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No es culpa de Toyota no tener rivales a su altura en el Mundial de Resistencia

El aplastante dominio de Toyota en la prueba inaugural del WEC 2018-2019, las 6 Horas de Spa, y que la casa japonesa decidiera dar órdenes de equipo en la parte final de la misma para asegurar el triunfo del TS050 HYBRID #8 pilotado por Fernando Alonso, Sébastien Buemi y Kazuki Nakajima, ha alimentado muchas discusiones sobre hasta qué punto tiene sentido sacar pecho de ganar ante un puñado de equipos privados. Por ello me gustaría romper una lanza en favor de Toyota.

La marca nipona bien podría haber decidido decir adiós al Mundial de Resistencia cuando Audi y Porsche decidieron marcharse. Sin otras marcas involucradas el nivel de atención en torno al campeonato iba a decaer sí o sí, aunque sólo sea por la menor inversión publicitaria. Además ya tiene en marcha otro proyecto en competición como es el del Mundial de Rallyes. Sin embargo Toyota tiene una apuesta decidida por los híbridos, está muy ligada a las carreras y cree que el mejor modo de dar a conocer su filosofía es en competición. De ahí que mantenga su programa en LMP1.

¿Qué debía haber hecho Toyota entonces? ¿Renunciar al único campeonato que le da cierta libertad técnica para mostrar su tecnología en pista? ¿Privarnos de unas máquinas alucinantes como son los LMP1 híbridos? Ha aceptado rebajar las prestaciones de sus TS050 HYBRID para que los privados se acercaran. Ha aceptado que los privados tengan algunos beneficios para que aumenten su competitividad sin disparar los costes. E incluso se ha sentado en la mesa para negociar el futuro reglamento LMP1 que entrará en vigor en 2021, toda una muestra de compromiso con la disciplina. Pero queramos o no, hasta entonces no deja de ser una lucha de David contra Goliat. Claro que fue absurdo ver a FIA y ACO retocar la Balance of Performance de la categoría antes incluso del inicio del WEC. Pero siendo realistas, Toyota tiene todas las de ganar igualmente. En Spa por ejemplo los LMP1 privados se vieron retrasados porque no tienen los medios para gestionar el consumo con tanta precisión como un equipo de fábrica.

Desde luego que además Toyota tomara la decisión de dar órdenes de equipo con una lucha por la victoria aún viva no ayuda a despertar simpatías. Pero hay que entenderlo. Primero, no es ni de lejos la primera vez que vemos órdenes de equipo en el mundo de la resistencia. Al contrario, aplaudimos cuando rara vez un equipo da libertad total y absoluta a sus pilotos para pelear en pista. Y después, no hay que olvidar que también hubo órdenes de equipo para acelerar la remontada del TS050 HYBRID #7 al desdoblarse. El #8 no tuvo motivo alguno para apretar en toda la carrera, el #7 sí. Que ambos coches estuvieran juntos a final de carrera tiene poco que ver con el ritmo potencial de cada uno de ellos.

Entiendo que disguste la situación, como también comprendo que haya quien crea absurdo modificar el calendario de todo un Mundial para que Fernando Alonso pueda optar al título. Pero no está de más no perder de vista que Toyota se juega su prestigio y su dinero por un campeonato que sin la marca japonesa estaría en serio entredicho. Y no es la primera vez. En Le Mans Toyota ya se quedó sola en 1994 y también salió perdiendo. Su amor y obsesión por esta carrera en particular y por el mundo de las carreras en general está bastante por encima del de muchas otras marcas. Malos aficionados seríamos si no mostráramos un poco de cariño incluso en las críticas hacia Toyota.

Foto | Toyota GAZOO Racing

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