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Travis Pastrana se volvió a vestir el traje de leyenda para emular a "Evel" Knievel

No tiene nada que ver con competición y ni siquiera estamos hablando de cuatro ruedas, sin embargo, lo que hizo ayer Travis Pastrana en la zona más icónica de la ciudad de Las Vegas bien se merece hacer un breve impasse dentro de la actualidad de las carreras para disfrutar del que sin duda es uno de los freestylers más grandes de la historia. Una celebridad del arte funambulista al manillar de una moto que quiso ayer, junto al Canal Historia, rendir un sentido homenaje a uno de sus predecesores, “Evel” Knievel.

Y es que, si puedo sacar conclusión a lo realizado el estadounidense ayer y la intención de batir todos los récords y shows realizados por uno de los grandes pioneros de este tipo de espectáculos deportivos, es que precisamente es convertir ese deseo de superar al otro en una de las formas más sinceras de mostrar admiración y respeto. Algo así podemos decir que ocurrió hace dos semanas, con el Porsche 919 Hybrid EVO pilotado por Timo Bernhard y el asalto al registro de Stefan Bellof en Nordschleife.

Pastrana, que hace sólo unos días vencía en la Subida a Pikes Peak dentro del apartado monomarca organizado por Yokohama con los Porsche Cayman GT4 Clubsport a todo un piloto de la Indycar Series como es «J.R.» Hildebrand Jr. y que debutará en el ARX con Subaru en Austin este mismo fin de semana, volvió a enfundarse las protecciones, un traje que recordaba sin duda al utilizado por Knievel y se puso al manillar de una montura que indudablemente nos recordó a la Triumph T120 de 650 cc que el también norteamericano utilizó en 1967 y que terminó con Evel con 40 huesos rotos y casi 29 días en coma.

En el caso de Pastrana, la moto se trataba de una Indian FTR750 que le llevaría a la gloria después de superar un salto sobre un total de 52 coches destrozados en un salto de 43,5 metros de distancia, mejorando los 50 coches y 36,6 metros de Knievel. El deportista de Nitro Circus no se quedaría ahí y también logró saltar 16 autobuses en un vuelo sin alas de 58,5 metros que también superaba la marca de “Evel” que había logrado en 1975 un salto similar con 14 autobuses y 40,5 metros.

Para el final el salto más difícil, ya frente al Caesars Palace donde Knievel trató de saltar la fuente que hay frente al casino y en el que casi perdió la vida hace más de cincuenta años. Lo logró no sin algún apuro para un Pastrana que llegó incluso a perder el pie del estribo en el aterrizaje, reto conseguido y una imagen que de nuevo quedará para la historia y que servirá a muchas nuevas generaciones para conocer a ese avezado e incansable saltador que fue Knievel. En la época de vídeos virales y de acciones promocionales no hubiera sido justo dejar pasar un homenaje así.

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