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Los 4 peores enemigos de la pintura de tu coche

¿Cuántas veces te has preguntado qué hacer para mantener el brillo de la pintura de tu coche como el primer día? No es fácil que el paso del tiempo no haga mella en el aspecto de la carrocería, pero hoy vamos a hablar de los 4 peores enemigos de la pintura de tu coche.

El Sol: el enemigo natural

No cabe la menor duda de que los agentes climatológicos son algunos de los culpables de que nuestra pintura no luzca como merece el máximo tiempo posible. La exposición solar directa puede debilitar seriamente el brillo que luce nuestro coche, y esto es debido al efecto que produce la radiación sobre el barniz que da brillo a nuestro coche. El lacado o esmaltado de la pintura es el proceso por el que la pintura queda protegida y saca a relucir todos su matices y tonalidades, pero su degradación es progresiva y se ve seriamente afectado por las temperaturas altas y la exposición directa a luz solar. Con el paso del tiempo lo más probable es que esa capaz de barniz vaya perdiendo resistencia y profundidad, dejando al descubierto la capa de pintura más externa y eliminando así la protección y el color.

Resguardar tu coche del Sol es un consejo más que recomendable, aunque cuidado, buscar sombra tampoco es fácil si tenemos en cuenta que el cobijo de los árboles no siempre es el más adecuado. A menudo, aparcar debajo de un árbol es sinónimo de manchas por culpa de sus frutos/flores y las deposiciones de los pájaros que en él habitan.

¿Cómo limpias tu coche?

Limpiar el coche puede convertirse en toda una religión. Cada propietario tiene sus métodos y trucos para sacar el máximo brillo a su coche, pero hay aspectos fundamentales que se deben tener en cuenta. Lo primero que hay que destacar es que el proceso de limpieza a mano, con gamuza, jabón de PH neutro y agua de baja mineralización es el método más recomendado. La laca de nuestro coche sufre y expone abiertamente cualquier mínima abrasión, dejando relucir esas proyecciones que afean tanto la carrocería cuando ésta brilla bajo el Sol.

Los procesos de limpieza automatizados gozan de mala fama, y realmente no son los procesos más recomendables. Los túneles de lavado con rodillos suelen ser los culpables de serios arañazos en la pintura de nuestro coche, y ésto se produce por culpa de un incorrecto mantenimiento del sistema. Los rodillos están compuestos de miles de láminas de un material sintético muy absorbente y flexible, pero por su trabajo reiterado necesitan de un especial cuidado para eliminar la suciedad que van a acumulando. Al no llevarse a cabo correctamente su mantenimiento, las láminas de los rodillos acumulan partículas que terminan por generar microabrasiones, y así su mala fama.

El uso de productos de limpieza de baja calidad o muy abrasivos es otro de los grandes culpables de que el brillo de nuestro coche sufra. En los productos de limpieza es donde mejor podemos aplicar aquello de lo barato sale caro, pues por regla general, la limpieza del vehículo se consigue a través de productos abrasivos que consiguen eliminar muy fácilmente la suciedad, aunque por contra también afectan seriamente a la pintura de carrocería y llantas. Estos productos cuentan con dos grandes peligros, uno es su uso reiterado para eliminar esa mancha que no sale, y otro es el mal aclarado una vez aplicado el producto de limpieza.

Encerado y pulimentado ¿Cuándo debo usarlos?

Los dos grandes recursos a la hora de proteger y restaurar el color. El encerado es la clave para proteger nuestra pintura lo máximo posible. Lo que conocemos por encerar el vehículo, y con ello me refiero a los procesos manuales de encerado, consiste en aplicar una capa de material sintético y protector que crea una barrera entre el barniz de la pintura y el exterior para filtrar la radiación solar, facilitar la limpieza y repeler la suciedad en los mejores casos. El encerado se recomienda de forma anual y es la mejor inversión en tanto a protección, si hablamos de productos de calidad claro. Como en el caso de los productos de limpieza, el uso de ceras de baja calidad pueden afectar al barniz y, por supuesto, reducir considerablemente la protección.

El pulimentado de la pintura es otro de los grandes recursos, pero a todas luces es el último recurso a considerar. El proceso de pulir el barniz de la pintura es un proceso manual o automático que consiste en la aplicación de un producto abrasivo que elimina capas del barniz para renovar su brillo. Este proceso y su resultado final dependen, y mucho, de los métodos empleados, de la experiencia de quien lo aplique y del tipo de pulimento empleado. Al final hablamos de un proceso de último recurso que rebaja la capa de barniz en pos de conseguir renovar su brillo. Recurrir al pulimentado sólo es recomendable, en aquellos casos donde exista una pérdida de brillo por culpa de excesivas abrasiones fruto del uso de túneles de lavado o degradación del color en zonas muy expuestas al Sol. Suele ser recomendable antes de aplicar procesos de protección como el encerado para garantizar el mejor resultado.

La calidad de nuestra pintura

He aquí la clave del resultado final. Por muchos cuidados que tengamos en el mantenimiento de nuestra pintura, si los materiales y técnicas empleados en el pintado de la carrocería no son los adecuados, será muy difícil obtener buenos resultados. Por regla general los fabricantes emplean muy altos estándares de calidad en los procesos de pintado y barnizado, pero siempre existe la posibilidad de fallo. Del mismo modo, en cualquier proceso de reparación se presupone el mejor trabajo posible, pero indudablemente existen casos donde el resultado final es bueno, y a los pocos mese la degradación sufrida por la pintura muestra que ese trabajo no se ha realizado con la máxima calidad.

Verificar el pintado de una carrocería no es sencillo, y es que el acabado final nos induce a engaños. Sin embargo hay claves que nos pueden ayudar a detectar anomalías. Por cierto, a la hora de examinar la carrocería y pintura de tu coche, fíate más del tacto que de la vista:

Proyecciones: si al contemplar nuestra pintura detectamos pequeñas partículas adheridas al barniz, que no te quepa la menor duda de que ese proceso no se ha realizado en las mejores condiciones. El barnizado de la pieza se ha realizado en un ambiente que contenía polvo o partículas en suspensión, por lo que ese barniz es probable que haya perdido propiedades y no aguante demasiado bien el paso del tiempo.

Tacto rugoso o poroso: con el tacto también debemos contemplar el acabado final. La aparición de superficies rugosas o porosas en el barniz nos demuestran claramente la falta de material en esa zona, revelando cómo el proceso de pintado/barnizado se ha realizado de forma desigual y dejando zonas de la pintura sin proteger.

Diferencias de tonalidad y protuberancias: cada color supone un reto para el pintor, y es que pintar toda la carrocería por igual supone todo un desafío para conseguir los mismos matices y tonos. El color más difícil es y será el gris, más aún cuando hablamos de metalizados. Si durante la inspección visual detectamos zonas donde los tonos varían, o donde palpamos cambios de profundidad, no hay que dudar en reclamar. Por regla general, los cambios de tonalidad responden a la aplicación de pintura de forma desigual, sin embargo, la aparición de zonas con pequeños relieves en forma de gota u olas, son síntoma inequívoco de un claro exceso en pintura o barniz.

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