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Desarmado y cautivo Uber: la aplicación del "taxi" cerrada por orden judicial. ¿Se acabó el problema?

A vueltas con Uber, la polémica aplicación que según reza en su propia declaración de intenciones “conecta viajeros y conductores particulares”. Su desembarco en España, en Barcelona y Madrid, no estuvo exento de controversia, la misma que ha vivido en otras ciudades, fuera de nuestras fronteras. Finalmente, la demanda de la Asociación Madrileña del Taxi ha prosperado y el juzgado de lo Mercantil nº2 de Madrid ha ordenado el cese de la aplicación Uber en todo el territorio nacional. La aplicación móvil de Uber dejará de funcionar, así como las transacciones y el alojamiento web de la empresa, según se ha comunicado a las empresas de telecomunicaciones y de pago electrónico que utilizan.

Ahora bien, desarmado y cautivo Uber, ¿se acabó el problema? Ni mucho menos. Uber lo tendrá realmente difícil para salir del paso a partir de ahora en España, el juez competente ha tomado la decisión sin escuchar a los responsables de Uber, que ya es un punto muy a tener en cuenta en la resolución de un conflicto que trasciende la importancia de una empresa como esta. El taxi tradicional, tal y como lo hemos entendido toda la vida, se ha anotado una victoria, pero los cambios que exige una sociedad moderna como la nuestra aún han de producirse, también en un aspecto tan aparentemente trivial como el del taxi.

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¿Por qué se ha ordenado el cese de la actividad de Uber? – Primero, citando textualmente las palabras del comunicado del Poder Judicial, “por el daño que se está ocasionando a los titulares del servicio de taxi”. – Segundo, “porque esta empresa está domiciliada en el paraíso fiscal estadounidense de Delaware”. – Tercero, porque “los conductores contratados carecen de autorización administrativa alguna para desarrollar la labor”. – Cuarto, porque “la actividad que llevan a cabo supone competencia desleal”.

En cualquier caso, el juez se permite una apreciación que no debemos tomar a la ligera, que en la decisión ha primado el “respeto a la legalidad vigente” y que “no se trata de una cuestión de debate filosófico sobre la libertad de mercado en general y la economía cooperativa en particular“. Hay que tener en cuenta que una decisión como esta ya implica en sí misma una infracción que supone una actuación desleal para el mercado.

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En fin, es imposible negar que el fraude en los servicios ha existido, que un conductor no puede ejercer como profesional sin unas garantías legales mínimas con el fisco, la seguridad social y sus clientes. El espíritu colaborativo de la aplicación se pierde en el momento en el que nace el lucro. Pero negar que el negocio del taxi necesita una profunda revisión que satisfaga a usuarios y conductores sería un error y una cuestión que el veredicto cautelar contra uber no debería eclipsar. Ayer fueron los viajes compartidos, hoy el taxi y mañana, quién sabe lo que será mañana. Pero lo único seguro es que la tecnología y el poder de comunicación que otorga a los usuarios que necesitan un servicio y aquellos que pueden prestarlo, ha demostrado una vez más trascender los dogmas de fe del sistema que un día pudieron servir de algo.

Fuente: Poder Judicial
En Diariomotor: Uber es el Napster de los taxis: ahora cualquiera puede ser taxista

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