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Rojos vemos; corazones no sabemos

En la época más remota del automovilismo, aproximadamente en el año 1900, las carreras se disputaban en un contexto nacionalista. Los fabricantes se enfrentaban en los Grandes Premios para defender sus orígenes y puntualizar quiénes estaban a la vanguardia en cuanto a diseño, construcción y mecánica. Alrededor de la década de 1920, la procedencia de los coches determinó el uso de un color para ser reconocidos, los franceses acudieron a correr de azul, los italianos de rojo, los ingleses de verde, los belgas de amarillo y los alemanes de blanco. Con excepción de estos últimos, Mercedes Benz optó, a partir de 1934, por lucir su chasis sin pintar, la tradición de los colores se mantuvo hasta el inicio del Campeonato Mundial de Fórmula 1 con la particularidad que hasta ahora solo el color rojo ha sido una constante en cada temporada, ya sea con Ferrari o con otras escuderías.

La primera generación de equipos italianos, el escuadrón rojo original, estaba constituido por Alfa Romeo, Maserati, Lancia y Ferrari; luego se anexaron Societa Valdostana Automobili (SVA), Arzani Volpini, Maserati Milano, Cisitalia y OSCA. En este punto explico que este artículo, más allá de referir a equipos italianos que mantuvieron el rojo como identidad, también evocará a otras escuderías que corrieron utilizando el color, sin mayor vínculo con las tradiciones.

La Compagna Industriale Sportiva Italia, Cisitalia, fue fundada en Turín en 1946 y fabricó el D46, un coche muy eficiente que con un pequeño motor FIAT resultó de los mejores en la Fórmula 2. Sin embargo, participar en la Fórmula 1 no resultó una buena idea porque en 1950 el D46 ya estaba obsoleto y las exigencias mecánicas comprometieron en gran medida su fiabilidad.

Por su parte, Scuderia Lancia llegó a la Fórmula 1 a finales de 1954. Vittorio Jano sería el responsable de diseñar el D50, monoplaza que en las manos de Alberto Ascari deslumbró al resto de los equipos. Sin embargo, la travesía de los de Turín no llegaría lejos ya que en 1955 el piloto italiano murió durante unas pruebas privadas en el circuito de Monza. Ese año se produjo la tragedia de Le Mans, que representó un fuerte revés para el automovilismo, y para colmo las finanzas del equipo también estaban en rojo. Gianni Lancia decidió retirarse y vender los D50 a Enzo Ferrari, quien los hizo correr en 1956 y en 1957, de allí que se adviertan registros visuales de los D50 con y sin la insignia del Cavallino Rampante.

Officine Alfieri Maserati inició sus operaciones en Módena, en 1926 y también defendió el Rosso Corsa desde la época de la preguerra, el Campeonato de Grand Prix, y luego cuando inició formalmente la Fórmula 1. El diseño del 4CLT y del inolvidable 250F llevaron a Maserati a ser estandarte entre los equipos italianos durante una década, destacando el Gran Premio de Alemania de 1957, cuando Juan Manuel Fangio y su Maserati 250F utilizaron como escenario el antiguo Nürburgring para protagonizar una de las más memorables actuaciones que se recuerden en la historia de la competición.

Equipos como Scuderia Milano y Arzani-Volpini participaron en la Fórmula 1 con dos Maserati 4CLT modificados, así que el coche mantuvo vigencia desde 1950 hasta más allá de 1955, aunque los resultados no fueron muy positivos. En ambos casos, la pasión pudo más que la razón. Aunque el equipo Milano pudo realizar interesantes avances en la mecánica Maserati, tal como demostró Felice Bonetto al finalizar quinto en Suiza, el 4CLT, renombrado 4CLT/50, se fue quedando atrás desde 1951, así que se puede pensar al observar el mismo monoplaza en la temporada de 1954.

Otro nombre de peso, procedente de Italia, es Alfa Romeo Racing. El Rosso Corsa también identificó a los coches creados en la fábrica de Milán. Alfa Romeo fue la referencia cuando se inició la Fórmula 1 ya que sus pilotos ganaron las seis carreras del calendario. Giuseppe Farina fue el primer campeón, con el Alfa 158, y Juan Manuel Fangio fue su sucesor un año después, con el Alfa 159. No obstante, el retiro de la marca fue prematuro porque desde el alto nivel advirtieron que perder ante Ferrari o BRM representaría un importante revés comercial.

Sin embargo, retornaron en 1979, luciendo el Rosso Corsa, color que posteriormente, y en una Fórmula 1 signada por la publicidad y no por la nacionalidad, fue cambiado por el blanco y el rojo; y después por el verde; hasta su retiro en 1985. En esta nueva etapa, Alfa Romeo no pudo reverdecer laureles, más bien todo se complicó porque el proyecto nació a partir de inmenso motor plano de 12 cilindros cuando la mayoría de los equipos apostaba por el Cosworth V8 y los conceptos minimalistas.

En cuanto a OSCA (Officine Specializate Costruzione Automobili), se debe indicar que la compañía boloñesa, vinculada a Maserati, inició sus actividades en la competición en la Fórmula 2, pero en 1951 incursionaron en la Fórmula 1. Los resultados no fueron positivos, siempre lejos de Ferrari y Alfa Romeo, así que tras apenas participar en cuatro ocasiones, deciden retirarse en 1954.

Por su parte, la escudería Bellasi tuvo su sede en Novara, Italia, pero corrió como equipo suizo, debido al capital proveniente del piloto Silvio Moser, quien encargó a Guglielmo Bellasi el diseño y construcción de un monoplaza de Fórmula 1. Para el entonces, el italiano se había hecho un nombre en la Fórmula 3, pero ascender de categoría no resultó tan sencillo. El coche no fue competitivo y los problemas financieros acabaron prematuramente con el proyecto. Pero el F1 70 quedó para la posteridad como otro coche rojo.

La escudería Estudio Tecnica Meccanica, conocida como TEC MEC, también fue otro equipo italiano que a finales de la década de los 50 compró un Maserati 250F y lo modificó hasta realizar una versión más ligera. Valeiro Colotti, ex diseñador de Maserati, se encargó de la parte técnica y el monoplaza salió a las pistas como TEC MEC F415, pero el resultado no fue muy alentador. Colotti vendió el equipo al finalizar la temporada, pero de igual forma queda el registro del uso del Rosso Corsa en la Fórmula 1.

La escudería De Tomaso Automobili S.p.A también se identificó mediante el color rojo. El constructor italiano diseñó y fabricó coches para diversas categorías, incluyendo Fórmula 3, Fórmula 2 y Fórmula 1, en la década de los 60. El modelo F1 fue inscrito por la propia Scuderia De Tomaso, pero también por Scuderia Serenissima y por la Scuderia Settecolli, en tanto el 801 corrió en cuatro ocasiones para la Scudería De Tomaso y el 505, diseñado por Gianpaolo Dallara, defendió los intereses de Frank Williams Racing Cars.

Otro constructor de éxito en las categorías inferiores que se atrevió a dar el paso hacia la Fórmula 1 fue Tecno. Asentada en Bolonia, la escudería italiana participó en 10 carreras, desde 1972 hasta 1973. El concepto del PA123 era atrevido por albergar un motor boxer 12 cilindros, similar al utilizado por Ferrari, y el apoyo de un patrocinador como Martini hacían presagiar resultados interesantes, pero nada de eso, incluso el motor fue reemplazado en varias ocasiones por el Ford Cosworth en búsqueda de soluciones inmediatas, pero no dio resultados.

Automobili Turismo e Deporte, firma conocida como A-T-S, fue un constructor italiano que nació a partir de un éxodo de ingenieros de Ferrari, el cual inició al culminar la temporada de 1961. Carlo Chitti y Romolo Tavoni fueron los estandartes del programa que también contó entre sus filas a los reconocidos pilotos Phil Hill y Giancarlo Baghetti. Pero la propuesta de A-T-S no resulto como se esperaba, el modelo 100 era muy similar al Ferrari 156 de 1961 y montaba un V8 de fabricación artesanal. Los coches eran muy lentos y problemáticos en el apartado de la fiabilidad. La aventura apenas duró una temporada y dejó como saldo una grave crisis económica, Chiti emigrando a Autodelta, ingenieros de regreso a Ferrari y el coche, o el remanente, vía Derrington-Francis Racing Team.

Cuando los colores dejaron de ser símbolo de nacionalidad para ceder espacio a las marcas comerciales, el color rojo pasó a identificar a escuderías como Lotus, desde 1968 hasta 1973, y March, desde 1972 hasta 1973. De allí que fuera algo común la confusión entre ambas escuderías y Ferrari ya que el predominio rojo signaba la Fórmula 1 de esa época.

También en los años 70, específicamente en 1978, aparece en escena Merzario Team Italia, la escudería del piloto Arturo Merzario, quien pasó por Ferrari, Williams, Shadow, March y Copersucar antes de apostar por su propio equipo, en otro intento por emular a Jack Brabham. El Merzario A1 fue una propuesta diferente en muchos sentidos y su diseño, también obra de Merzario, tenía un concepto de efecto suelo algo rudimentario y poco efectivo. De los cinco modelos puestos en pista por el italiano, solo el A1 llevó el color rojo.

El equipo inglés Ensign Racing Team fue otro que utilizó el color rojo para identificar sus coches, pero solo en las temporadas de 1976 y 1979. El inolvidable Chris Amon llevó al Ensing N176 hasta el quinto lugar en España, su mejor resultado en carrera. La escudería Ensing se suele asociar con el N179 modificado, aquel experimento de monoplaza con inmensos radiadores instalados en el frontal que apenas participó en cuatro ocasiones entes de desechar la idea, sin duda uno de los coches rojos de no muy grato recuerdo.

Por su parte, Dallara Automobili desembarcó en la Fórmula 1 con la intención de ganarse el afecto de los tifosi. Beppe Lucchini y Giampaolo Dallara, desde la sede en Parma, se fijaron el objetivo de establecerse como una escudería italiana filial de Ferrari, de allí que todos sus modelos fueran rojos. Dos podios, Andrea de Césaris en Canadá 1989 y Jirky Jarvi Letho en San Marino 1991 fue lo más destacable en la trayectoria de Dallara, incluso en ambos años culminaron en el octavo lugar entre los constructores, una hazaña si se considera el material con el que contaban, la cantidad de rivales a los que tenían que enfrentar y la dificultad por alcanzar puntos en ese tiempo.

El F189 resultó una propuesta extraordinaria, pero el motor Ford Cosworth V8 limitó mucho el desarrollo del coche, igual sucedió con el 191, otro diseño que destacó por su aerodinámica pero su motor Judd V10 cada vez iba a menos. Por irónico que parezca, es a partir de la unión con Ferrari en 1992 cuando todo se vino abajo porque el 12 cilindros italiano requería de un gran trabajo en el chasis y en la ingeniería. El caudal de problemas que padecieron durante la temporada derivó en la ruptura entre Dallara y Lucchini, situación que precipitó la desaparición de los coches rojos, habituales en la mitad de la parrilla.

También por esos años se deja ver otro recordado equipo de Fórmula 1, Life Racing Engines, aquel proyecto concebido en Módena por Ernesto Vila, el diseñador Gianni Marelli y el ingeniero de motores Fransco Rocchi. La idea de construir e instalar el Life F35, un concepto de motor W12 con tres bancos de cuatro cilindros a 60 grados, de una complejidad mecánica superior a lo que sería optar por un V12 convencional lucía en la teoría como una locura, pero en la práctica resultó algo peor. El L190 todavía es considerado como el monoplaza más deficiente que ha participado en la Fórmula 1, pero es rojo y por ello aparece aquí.

Otra rareza más o menos contemporánea fue el Williams de las temporadas 1998 y 1999 porque no era común observar a la escudería inglesa lucir el color rojo y más cuando venían de alcanzar el título y ser la más dominante a inicios de los años 90. El FW20 y el FW21 con motor Mecachrome relegaron a Jacques Villeneuve y a Heinz Harald Frentzen a lugares secundarios.

Y por último, la sempiterna escudería roja: Ferrari. Desde su nacimiento oficial en 1940 conserva el color que le identifica, aunque el Rosso Corsa haya tomado un tono más escarlata y corporativo en las últimas décadas. Una trayectoria ininterrumpida de 67 temporadas y un acervo histórico que incluye 16 títulos de Constructores, 15 de pilotos y 224 victorias, entre otros registros, la ha llevado a ser una referencia cuando se habla de Fórmula 1. Además, el equipo de Maranelllo es lo primero que viene a la mente cuando se evoca al color rojo en cualquier competición.

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