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Hasta en la sopa: ¿qué es realmente la descarbonización?

La descarbonización ha aparecido como un término fundamental en el discurso global sobre el cambio climático y la sostenibilidad. Desde las discusiones en las cumbres internacionales hasta las políticas nacionales y las iniciativas empresariales, la descarbonización se ha convertido en una pieza clave en el rompecabezas de la mitigación de emisiones y la transición hacia un futuro más limpio y sostenible. Hasta la RAE acepta el término. Pero, ¿qué es realmente la descarbonización?

¿Qué es la descarbonización?

En su esencia, la descarbonización implica reducir o eliminar la emisión de dióxido de carbono (CO2) y otros gases de efecto invernadero derivados de actividades humanas. Este proceso no solo es crucial para frenar el calentamiento global y sus impactos devastadores, sino que también es imperativo para salvaguardar la habitabilidad de nuestro planeta para las generaciones futuras.

La descarbonización representa un cambio fundamental en la forma en que producimos y consumimos energía, así como en cómo diseñamos y operamos nuestras economías.

Descarbonizar nuestras economías significa reducir drásticamente estas emisiones, lo que a su vez puede ayudar a mitigar los impactos catastróficos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, la acidificación de los océanos y eventos climáticos extremos más frecuentes e intensos.

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La sostenibilidad a largo plazo

Descarbonizar no significa únicamente deshacer todo aquello que hemos hecho y que ha dañado el planeta y la atmósfera para evitar un cataclismo final. Descarbonizar también implica buscar una sostenibilidad a largo plazo.

La dependencia continua de los combustibles fósiles no solo representa una amenaza para el medio ambiente, sino que también plantea riesgos para la seguridad energética y la estabilidad económica.

Al hablar de combustibles fósiles en contraste con las energías renovables, estamos hablando de unas fuentes de energía limitadas. Podemos seguir encontrando pozos petrolíferos, pero se acabarán algún día. Y la sola escasez de estos ha hecho que determinados núcleos mundiales hayan ganado mucho poder debido a la dependencia que tenemos de ellos, tal y como si hubiera alguien que controlara cuándo podemos o no beber el agua de la que depende nuestra vida, y tuviera poder para abrir y cerrar el grifo.

Descarbonizar implica también encontrar una forma de generación de energía limpia y renovable y establecer unos procesos operativos que sean sostenibles.

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La descarbonización, un camino obligatorio

Es importante destacar que la descarbonización no es simplemente una opción entre muchas. Es un imperativo a nivel práctico para la supervivencia a largo plazo de nuestra civilización. A medida que continuamos avanzando hacia un futuro donde los recursos naturales son cada vez más escasos y los impactos del cambio climático se vuelven más evidentes, la descarbonización se convierte en una hoja de ruta crítica para garantizar un futuro próspero y habitable para las generaciones venideras.

No es solo una meta a alcanzar, sino un camino que debemos recorrer si queremos asegurar un mañana mejor para todos. De ahí que al hablar de descarbonización no podamos hablar únicamente de lo que tiene que ver con la producción industrial en factorías, del suministro energético en los hogares, o de los medios de transportes ligeros y pesados, sino de un conjunto completo de cosas en las que se debe buscar una alternativa renovable y sostenible.

Las estrategias y tecnologías clave para la descarbonización

  • Transición a fuentes de energía renovable: Implica cambiar nuestra dependencia de los combustibles fósiles hacia fuentes de energía que son naturalmente renovables, como la solar, eólica, hidroeléctrica y geotérmica. Esto no solo reduce las emisiones de carbono, sino que también promueve la sostenibilidad a largo plazo.
  • Eficiencia energética: Consiste en optimizar la forma en que producimos, distribuimos y consumimos energía para minimizar el desperdicio y maximizar el rendimiento. Esto se logra mediante la implementación de tecnologías más eficientes y la adopción de prácticas sostenibles en diversos sectores, como la construcción, el transporte y la industria.
  • Electrificación de sectores clave: Se refiere al uso creciente de tecnologías eléctricas y renovables en sectores como el transporte y la industria, que tradicionalmente dependen de combustibles fósiles. Esto incluye la adopción de vehículos eléctricos, la implementación de energías renovables en procesos industriales y la transición hacia sistemas de calefacción eléctricos.
  • Captura y almacenamiento de carbono (CCS): Es una tecnología que implica capturar las emisiones de carbono en origen, como las de las centrales eléctricas o las industrias, y almacenarlas de forma segura bajo tierra o en otros lugares adecuados. La CCS tiene el potencial de reducir significativamente las emisiones de carbono en sectores difíciles de descarbonizar, como la producción de cemento o el acero.
  • Desarrollo de tecnologías limpias: Se centra en la investigación y el desarrollo de tecnologías innovadoras que permitan una transición más rápida hacia un sistema energético limpio y sostenible. Esto incluye avances en energía nuclear avanzada, tecnologías de hidrógeno verde y bioenergía sostenible, entre otros. Estas tecnologías son clave para acelerar la descarbonización en sectores donde las soluciones convencionales son insuficientes.

¿Qué podemos hacer cada uno dentro de nuestras posibilidades?

Aunque las acciones individuales pueden parecer pequeñas en comparación con los desafíos globales, cada paso hacia la descarbonización cuenta y puede contribuir a un cambio positivo en la lucha contra el cambio climático.

Esto incluye adoptar medidas de eficiencia energética en el hogar, como apagar dispositivos electrónicos y mejorar el aislamiento térmico, así como optar por fuentes de energía renovable y favorecer la movilidad sostenible haciendo uso de medios de transporte limpios como las bicicletas, los patinetes o los coches eléctricos. Reducir el consumismo y la compra de productos que ya tenemos y podemos restaurar o rehabilitar, y promover la conciencia sobre la importancia de la descarbonización son también acciones clave que pueden generar un impacto positivo en la transición hacia un futuro más sostenible.

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