A menos de 24 horas para dar por finiquitado el año 2012, es buen momento para pensar qué nos ha dejado legado el año saliente. En la industria de la automoción, el año que nos abandona se irá como un año atípico golpeado por la situación económica, el estancamiento del mercado, el freno en algunos aspectos de la técnica y por una urgente necesidad de vender por encima de todo.
Con este panorama, queda claro que las intenciones de revolucionar la movilidad se han quedado en eso, en intenciones. Se ha avanzado, sí, pero sin duda la industria ahora no ve tan necesario el paso obligado hacia nuevas formas de transporte, pues la inversión necesaria no será respaldada por un creciente número de ventas. Aún así se avanzará, pero el camino fijado ya muestra de forma clara que primero serán híbridos, después llegarán los híbridos enchufables y eléctricos de autonomía extendida, emplazando a la propulsión eléctrica pura a un futuro mucho más allá..
Mucho por hacer y más aún donde escoger
2012 nos ha dejado claro varios puntos cruciales para comenzar a construir la movilidad del futuro, por un lado debemos desarrollar y abaratar el uso de materiales más allá de los metales y por ende buscar nuevos procesos de fabricación que permitan reducción de peso, mejora de eficiencia y abaratamiento de costes gracias al empleo de diseños escalables y plataformas modulares.
Por otro lado, 2012 nos ha demostrado que no todas las alternativas posibles tienen que ver con eléctricos a baterías o híbridos, sino que existen múltiples configuraciones que pueden ofrecer tanto o más que estas primeras. La gasolina y el gasóleo tienen fecha de caducidad, nadie lo duda, pero el uso de GLP y GNC tiene que llegar hasta nuestro mercado para comenzar a mejorar sin necesidad obligada de altas inversiones.
La oferta híbrida por fin no solo concierne al Grupo Toyota, sino que poco a poco hemos encontrado que fabricantes como Ford, Honda, Volvo, Peugeot y Citroën están apostando por fórmulas válidas que pretenden plantar cara a las todopoderosas Toyota y Lexus. Una competencia que favorecerá al consumidor apostando por variantes y nuevos planteamientos dentro del propio concepto de híbrido.
La propulsión eléctrica como tal ha revelado su dos principales motivos disuasorios: precio e infraestructura. Un coste de adquisición alto para lo que hoy en día ofrece, existiendo poca cultura del vehículo único para ir del punto A al punto B. La infraestructura abandona 2012 peor de lo que empezó el año, pues en ciernes de 2013 los puntos de recarga acumulan más y más intenciones de ampliación pero poca ejecución, no existe acuerdo en único socket y modo de carga y el acceso a los puntos públicos sigue contando con fronteras fuera de nuestro suministrador.
A nivel de usuario toca hacer conciencia y empezar a entender que existen ciertos aspectos que es necesario desterrar. El vehículo debe convertirse en un elemento racional respecto a su uso, dejándonos llevar por herramientas como el car sharing y los servicios de transporte públicos o colectivos para abordar los núcleos urbanos. Lo de coger el coche a lo más mínimo fuera de la estricta necesidad está visto para sentencia.
La revolución es necesaria comenzando por nosotros mismos
Ahora, después de saber que: hay más alternativas en movilidad, que se puede optimizar el diseño de los futuros coches, que la tecnología híbrida y eléctrica sabe donde poder mejorar y que el usuario ya sabe de la necesidad de un cambio de mentalidad, la parte difícil de esta lección es llevar todos los cambios necesarios a cabo.
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