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Alexander Rossi da la campanada en sus primeras 500 Millas de Indianápolis

La centésima edición de las 500 Millas de Indianápolis no podía ser una carrera cualquiera. Por muy bonito que fuera el envoltorio (actuaciones, invitados, himnos) y por muy grande que fuera la expectación (con gradas en un estado digno de los ochenta o primeros noventa), de nada servía el esfuerzo del Indianapolis Motor Speedway y la IndyCar Series si la carrera no era buena. Y aunque no fue el final más luchado, sí fue emocionante y dio un ganador popular: Alexander Rossi en su debut tras competir en F1 y de la mano de un esfuerzo conjunto entre Herta y Andretti.

El estadounidense triunfó a la primera en tan histórica edición gracias a una arriesgadísima estrategia. Con una bandera amarilla a cuarenta vueltas, parecía claro que sólo quienes sacrificaron su posición en pista por retrasar su parada bajo coche de seguridad (Castroneves, Pagenaud, Bourdais) podrían ir hasta el final. Pero Rossi aguantó no sólo más que quienes hicieron su penúltima parada junto a él sino también más que estos, realizando una última vuelta tan ridículamente lenta como efectiva. Cinco años después Bryan Herta vuelve a llevar a uno de sus pilotos al Victory Lane contra todo pronóstico. Entonces fue Dan Wheldon.

La carrera fue bastante entretenida y se vieron muchos adelantamientos y cambios de líder, pero la realidad es que durante buena parte de la misma se rodó con enorme tranquilidad. Hunter-Reay, Hinchcliffe, Bell, Muñoz o Newgarden estuvieron en todo momento en los primeros puestos, alternándose en cabeza para no gastar demasiado carburante y esperando todo el mundo un advenimiento de los Penske y Ganassi que jamás llegó.

De hecho la carrera de Penske fue especialmente mala. Montoya fue el primer abandono al perder el control de su monoplaza, Power y Pagenaud acumularon sanciones y Castroneves no llegó al final pese a tener mejor estrategia que la mayoría de la parrilla. Al final el mejor fue Power, 10º. En Ganassi el resultado final fue mejor y Kanaan se repuso a un toque en boxes para acabar cuarto, mientras que un Scott Dixon bastante gris fue octavo.

En cambio Andretti Autosport estuvo siempre ahí. Marco no tanto y quedó eliminado por un problema de presión en las ruedas, pero Bell (demasiado agresivo durante toda la carrera) y Hunter-Reay sólo quedaron apeados de la lucha al tocarse en el pitlane y tanto Muñoz como Rossi terminaron disputándose el triunfo, volviéndose a quedar el colombiano con la miel de los labios al finalizar segundo, como en 2013. Cuando estaba afincado en España y corría Fórmula 3 Euroseries he de reconocer que jamás le vi nada especial. Sin embargo, que hay algo mágico entre él e Indianápolis es indudable.

La mejor de las noticias para la IndyCar Series es que pese a lo atípico del desenlace, se vislumbra un cambio de guardia. Josef Newgarden acabó tercero, completando un podio lleno de juventud y de pilotos norteamericanos, lo que necesita como el comer este campeonato. A ello hay que sumar en el Top Ten la presencia de Charlie Kimball (5º), JR Hildebrand (6º) y James Hinchcliffe (7º). Cerraron los diez primeros puestos Sébastien Bourdais y Will Power.

En cuanto a Oriol Servià, protagonizó la carrera que cualquiera espera de él en Indianápolis. Estuvo agazapado pero demostró que podía ir más rápido si quería cuando recibió una sanción por ‘unsafe release’. Y cuando llegaron las últimas vueltas llegó a rodar cuarto, pero al tener que parar como tantos otros finalizó duodécimo.

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Eloy Entrambasaguas

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