El Gran Premio de Australia de 1995 significó el final de los motores V12 en la Fórmula 1. Han pasado más de 20 años desde que Gerhard Berger y Jean Alesi disputaron aquel campeonato con el Ferrari 412 T2, el hermoso monoplaza salido de Maranello capaz de hipnotizar a los espectadores con el melodioso sonido de su poderoso motor. Desde una perspectiva actual, el piloto austriaco recuerda con alegría y nostalgia al motor V12 y lo que significó para su trayectoria.
Entrevistado para la publicación Motorsport Total, Berger se remontó hasta Adelaide 1995 para indicar que correr con un motor doce cilindros siempre fue algo especial, tenía más potencia que los demás pero también más peso y ese factor en los circuitos de muchas curva generaba problemas para mantener el equilibrio, pero las sensaciones eran incomparables. Había que ser más rápido en las salidas de las curvas para aprovechar el poder en las rectas.
Explicó que a mediados de los años noventa, Ferrari era la única escudería con un V12 y la diferencia en potencia no resultó suficiente para vencer a los V10 ni al Ford V8 de Benetton, ambas opciones permitían construir coches más compactos, con mejor refrigeración y ligeros, así que desde la salida de la carrera, el V12 estaba en desventaja. No obstante, indica Berger, el público anhelaba escuchar el seductor sonido del gran motor cuando pasaba por las rectas a toda velocidad.
Berger, quien saltó a la fama pilotando un Benetton BMW turbo, refirió que su estilo estuvo signado por los motores de gran potencia, de allí que su aprendizaje resultó eficiente y pudo ser competitivo con todos. Explicó que la técnica con el motor turbo BMW era difícil de controlar porque las respuestas eran cortas y explosivas, por ello había que hacer malabarismos entre las aceleraciones, los cambios y el freno, porque el motor solo quería que le abrieran todo el gas.
Reflexionando sobre la tradición ferrarista de mantener los V12, Berger manifestó que la escudería italiana no aprovechó que Honda había demostrado con McLaren que el V10 era más eficiente. Honda tuvo primero un V10 y posteriormente construyó un V12 y aunque con ambos motores quedaron campeones, el diez cilindros era mejor en casi todos los aspectos. Pero la política, filosofía, tradición y símbolos de Ferrari eran elementos muy sólidos para cambiar el doce cilindros, incluso habían incertidumbres en cuanto al impacto en el mercado de los coches de calle, si apostaban por un V10 en la Fórmula 1.
En su primera etapa en Maranello, Berger estuvo desde 1987 hasta 1989, es decir pasó del motor turbo al aspirado, su último coche fue el Ferrari 640 V12. Posteriormente se trasladó a McLaren, donde pudo competir con los Honda V10 y V12, para luego retornar a Ferrari en 1993, de nuevo al volante de monoplazas con motores V12. Berger explicó en la entrevista que al llegar a Ferrari manifestó que deberían aplicar la experiencia de Honda para avanzar más rápido, incluso se trajeron a Osamu Goto, pero no hubo forma de persuadir a Luca Cordero di Montezemolo de cambiar, así que se siguió utilizando el V12 hasta que fue prohibido.
En tal sentido, explicó que el cambio de la jefatura del departamento de motores, de Claudio Lombardi a Osamu Goto no se realizó de la mejor manera, fue un período de transferencia muy confuso porque hubo muchos desacuerdos en cuanto a tecnología. Sin embargo, al final se hizo un gran trabajo al actualizar el motor Ferrari ya que desarrollaba mucha potencia en un rango de velocidades muy estrecha, no obstante el Renault V10 realizaba mejores tiempos por vueltas porque tenía más par, era más dócil entregando la potencia, consumía menos combustible y sus características eran ideales para construir un coche más equilibrado. Pero todo piloto desea un V12.
Tras salir de Ferrari en 1995, Berger retornó a Benetton, allí pudo estar en contacto con el Renault V10 pero todo fue muy diferente ya que todo el coche fue diseñado según las indicaciones que Michael Schumacher realizó el año anterior, de allí que debía pilotar por instinto y de esa forma se complica la labor técnica y la puesta a punto. Fue un trabajo arduo enfocarse en las debilidades de un coche que tenía un motor muy bueno.
El sonido del V12 al arrancar era patético, como si expresara algún dolor, pero luego todo cambiaba y era comparable a la música, había matices, burbujeos y balbuceos, ecos de salpicaduras metálicas al escupir la potencia. Todo provocaba una felicidad en nuestro cerebro, todo ese sonido del ayer y las chispas iluminando la vista. ..No hay duda que todo fue diferente y hoy me parece una lástima que no existan las mezclas. La audiencia era capaz de predecir cuál coche venía a lo lejos, un diez cilindros, un doce, viene un McLaren Honda, ahora un Ferrari, ahora un Benetton Ford…
Vía | motorsport total