Para mediados de los ochenta, SEAT – recién entrada en el Grupo Volkswagen tras su ‘independencia’ de Fiat – también se interesó en los rallyes, con el Grupo B siendo la epítome de una disciplina que estaba en su auge de popularidad. Querían estar allí, pero ni disponían del know-how para hacer potentes coches de tracción a las cuatro ruedas, ni presupuesto, aparte de que Audi ya estaba presente con sus Quattro/Sport Quattro. ¿Qué hicieron? Tirar de ingenio… y de una sierra.
El Ibiza Bimotor en esencia eran dos partes delanteras de Ibiza unidas en una sola carrocería, con todo lo bueno y complejo
Contaban con el 1.5 System Porsche mejorado capaz de entregar 125 CV, gracias a un aumento de la compresión, un nuevo árbol de levas y un sistema de doble carburador, pero aún así necesitarían al menos el doble…o dos motores. Lo que se hizo fue, en esencia, cortar el Ibiza por la mitad de manera que en realidad eran dos partes delanteras de Ibiza con la carrocería aparentemente normal (La Escudería).
Esto implica dos motores, pero también dos cajas de cambios, dos embragues, dos suspensiones McPherson en vez de un eje rígido, dos indicadores de temperatura, de presión de aceite…el salpicadero no era precisamente el de un Panda, vaya (12 Cilindros). Además, era complicado sincronizarlos y, por las inercias, el motor delantero rodaba más alto de vueltas que el trasero. Aún así, era un coche de tracción total con 250 CV que mantenía su peso por debajo de los 1.000 kilogramos en vacío.
Sucede que, para cuando SEAT ya tenía listo el Ibiza Bimotor en 1986, se quedaría pronto sin sitio en el Mundial de Rallyes: los Grupo B se habían prohibido tras la fatídica temporada 1986 (encontrando su hogar en el rallycross) y sus sucesores naturales, los Grupo S, se quedaban en prototipos, sobreviviendo muy pocos hoy día. El Ibiza Bimotor era, en esencia, un Grupo S. Pero no tenía sitio donde competir… ¿o sí?
Existe la casualidad de que el entonces joven Campeonato de España de Rallyes de Tierra permitía que corriesen coches Proto, para permitir ‘inventos’ o coches con cierta preparación fuera de la norma habitual. De hecho, hasta se permitieron los Grupo B procedentes del WRC durante unos años, así como después se llevarían coches del Grupo A antes incluso de que fueran homologados, a modo de banco de pruebas.
Varias victorias en el Nacional de Tierra entre 1986 y 1988
Fue aquí donde el Ibiza Bimotor pudo brillar en manos de Josep María Servià/Lluis Corominas: tras varios abandonos al principio del año, lograría tres victorias en Soria, Pals y Girona, siendo subcampeón superado sólo por Juan Carlos Oñoro (cuñado de Carlos Sainz) y Juanjo Lacalle. Una historia similar sucedió en 1987, esta vez con Oñoro pilotando un Lancia Delta S4. También lograría victorias Servià en 1988, el último año en activo del Ibiza Bimotor.
Hasta allí llegó una creación del propio Servià junto a su mecánico Valentín Iban, mientras que SEAT Sport creó otra unidad para Toni Rius que llegó a declarar hasta 140 CV en cada motor. El Ibiza Bimotor fue el germen competitivo que llevaría a otros éxitos – y, como dato de curiosidad, siguen existiendo Protos en el Nacional de Tierra, donde se ha visto y se ve de todo.