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La oscuridad al pie del faro

A finales del año pasado publiqué un artículo acerca de lo complicado que sería para los medios independientes centrarse en el automovilismo sin claudicar ante los intereses de la gigantesca corporación de la cual Zak Brown es presidente no ejecutivo. Tendencias mediáticas como que Lando Norris es pretendido por Red Bull Racing, Adrian Newey tiene intenciones de irse al equipo Renault y la Fórmula 1 es aburrida, puesta de moda en vísperas de la 24 Horas de Le Mans, entre otras líneas temáticas que se fabrican, reproducen y amplifican bajo un mismo techo, y posteriormente se repiten en otros sitios particulares, llevan a cuestionar el ejercicio del periodismo. Aunque no es ninguna novedad que los dueños de medios utilicen sus influencias para sus propios beneficios políticos y económicos, si resulta preocupante advertir tales estrategias aplicadas al deporte.

Como uno de los editores de esta página debo estar al tanto de lo que acontece en el automovilismo, principalmente de la Fórmula 1, para de forma habitual compartir esa información con los lectores. No obstante, ubicar noticias que sean verificables y además enaltezcan los valores del deporte y de la competición se ha convertido en una tarea un tanto cuesta arriba por las razones antes expuestas. Por convención social se cree que lo publicado en los periódicos o portales noticiosos se sustentan en lo verdadero, pero existen contenidos que no soportan un simple análisis porque se desmoronan al instante, de allí que sea mejor ignorar, hacer silencio y no participar en un juego de intereses.

Se indicó que Lando Norris es pretendido por Red Bull Racing para reemplazar a Brendon Hartley en Toro Rosso, sin embargo, es el mismo Zak Brown quien protagoniza los titulares de su propia franquicia indicando que ahora son tres los equipos interesados en la ficha de Norris. Justamente cuando la estructura Red Bull está pactando una gran alianza con Honda, que concede a los motores japoneses el mejor conjunto chasis y aerodinámica de la Fórmula 1, se vuelve con la noticia de Norris. Considero un insulto a la inteligencia exponer que un novato perteneciente a McLaren Renault desembarque en el proyecto más ambicioso del próximo año en plan de espía. No me imagino a Norris, ni a Robert Kubica ni a Pascal Wehrlein, interactuando con los ingenieros de Red Bull, Toro Rosso, Honda y ExxonMobil, dando indicaciones al personal sobre el comportamiento de los diversos componentes y opinando acerca de los diseños, actualizaciones y otros asuntos técnicos, para luego devolverse a su lugar de origen, trasladando esos secretos a un equipo rival.

Otra noticia destacable fue la supuesta aproximación de Adrian Newey al equipo Renault. Se entiende que tras el movimiento de Zak Brown, quien en su faceta como jefe de McLaren expuso a Honda al escarnio público, subyace el desespero por intentar minimizar el error de regalar el motor japonés a la estructura de Dietrich Mateschitz. Pero de allí a inventar que Newey piensa abandonar Red Bull Racing, donde tiene tanto poder como el jefe del equipo, para recalar en Renault, donde será un subordinado de Cyril Abiteboul, o de Alain Prost, para encargarse de diseñar un coche a partir de la unidad de potencia que tanto ha cuestionado en los últimos años, carece de todo sentido lógico. Me lo explican con peras y manzanas y sigo sin entenderlo.

Es obvio que en las páginas afines a Zak Brown existe la autocensura y por tal razón los recurrentes problemas de McLaren se evitan, de allí que se prefiera mover el foco hacia Red Bull y originar la matriz de opinión sobre la Fórmula 1 aburrida y predecible, aunque el campeonato esté por un punto y hasta ahora se registren tres ganadores distintos en siete fechas. Lo más cumbre del asunto es que Red Bull será un incómodo detector de mentiras para Honda, Renault y McLaren, y esa situación se antoja complicada de disimular desde el punto de vista mediático, así que tal vez se intensifiquen las críticas y los cuestionamientos hacia la Fórmula 1 en general para distraer la atención.

En estos últimos días, el desespero de Cyril Abiteboul y de Zak Brown se percibe en el ambiente porque ambos, aunque ejercen de jefes en sus respectivos equipos, también son empleados y deben rendir cuentas por sus acciones a entes superiores. En el caso del francés, su planificación ha resultado tan de largo plazo que a estas alturas no parece tan buen negocio haber comprado Lotus para demostrarle a Red Bull cómo se gana con ese motor. Ahora los austriacos desprecian Renault y ponen punto final a una relación de once temporadas. En teoría, Renault tiene todos los elementos para avanzar, incluyendo a sus recientes adquisiciones Marcin Bukowski y Matthew Harman, pero la gestión interna ha sido tan divergente y abstracta que la planificación les impide concentrarse en el ahora para creer que en los próximos años estarán arriba. Lo de Red Bull es para hoy, lo de Renault es para cuando florezcan las amapolas, pero por la noche. Renault tendrá en McLaren a un único socio, se verá entonces cómo marchará tal relación de cara a los resultados.

En el caso del norteamericano, ha debido desligarse de su labor en los medios para dedicarse de forma exclusiva a gerenciar a la escudería McLaren, porque no resulta ético formar parte de una competición y además influir en los medios de comunicación que hacen vida allí. Acá ha sido más que obvio el ataque sistemático hacia Red Bull Racing y hacia la Fórmula 1 en la medida que la escudería McLaren desciende en la tabla de constructores. Hasta el Gran Premio de España, que por lo regular resulta de las carreras más monótonas del calendario por las características del circuito, nada se había dicho de una Fórmula 1 aburrida. Es a partir del Gran Premio de Mónaco, donde ganó Daniel Ricciardo, cuando inició la campaña de la Fórmula 1 aburrida ya que según los «medios especializados» no hubo mayor acción en un circuito como Monte Carlo. ¿En serio se esperaban muchos adelantamientos con coches más largos y más anchos en unas calles angostas? O acaso era el momento propicio para iniciar la campaña Fórmula 1 aburrida; Le Mans interesante.

No está fácil, hay que verle la cara a un emporio que publica contenidos en 81 países y en 17 idiomas distintos, y que en lugar de enaltecer la actividad que es su razón de ser, genere una matriz de opinión que va en sentido contrario. Para ejemplificar mi postura, expongo lo sucedido durante el mismo período de tiempo, grandes premios de Mónaco y Canadá, y otro evento deportivo como lo fue la final del baloncesto de la NBA. Por cuarto año consecutivo, Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers se enfrentaron y además por octava ocasión seguida LeBron James participó en la definición del campeonato.

En ningún medio deportivo especializado, entiéndase ESPN, CBS Sports, NBC o Fox Sports; pude apreciar críticas negativas a esta situación ni la sugerencia que algo debe cambiar, en aras del deporte, para evitar que otra vez los mejores de la temporada lleguen a la final. Tampoco pude distinguir alguna opinión acerca de lo aburrido que es el torneo porque siempre triunfan los mismos, tal vez porque se entiende que el fin último de una disciplina deportiva es que ganen los que más se esfuerzan durante todo el año, y es que de ser diferente ya no sería deporte sino un juego de envite y azar.

Al trasladar la atención al Gran Premio de Canadá, se advierte entonces que arrecian las críticas negativas hacia la carrera y sus protagonistas porque no se observó mayor emoción en pista. Está claro que el clímax del automovilismo es el adelantamiento, pero para apreciar una buena cantidad, los equipos más competitivos tendrían que salir desde los últimos lugares en todas las carreras, situación que distorsionaría la competición. En los deportes a motor aquellos que sean más rápidos en la clasificación salen adelante, no tendría sentido hacer lo contrario en aras de fomentar un espectáculo contra natura. Se debe comprender que lo sucedido en Canadá no será ni el primer ni el último gran premio donde no ocurra mayor acción, pero no por ello hay que desatar una cruzada contra la Fórmula 1. Menos mal que los desaparecidos Jim Clark y Ayrton Senna no alcanzaron la gloria en esta época, porque a través del internet seguramente lloverían los cuestionamientos y el menosprecio mediático porque partir desde la pole y no dejarse adelantar durante un gran premio es algo muy aburrido, así no tiene ningún mérito ganar, además todo lo hace el coche.

¿Se entiende ahora lo que es inocular una matriz de opinión?

No negaré el hecho de sentir cierto regocijo cuando observé que prácticamente los mismos agentes que durante años han intentado instaurar la idea de que en la Fórmula 1 el mérito es del coche y no del piloto, han tenido que hacer toda clase de maromas y malabarismos para minimizar las virtudes del Toyota TS050 Hybrid frente a sus rivales en Le Mans. Por supuesto que acá los ganadores no fueron Pascal Vasselon y Hisatake Murata, los creadores del avanzado prototipo, a ellos ni agua les dieron. Es el riesgo que se corre cuando se escupe para arriba; después no hay manera de justificar el chaparrón.

Todas estas acciones de los conocidos como Mass Media, estaban cantadas desde hace rato, o por lo menos así lo percibí cuando escribí sobre las estrategias de Zak Brown, ejerciendo su doble función laboral, sin dejar de mencionar su interés en lucrarse con la imagen comercial de Fernando Alonso. Brown tomó la decisión de entregar el motor Honda a Red Bull Racing y lo que está sucediendo, sobre todo a su escudería, no se puede disimular fabricando noticias ni a través de campañas mediáticas que menosprecien el trabajo y el esfuerzo de los que ganan en la Fórmula 1.

Ahora mismo está en marcha el Mundial de Fútbol en Rusia y no veo a ningún medio especializado manifestar que es un evento tedioso y aburrido porque casi siempre ganan los mismos, las selecciones con los mejores jugadores, los que anotan más goles y los que se prepararon mejor durante este ciclo.

¿Se imaginan una campaña para cambiar todo eso por el bien del espectáculo?

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Humberto Gutiérrez

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