El piloto neozelandés completó una serie de pruebas pautadas en el óvalo de Phoenix con un prototipo de parabrisas instalado en su monoplaza. Admitió que al principio estaba preocupado por las dificultades en el campo de la visión, pero una vez que estuvo en pista, el nuevo accesorio le permitió correr sin mayores dificultades, aunque tiene sus reserva con respecto a los reflejos que se produzcan con un sol brillante, al atardecer o en la noche.
El parabrisas tiene un grosor de 0,4 pulgadas y se adapta a lo largo de toda la cabina. Según Dixon, la prueba fue satisfactoria, pero habría que evaluar el desempeño del prototipo en diversos tipos de clima y de circuitos para tener una noción más precisa de cuán beneficioso puede resultar. Un rasgo negativo, según su opinión, es la refrigeración ya que el parabrisas corta el flujo de aire que va hacia el piloto, no obstante es un detalle que se puede corregir.
Manifestó además que quedó sorprendido porque el parabrisas hace que la cabina sea silenciosa y al evitar que el aire choque con el casco a altas velocidades origina una sensación de tranquilidad y lujo que le resultó agradable. Según su criterio, los ingenieros involucrados en el proyecto han realizado un gran trabajo y por ello felicita a la IndyCar por aplicar esta iniciativa que es segura y estética.
Felicitaciones a la IndyCar. Todos han hecho un buen trabajo aunque hay cosas que se deben mejorar. Pensé que la visión sería más distorsionada, pero no hay nada de eso, no hay problemas con los reflejos ni con la visibilidad. Obviamente las carreras se harán en un horario distinto y habrá que ajustar el diseño para usarlo en la noche. El monoplaza se comporta muy suave, como si fuera un coche de lujo.
Vía | Racer
