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Dos estudios científicos demuestran que la contaminación del tráfico nos hace más tontos

Parece que la contaminación del tráfico nos hace más tontos, o al menos eso es lo que se desprende de dos estudios científicos independientes que han analizado sus consecuencias sobre las capacidades cognitivas.

El primero de ellos, relizado por el Colegio de Salud Pública de Harvard, ha demostrado que vivir en áreas con mayores niveles de contaminación tiene efectos adversos directos sobre la inteligencia. Los científicos descubrieron que las personas mayores de 51 años que ha vivido en áreas contaminadas tienen, en general, unos resultados peores en los test que aquellos que han vivido en zonas menos contaminadas, incluso ponderando los resultados en función del estatus social y el nivel educativo de cada una de las personas que participaron en la investigación.

Para llevar a cabo el estudio se analizó la inteligencia de 680 hombres de edades comprendidas entre los 51 y los 97 años, y se observó que aquellos que vivían en zonas expuestas al doble de contaminación que otros tenían 1.3 veces más probabilidades de obtener puntuaciones más bajas, y las puntuaciones obtenidas equivalían a las de una edad dos años mayor. Al parecer, esto se debe a que la contaminación puede inflamar y oxidar las neuronas, y a que las partículas del aire pueden llegar hasta el cerebro y causar disfunciones cognitivas.

Según la doctora Melinda Power, del Departamento de Epidemiología y Salud Medioambiental del Colegio de Salud Pública de Harvard «el deterioro cognitivo y su efecto en los ancianos es un gran problema de salud pública. Nuestro estudio sugiere que la contaminación relativa al tráfico, particularmente la de los coches diésel, podría ser parte del problema».

El segundo estudio, llevado a cabo en ratones por investigadores de la Universidad Estatal de Ohio, en Columbia, encontró que aquellos que habían estado expuestos a aire contaminado con partículas durante diez meses mostraban signos de disfunción en sus habilidades de aprendizaje y memoria si se les comparaba con aquellos que habían respirado aire filtrado. Además, los investigadores descubrieron que el hipocampo de los animales, la parte del cerebro responsable de estas funciones, había sufrido una disminución de la tasa de crecimiento neuronal.

Los resultados del estudio resultan bastante preocupantes, aunque lo cierto es que no son más que otro añadido a la larga lista de problemas de salud provocados por los gases de escape de los vehículos. Hace tan solo unos meses un estudio de la Universidad de Edimburgo ya demostró que algunas enfermedades cardiovasculares tienen su origen en las partículas en suspensión del aire que generan los motores diésel. Además, se calcula que solo en España fallecen cada año unas 16.000 personas a causa de la contaminación del aire.

Parece un buen momento para darse cuenta de que el motor de combustión no puede ser el protagonista del futuro de la movilidad, y de que los niveles de emisiones deberían de ser un factor importante a la hora de comprar un coche nuevo. La salud de todos está en juego.

Fuente: The Telegraph
Imágenes: Chris Keating | luipermom
En Tecmovia: ¿Los motores diésel responsables de las enfermedades cardiovasculares? Según la Universidad de Edimburgo sí

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