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Tata Nano: ¿puede un coche ser demasiado barato?

Érase una vez un coche que todo el mundo podía comprar, cuyo consumo y mantenimiento tenían un coste ridículo, al tiempo que proporcionaba un servicio de transporte individual perfectamente válido. Este vehículo era fruto de un diseño industrial tan profundo y concienzudo que ya no era posible simplificarlo más. Hablamos de la esencia misma de la movilidad sobre cuatro ruedas, del puro concepto de transporte carrozado. Hablamos del Tata Nano.

¿La razón?.. es demasiado fácil tenerlo como para quererlo

El Tata Nano era el coche que iba a motorizar India, uno de los países de mayor crecimiento económico de los últimos tiempos (BRICS) y uno de los menos motorizados. El Nano tiene un precio de 2.150€, compitiendo directamente con motos de pequeña cilindrada que sí abundan en el país, pero con cuatro plazas y carrocería (mucho más cómodo y seguro). Desde verano 2009 se han vendido menos unidades que la capacidad de producción de un solo año (229.000 vendidos en casi 4 años frente a 250.000 previstos al año) y con ventas cayendo en picado en 2013. ¿La razón?.. es demasiado fácil tenerlo como para quererlo.

Es curiosa la naturaleza humana. No hablamos de un mercado maduro como Europa o Estados Unidos, donde cualquier idiota posee las llaves de un coche, incluso de un coche caro. Hablamos de un lugar donde la bicicleta impone su ley y donde la gente se hacina en los techos de los trenes, jugándose la vida para cambiar de pueblo. Allí donde la población debería estar más ansiosa por conquistar su propia movilidad (siempre de bajo coste, dado el nivel de renta). Pero el caso es que el Nano se ha quedado muy lejos de su objetivo. La gente prefiere una moto o un coche mucho más caro.

Lo que ha hecho es quedarse en tierra de nadie, ahuyentando a sus potenciales compradores

El Nano pretendía abrir un nuevo nicho de mercado, inexplorado hasta entonces, y se postulaba en su lanzamiento como una alternativa a un scooter. En lugar de abrir esa veta, lo que ha hecho es quedarse en tierra de nadie, ahuyentando a sus potenciales compradores. En palabras de Karl Slym, Director gerente de Tata, los propietarios de motos no se animan a comprarlo porque los demás no perciben que se estén comprando un coche, sino algo entre un coche y una moto, mientras que los compradores de coches no quieren adquirir algo que compite con una moto.

La decisión de la marca consiste en rediseñar el coche para que se parezca más a un coche, es decir, hacerlo más caro

Así pues, todo parece ser una cuestión de percepción y posicionamiento en el mercado, no un problema objetivo del producto en sí. Con este argumento en la mano, la decisión de la marca consiste en rediseñar el coche para que se parezca más a un coche, es decir, hacerlo más caro.

Como dijo el poeta, ¡manda huevos!

Fuente: Carscoop
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