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Descubre todos los secretos del Volkswagen I.D. R Pikes Peak, el eléctrico llamado a hacer historia

Prácticamente de forma paralela al inicio del Gran Premio de Francia, la Subida a Pikes Peak inicia su temprana actividad antes de que los pilotos de motos comiencen a recorrer los primeros las 156 curvas y 19,99 kilómetros conforman el recorrido de la Carrera hacia las nubes. Aunque se esperaba que la calidad permitiera a Simone Faggioli regalarnos un bonito duelo con Romain Dumas por la victoria, los tiempos parecen indicar que las capacidades mecánicas de la Norma se encuentran varios pasos por detrás de la bestia eléctrica de Volkswagen Motorsport.

Tras dejar detrás la decoración negra utilizada durante los test, Volkswagen cumplía con lo dicho en Alés y optaba por una librea más cercana a la que pudimos ver durante las primeras imágenes renderizadas por ordenador. El dorsal 94 ha sido estratégicamente elegido para ahondar en las siglas I.D. haciendo que cada uno de los dígitos coincida con el número de la posición que representa cada letra en el alfabeto. Todo ello para reforzar la promoción de la familia I.D. la nueva apuesta eléctrica del fabricante de Wolfsburgo que seguirá tomando peso en la estrategia comercial de la marca en los próximos años.

El Volkswagen I.D. R Pikes Peak ha sido desarrollado durante apenas ocho meses en una apuesta a última hora realizada por los alemanes que consideraron que la Subida de Montaña más famosa del planeta sería el perfecto golpe comercial para empezar su andadura eléctrica, tanto a nivel de vehículos de producción como en lo que se refiere a la competición, donde se les espera ver a partir de 2020 compitiendo dentro de la nueva etapa del Mundial de RallyCross. Era una forma de expresar que los vehículos alimentados por baterías podían contar con unas prestaciones superiores a las de los vehículos de combustión interna, todo ello con una estética que pudiera atraer a los aficionados y a los conductores.

Debido a la limitación de tiempo para tenerlo todo listo de cara al 24 de junio de 2018, Volkswagen decidió apostar por lo seguro, de atar el máximo número de tareas posibles con seguridad, optando por un piloto experimentado, rápido, fiable y que no tuviera problemas contractuales, y de montar el proyecto sobre una base consolidad. Obviamente Romain Dumas era la opción perfecta para todos los puntos, comenzando por su faceta como piloto y siguiendo además por su labor como jefe de su propio equipo. La Norma MXX RD Limited 4×4 eran los cimientos perfectos sobre los que empezar a montar el gran Lego en el que se convertiría finalmente el I.D. R Pikes Peak. Se mantenía el chasis de la barqueta de 2017 después de un acuerdo por el que el equipo RD ponía a disposición de Volkswagen todo los datos y elementos recopilados durante los últimos cinco años.

El alerón era otro de los elementos comunes, algo que ayudaba a facilitar el estudio aerodinámico, tras el que se realizaron pequeños retoques posteriores. En total, apenas se mantenía un 15% de la unidad utilizada por Dumas en el PPIHC 2017 y con el que y estuvo cerca de los tiempos de Sébastien Loeb hasta que un problema con el motor Honda preparado por HPD le dejó con menos potencia en la parte superior de la ascensión. Victoria, sí, pero el llegar a rozar con los dedos las manos el superar el registro de Loeb le llevó hasta el punto de pensar que había llegado muy cerca del máximo con su proyecto y que era el momento de buscar un fabricante para dar ese paso final y pulir los pequeños detalles que hasta ahora se le habían resistido.

Se llegaba muy justo a la fecha de corte, llegando incluso a tener que suspender el primer test matinal de Dumas en el Circuito de Alés debido a pequeños problemas de última hora. Había que pulir muchos detalles, especialmente en materia de batería y además terminar de poner a punto el kit aerodinámico. Tomando prestado del centro de desarrollo de Porsche en Weissach y su túnel del viento, Volkswagen diseñaba variaciones mínimas para un modelo a escala 1:2 con el objetivo de conseguir el mejor paquete y asegurarse de que en la parte más alta, donde la pérdida de densidad del aire hacía perder un 35% de la carga aerodinámica (respecto al nivel del mar) el coche contara con el suficiente apoyo como para explotar toda su velocidad y aceleración. Se imprimieron cerca de 2.000 partes aprovechándose de las impresoras 3D, algo que les permitió encontrar distintas configuraciones que se han llevado a Colorado y que se han probado durante las últimas semanas: pasos de rueda delanteros con rejilla, completamente abiertos, ruedas carenadas, llantas lenticulares… Un gran ramillete de posibilidades para no dejar nada al azar en términos de aerodinámica.

La imagen fue diseñada por el centro de Diseño de Volkswagen, algo que les llevó a tomar la decisión de optar una estética con líneas muy fluidas al igual que el resto de la familia I.D.  (llegarán a producción en 2020) y… con techo. El propio Demaison reconocía que por peso hubiera preferido un prototipo abierto para ahorrarse algunos kilogramos más en los 1.100 kg que formaban el conjunto, mucho más pesado que el Peugeot 208 T16 PPIHC de Sébastien Loeb. Hasta tal punto llegó la obsesión de ahorrarse unos gramos, que Volkswagen tuvo que cambiar su plan inicial con el que pretendía imprimir el logo de Pikes Peak en el mono de Dumas (obligatorio por reglamento llevar uno visible de 40 cm²) en lugar de utilizar un parche cosido, algo que finalmente no le permitieron.

En total eran 680 CV de potencia generados por dos motores, el de detrás ligeramente más potente para conseguir compensar el mayor peso de la parte trasera, mientras que las baterías eran situadas a la derecha y detrás del asiento del piloto, tratando de conseguir un buen reparto de masas. Aunque no lo expresó abiertamente, Volkswagen recibió la ayuda de “un suministrador británico muy ligado a la Fórmula E” en materia del tren de potencia y de los motores, mientras que las baterías fueron creadas por ellos mismos con la ayuda de ANSYS para calcular las dimensiones de las mismas después de optar por una configuración compromiso. También contó con la ayuda de Willy Rampf, llegado de la Fórmula 1 para hacer las funciones de consejero técnico en el desarrollo.

Las ventajas de un vehículo eléctrico parecían claras, teniendo el peso como principal contra, pero mostrando una mejor aceleración, par y la posibilidad de realizar un cuerpo muy aerodinámico al no necesitar demasiadas tomas de aire para la refrigeración. Llegados a más de 4.000 metros de altitud, el Volkswagen I.D. R Pikes Peak también acusará la altura (la temperatura ideal de funcionamiento de la batería es de 30 grados, algo que se superará debido a la falta de oxígeno), pero nada comparable con el 30% de potencia que pierden los motores térmicos respecto a la que tienen en la salida, a 2.682 metros. Prácticamente todo estaba controlado electrónicamente, con los movimientos de los pedales transmitido digitalmente con los denominados como e-gas y el ya mencionado brake-by-wire de la Fórmula 1.

La recarga ha sido finalmente uno de los puntos que se han tenido que tener en cuenta. Los ingenieros se han visto obligados a desarrollar un sistema de recarga rápida que pudiera tener en cuenta la posibilidad de una bandera roja con la carrera ya comenzada, parándose el intento y teniendo que bajar de nuevo hasta la salida para afrontar la segunda opción. Es en esos momentos cuando los dos sistemas de generación alimentados con Glycerol (un alcohol que surge en uno de los procesos de la producción de bio-diésel) tengan que llenar al máximo la capacidad de la batería teniendo siempre el objetivo de que esta no se sobrecaliente en el proceso y que todas las células se recarguen de forma homogénea. Ya en competición, el Pikes Peak I.D. R obtendrá el 20% de la energía utilizada en la subida gracias a una potente frenada regenerativa en el eje posterior.

Todo este repaso a los datos y características del prototipo eléctrico de Volkswagen quedarán momentáneamente de lado en sólo unos minutos, cuando Romain Dumas vea ondear la bandera verde y se lance a superar el 8:13.878 que Loeb consiguió hace cinco años y que ya ha demostrado que está en disposición de batir después de la clasificación.

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