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¿Es lógico y legítimo que los fabricantes de coches intenten acabar con los especuladores?

No es la primera vez, ni será la última, que hablamos sobre la burbuja de precios en los clásicos y deportivos. Una situación en la que un fuerte desequilibrio entre la demanda y la escasa oferta de productos muy exclusivos hace disparar los precios del producto y, además, arrastra a otros que se sitúan por debajo en precio. Algunos expertos en este mercado apuntan que la situación empieza a remitir (aunque con dudas de que la burbuja vaya a explotar), con precios que, desde su cota máxima en 2015, no sólo no suben al ritmo de antes sino que comienzan a descender. Los fabricantes están intentando poner de tierra de por medio para frenar la especulación con sus modelos, pero ¿qué parte de culpa tiene esta maniobra en el descenso de precios? ¿Es lógico que las marcas muevan esta ficha? Y no menos importante: ¿es legítimo que lo hagan?

¿Tiene sentido que las marcas intenten impedir la especulación?

Porsche anunció hace meses, en un tono que sonaba ciertamente amenazante, que podía localizar e identificar a los clientes que especulasen con sus coches. Básicamente, como titulaba el artículo mi compañero David Villarreal, Porsche sabe «quiénes son y dónde viven» sus clientes y puede poner remedio para evitar que sus modelos se conviertan en objetos puramente de inversión tan pronto como salen del concesionario. Uno de los ejemplos más claros de especulación en los últimos tiempos ha sido el Porsche 911 R, un modelo de producción limitada con unos ingredientes que lo hacen irresistible tanto para apasionados de los coches como para inversores, y que, tan pronto como se puso en la calle, en el mercado de segunda mano multiplicó hasta por seis su precio nuevo en el concesionario.

En una maniobra por frenar la situación anterior, Porsche lanzó el 911 GT3 Touring Package: un GT3 manual, sin alerón y con 500 CV, para intentar hacer un coche lo más parecido al 911 R. Una jugada que seguramente no gustó a los que compraron un 911 R para especular, pero tampoco a los que lo hicieron creyendo que el 911 R sería uno de los últimos Nueveonce manuales, atmosféricos…

Porsche lanzó el 911 GT3 Touring Package para ‘abaratar’ los 911 R, Ferrari elige a quién le vende sus modelos especiales y Ford puso a examen a los clientes del GT. ¿Realmente funciona para frenar la especulación?

Pero no quisiera que estas líneas girasen en torno a Porsche; otros fabricantes de superdeportivos siguen diferentes estrategias, o quizá las mismas pero ejecutadas de manera distinta, para intentar que sus coches no sean carne de especulador. Ferrari, por ejemplo, elige a quién le vende sus modelos más especiales como los LaFerrari, F12tdf o 458 Aperta, teniendo en cuenta cuántos Ferrari ‘normales’ han comprado en los últimos años y cuántos tienen en total en su garaje. Algo parecido también lo hacen Porsche y McLaren, y aún así, es fácil encontrar a la venta unidades de segunda mano poco después de lanzarse el modelo. Ford, por su parte, sometió a un exigente examen a todos los potenciales compradores del nuevo Ford GT. Una vez superado, una cláusula en el contrato de compra impide vender el coche en los dos primeros años; de lo contrario, Ford te puede llevar a los tribunales. ¿Tiene sentido todo esto? ¿Está funcionando?

La especulación está disminuyendo pero no, no es gracias a las estrategias de los fabricantes

Según Dietrich Hatlapa, portavoz del Historic Automobile Group International, la menor cotización de los clásicos se debe a que los inversores empiezan a mirar hacia otro lado, poniendo el foco de la especulación en otros bienes, y dejando en mayor medida el mercado en manos de coleccionistas y auténticos aficionados. Aunque el mercado de los superdeportivos difiera en matices respecto al de los clásicos, en esencia sus actores y su marco funcional son los mismos; dicho de otra forma, la conclusión de Hatlapa se puede extrapolar a los superdeportivos modernos.

Los precios están descendiendo, pero lejos de ser consecuencia de la estrategia de las marcas todo apunta a que es culpa de los inversores, que están abandonando el automóvil como valor refugio

Lejos de ser gracias a los fabricantes, este distanciamiento de los inversores respecto del automóvil suena más al surgimiento, o renacimiento, de nuevas y más rentables formas de ganar dinero. Hasta ahora este tipo de coches era un valor seguro, un bien que se revalorizaba año tras año; ahora esa tendencia revierte. ¿Tiene sentido entonces que los fabricantes intenten eliminar la especulación con sus modelos? La respuesta es sí, lo tiene, desde el punto de vista del potencial beneficio que puede suponer para que más gente pueda acceder a un deportivo. ¿Es coherente con su negocio? No, sin duda no.

Que los fabricantes intenten poner de su parte para eliminar la especulación puede tener sentido, pero realmente no es coherente con su negocio

Vayamos por partes: ¿Qué ocurre, en el fondo, cuando alguien especula con un Porsche 911 R? El precio de este último se multiplica, y quien se queda sin uno busca consuelo en los 911 GT3. La demanda de este último aumenta y con ello su precio. Aquellos que buscaban un GT3 de segunda mano y ahora no se lo pueden permitir, comienzan a fijarse en los 911 Carrera GTS o en GT3 de generaciones más baratas. Así sucesivamente hasta que, al final, estirar el precio del modelo ‘halo’ repercute en última instancia en el del más básico 911 Carrera. Por tanto, y desde el punto de vista del aficionado (o auténtico quemadillo) que busca un Porsche con presupuesto limitado, es positivo que los fabricantes pongan empeño en que sus productos no sean mera mercancía especulativa. O mejor dicho: sería positivo si realmente funcionase.

El fabricante quiere ganar dinero y sus clientes también: ¿Qué diferencia hay?

Dicho lo anterior, lanzo otra pregunta: ¿Es legítimo este empeño de los fabricantes? Fabricantes y clientes juegan su partida sobre el mismo tablero: un sistema económico de libre mercado donde, en base a la oferta y la demanda y siempre cumpliendo con la ley y los impuestos correspondientes, el vendedor puede fijar o acordar con el comprador el precio que le venga en gana por un bien específico. Si nada más salir del concesionario, con el coche ya a tu nombre, hay una sola persona dispuesta a ofrecerte el doble de lo que te costó a ti, ¿con qué autoridad la marca habría de impedir esa transacción? El prisma ético de cada cual valorará esa acción como loable o perversa, pero por encima de esa opinión está la libertad del individuo y su derecho legal a comerciar con un bien de su propiedad, ganando dinero en el proceso.

Si nada más salir del concesionario, con el coche a tu nombre, hay una sola persona dispuesta a ofrecerte el doble de lo que te costó a ti, ¿por qué la marca habría de impedir esa transacción?

Hasta ahora he dicho que intentar poner remedio a la especulación podría ser positivo para todos en caso de funcionar, es loable por esa parte, pero al mismo tiempo no me parece legítimo. Y añado: también me parece hipócrita por parte de los fabricantes. Estos, cuando hacen deportivos y superdeportivos, quieren que sus coches sean conducidos, disfrutados, que se utilicen para lo que fueron diseñaron. Pero por encima de ese romanticismo está la necesidad de ganar dinero con cada unidad que venden.

Y para ganar más dinero, directa o indirectamente (el LaFerrari quizá no sea el modelo más rentable de Ferrari pero acaba repercutiendo positivamente en el negocio por imagen, por ejemplo), los fabricantes lanzan ediciones limitadas y modelos especiales que no hacen sino incrementar el apetito de exclusividad, el anhelo de tener un [inserte aquí marca de superdeportivo], la ambición por conseguir uno de estos. Y por tanto, el precio que se está dispuesto a pagar por uno de ellos. Quizá un fabricante no quiera que el cliente que ansía un deportivo para disfrutarlo pierda su oportunidad por culpa de un cliente que lo ha adquirido para especular con él. Pero, en definitiva, a los fabricantes les interesa generar esa sensación de deseo hacia sus máquinas y, por qué no, jugar con la oferta y la demanda para que siempre haya quien se quede sin un determinado modelo y quiera pagar más por el siguiente.

Más allá del romanticismo, una marca necesita ganar dinero y para ello le interesa también generar sensación de deseo para con sus máquinas

Toca responder de forma unificada a la pregunta que hacía en el titular de este artículo: ¿Es lógico y legítimo que los fabricantes intenten acabar con los especuladores? Podría ser lógico, si funcionase, pero en absoluto me parece legítimo y, además, es hipócrita y nada coherente con su negocio. Esto es sólo la reflexión personal de un servidor, cocinada a fuego lento mientras anhelo que la burbuja se desinfle, dando pie a que todos los quemadillos tengan más accesible el deportivo de sus sueños.

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