras muchas medidas para consumir menos (o al menos, homologar un menor consumo de combustible), pero esa sería otra historia.

El caso es, que a pesar que por litro consumido el diésel emite cantidades un poco mayores de CO2 que la gasolina, el consumo inferior de los motores diésel hace que estos homologuen menores emisiones de CO2 que un motor equivalente de ciclo de Otto, con su correspondiente repercusión a la hora de tributar el Impuesto de Matriculación, pagando menos (aunque en muchas ocasiones esto no se refleje en el precio final).

Es decir, los coches diésel pueden estar artificialmente incentivados a causa de su menor consumo, pero aunque las emisiones de CO2 sean inferiores que en un coche de gasolina, ¿son realmente los diésel menos contaminantes? La respuesta sería un “no” con matices, ya que emiten otros muchos elementos contaminantes que no emiten los gasolina (o emiten un mucha menor medida) y que casi nunca son tenidos en cuenta, como óxidos de nitrógeno o partículas en suspensión.

Y esta preponderancia absoluta del diésel ayuda, además, al desequilibrio en materia de combustibles y a la dependencia energética exterior que sufre Europa, donde el gasóleo es el rey y hay excedentes de gasolina en las refinerías, debido a que el parque de vehículos movidos a gasolina es muy inferior. La reciente normativa europea en materia de emisiones Euro V y la futura Euro VI rebajarán drásticamente estas emisiones contaminantes para los motores de combustión interna.

Otro factor decisivo serían los kilómetros recorridos, que nunca se tienen en cuenta. Sin entrar en cálculos, un ejemplo claro sería el de que un coche diésel que realice 50.000 Km al año contaminará más que un gasolina que sólo circule 5.000 Km por año. Y sin embargo, este último podría pagar un impuesto de matriculación del 14.75% y el diésel quedar exento.

Así las cosas, cabe preguntarse si está correctamente planteado un impuesto que busca bonificar fiscalmente la menor contaminación emitida por el vehículo en función a un único parámetro, dejando de lado todo lo demás. En Madrid, a consecuencia de su elevada contaminación atmosférica en la que los atascos tienen mucho que ver, ya se lo han preguntado: de hecho buena parte de su transporte público no utiliza gasóleo y el propio alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, ha planteado la necesidad de reformar el Impuesto de Matriculación para tener en cuenta estos factores.

La importancia de las emisiones de CO2 en la contaminación es indiscutible, achacándosele por ejemplo el calentamiento global y el efecto invernadero. Ahora bien, ¿es el único parámetro que hemos de tener en cuenta? Los humos emitidos por los motores de combustión incluyen otros muchos elementos indeseables, como por ejemplo los ya citados óxidos de nitrógeno NOx, que se suponen cancerígenos y muy dañinos para el sistema respiratorio. Y la pregunta del millón, ¿es justo que los diésel paguen menos impuestos, si contaminan igual o más?

Imágenes: Archivo Diariomotor | Nils van der Burg | eutrophication&hypoxia
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