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¿Cómo es posible que este Peugeot 104 no se oxidase en 38 años sumergido en un pantano?

Hace la friolera de 38 años, un Peugeot 104 fue sustraído en la región francesa de Champagne. La propietaria denunció el robo ante la policía, pero el coche nunca apareció. La aseguradora reintegró su valor a la propietario, que adquirió otro vehículo y continuó con su vida. La semana pasada, el coche volvió de entre los muertos, a apenas kilómetros de donde fue robado. Un verano especialmente seco hizo descender el nivel de un pantano, que reveló un coche cubierto por décadas de material orgánico y barro. Lo más sorprendente es que el coche apenas se ha oxidado.

Lo primero que la policía hizo fue comprobar si había algún cuerpo en el interior del coche. Lo único que encontraron fueron peces y anfibios. Tras despejar una de las matrículas y revisar el histórico de vehículos robados, pudieron contactar con la antigua propietaria – estaba francamente sorprendida y emocionada de que el coche que había dado por perdido apareciese de la nada. Aquél pequeño Peugeot 104 – matriculado en 1975 y entonces en su tercer dueño – es técnicamente propiedad de la compañía aseguradora de su antigua propietario, y su destino muy posiblemente sea el desguace.

En su momento, el Peugeot 104 era un sencillo utilitario, el equivalente a nuestro Peugeot 208 actual.

A pesar de su edad, no es un coche clásico con un alto valor, y su estado mecánico es completamente ruinoso. El agua ha hecho mella en todos los componentes eléctricos y mecánicos, dejándolos completamente inservibles. No obstante, sorprende que su carrocería, una vez limpia – y también sus cromados – hayan soportado tan bien el paso del tiempo. El interior tampoco está en un estado tan catastrófico si tenemos en cuenta el tiempo que ha pasado sumergido en un pantano. Ha sido la hipoxia de la materia orgánica que lo ha cubierto la que ha evitado que el coche se oxidase hasta la médula.

En los pantanos se vierten todo tipo de sustancias orgánicas de las que multitud de organismos se alimentan, consumiendo en el proceso una gran parte del oxígeno del ecosistema. En cualquier otro ambiente, dudo que quedase algo de este coche. No deja de ser una anécdota, digna de un programa de «crímenes sin resolver» para aficionados a los coches.

Fuente: The Drive

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Sergio Álvarez

Aunque es técnico en comercio internacional de formación, los coches han sido su pasión (incluso obsesión) desde que apenas levantaba un metro del suelo y sus padres le regalaron un Ferrari rojo a pedales. Su afición se ha profesionalizado en Diariomotor, donde está presente desde 2008. Seguir leyendo...

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