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Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

En la primera parte de esta miniprueba os he hablado un poco en general del equipamiento y las características de ergonomía y habitabilidad del Mazda 6. En esta segunda parte nos centraremos en su comportamiento dinámico y posibles rivales. Esta prueba versa sobre el Mazda 6 equipado con el motor 2.5 de gasolina y 170 CV de potencia. Mi compañero Óscar ya probó la versión turbodiésel de 163 CV, así que para los detalles concretos podéis acudir a su versión de los hechos.

Comenzando el pequeño repaso técnico, el motor 2.5 de 170 CV no es ningún portento de la tecnología. Tiene cuatro cilindros de una capacidad unitaria importante, como el desplazamiento total es de 2.488 cc, cada cilindro tiene un cubicaje unitario de 622 cc. La potencia máxima la desarrolla a 6.000 rpm, el corte de inyección es a unas 6.700 rpm. El par máximo de este motor de aspiración atmosférica es de 226 Nm a 4.000 rpm. Su sistema de inyección electrónica es de tipo indirecto.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

Tiene cuatro válvulas por cilindro y alzado variable de válvulas, pero ninguna tecnología novedosa más allá de las citadas. Es un motor que aún siendo actual, se ha visto superado por la inyección directa, el downsizing, la recuperación de energía, etc. Lo bueno de todo esto, es que sabemos que va a ser un bloque fiable y duradero. Duradero ya que su potencia específica es de 68 CV/litro, lo que podríamos considerar un motor poco apretado para lo que se estila hoy día en su segmento, salvo excepciones como Toyota.

El motor va montado en posición delantera transversal y propulsa únicamente a las ruedas delanteras. La fuerza se transmite a través de una caja de cambios manual de seis relaciones, con desarrollos equilibrados para un coche de sus características. Nuestra unidad de pruebas calzaba neumáticos Bridgestone Potenza en medidas 225/45 R18. Uno de los detalles importantes de este Mazda 6 es que es bastante ligero en comparación con su competencia, pesa únicamente 1.455 kg.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

Es más ligero que el Mazda 6 al que reemplaza, fundamentalmente gracias al uso de aceros de alta resistencia y otros materiales ligeros. En una industria que cada vez tiende a coches más pesados, el Mazda 6 ha logrado ser más ligero, más seguro que su predecesor, y estar más equipado. Un detalle que al final se nota en los consumos, que no son excesivamente elevados. La media es de 8.0 l/100 km, 6.3 l/100 km en carretera y 11.1 l/100 km en ciudad. Las emisiones ponderadas de CO2 son de 186 g/km.

Al volante del Mazda 6 2.5 Sportive

Con respecto a los motores diésel lo primero que noto es que las vibraciones del motor son muy poco perceptibles al ralentí, uno de los detalles más echados de menos en coches turbodiésel. Arrancamos y ya desde el principio noto que el motor tiene mucha fuerza desde las 1.000 rpm, con una respuesta instantánea y en cierto modo deportiva. Al pisar el acelerador ya notamos el tirón del propulsor y comenzamos a ganar velocidad a un ritmo bastante importante.

Al ir cambiando de marchas empiezo a apreciar el magnífico tacto de la caja de cambios: la palanca tiene recorridos muy cortos, muy precisos y con un feeling mecánico que pocos coches generalistas tienen, y sí, me refiero a los japoneses en general. A medida que acelero más el sonido del motor se vuelve más intenso, más ronco, suena “gordo”, por decirlo de alguna manera. El medio régimen (4.000-6.000 rpm) es su zona cómoda, y en la que debemos movernos al adelantar o en conducción deportiva.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

El motor estira más, a un corte de casi 6.700 rpm, pero el problema es que a ese régimen ha perdido potencia, se nota que empuja bastante menos. En ese sentido, es similar a un propulsor turbo de pequeña cilindrada – muere a altas revoluciones – aunque los pequeños turbo no tienen una respuesta tan lineal y explosiva desde el mismo ralentí, necesitan un tiempo para que la presión de soplado del turbocompresor aumente y comience a forzar más aire en los cilindros.

Una de las novedades dinámicas de los Mazda 6 2010 es que su tarado de suspensión ha sido ligeramente suavizado. Es un coche más confortable y se nota que en fuertes apoyos la carrocería balancea de manera ostensible. Esto no quiere decir que su suspensión sea blanda, de hecho es firme en condiciones habituales, pero filtra muy bien los baches ya que los ocupantes apenas lo notan. Esto tiene gran mérito ya que neumáticos de perfil bajo y llantas de 18 pulgadas no suelen ser lo mejor para los baches.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

Aporta una sensación de solidez muy correcta. En cuanto al comportamiento, lo primero que advierto es que la dirección tiene una gran respuesta al conductor, como no había notado nunca en una berlina. Un Toyota Avensis por ejemplo no deja casi margen informativo. La dirección tiene una asistencia media, y resulta muy precisa, aunque me ha resultado algo ligera. Esto es lógico ya que un motor diésel es más pesado que un atmosférico de gasolina, y realiza más presión sobre el eje delantero, que en nuestro caso va más liberado.

Es un coche con un comportamiento muy divertido. El paso por curva es ágil y se nota el buen agarre de los neumáticos. El coche tiene una respuesta segura y el control de estabilidad corta todos los desmanes de manera muy poco intrusiva. Sabemos que está funcionando porque la luz parpadea en el tablero de mandos, pero no notamos que nos retenga o frene de manera brusca. El eje trasero es juguetón al “ahuecar” en apoyos, intentando escaparse del control, pero siempre manteniendo una reserva de seguridad.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

El ESP nos salvará y un suave contravolanteo será todo lo que tengamos que hacer. A la hora de adelantar, es conveniente poner al motor en su zona de potencia y par máximos, pues un turbodiésel tiene más de un 50% de par adicional y al acelerar a fondo desde detrás de un camión notaremos que nos falta algo de fuerza. Si bajamos un par de marchas y aceleramos a fondo el 2.5 sacará todo su músculo a relucir y adelantaremos sin problema con un sonido digno de elogio.

El Mazda 6 2.5 Sportive lleva de serie iluminación adaptativa en curva, aunque algo lenta en virajes rápidos es un plus muy importante de seguridad activa, especialmente al ir ligada a unos potentes faros bixenón. También detecta vehículos en nuestro punto muerto, o circulando con intenciones de adelantarnos. Funciona sorprendentemente bien, no se vuelve loco en carreteras estrechas o en atascos. Una luz se ilumina junto a nuestro retrovisor para percatarnos del peligro.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

En el Mazda 3 esta luz va montada tras el espejo del retrovisor, donde me parecía más visible, francamente. Si accionamos el intermitente con la advertencia encendida un sonoro pitido nos disuade de movernos de carril. El control de crucero no es adaptativo, funciona de manera satisfactoria.

Consumos moderados

Me han sorprendido los consumos del Mazda 6 2.5, si os soy sinceros. En un ciclo de autopista a unos 130 km/h de media obtuve un consumo medio de 6.7 l/100 km en unos 180 km, un consumo de lo más elogiable. En ciudad he visto a las cifras moverse en torno a los 12 l/100 km y en conducción tranquila a unos 90-100 km/h se pueden obtener medias ligeramente por debajo de los 6 l/100 km. La media de toda la prueba, incluyendo bastante conducción ágil y deportiva fue de 9.5 l/100 km.

Precios y rivales

El Mazda 6 2.5 Sportive cuesta 28.100€, con los extras de nuestra unidad se pone en 30.300€, un precio muy razonable para la cantidad de equipamiento que tiene. Lo cierto es que es un coche sin demasiados rivales con esta motorización y potencia, el Mazda 6 equipado con el motor 2.0 tiene mucha más competencia, pero ahora mismo no nos incumbe. Uno de los primeros que me vienen a la mente es el Volkswagen Passat 1.8 TSI, de 160 CV de potencia, aunque tiene un motor turboalimentado de más prestaciones y par.

Su consumo de ficha es de 6.9 l/100 km y viene bien equipado en el acabado Highline, aunque nos vamos a tener que dejar más de 37.000€ para igualar el equipamiento del Passat. Un rival muy parecido en concepción es el Suzuki Kizashi 2.4 Sport, de 178 CV. Viene tan equipado como el Mazda 6 y tiene un precio base idéntico. Aunque no tenga iluminación adaptativa o avisador de punto muerto si tiene un sistema City Safety para evitar colisiones. Cuesta 28.730€ y tiene unas prestaciones y consumos casi calcados al Mazda 6.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

Otro rival, turboalimentado como el Passat, es el Opel Insignia 1.6 Turbo, con 180 CV de potencia. Sus prestaciones son sólo ligeramente superiores a las del Mazda 6 y su consumo medio es sólo 0.3 l/100 km inferior al Mazda. Tiene unos buenos acabados interiores y un maletero muy similar al japonés. Sin embargo, debemos dejarnos más de 33.000€ para igualar el equipamiento, y debemos tener en cuenta su diferente carácter al tener un motor turbo de casi un litro menos de cilindrada que el Mazda 6.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

Y finalmente, el Seat Exeo con motor 1.8 TSI de 160 CV, con unas prestaciones superiores al Mazda y un consumo de sólamente 7.3 l/100 km, aunque los motores turbogasolina siempre suelen consumir bastante más de lo declarado en la realidad. Es un Audi A4 B7 en el fondo y tiene unos acabados muy buenos, así como unas posibilidad de personalización y equipamiento nunca antes vistas en un Seat. El problema es que nos va a costar casi 32.000€ a igualdad de equipamiento con el Mazda.

¿Interesa frente al 2.2 CRTD de 163 CV?

Nuestros cálculos indican que el diésel compensa a partir de unos 100.000 km de mantenerse los precios actuales del combustible y haciendo el cálculo en base a los consumos de ficha. Debemos tener en cuenta la mayor fiabilidad a priori del gasolina y el hecho de que las revisiones y posibles averías siempre van a ser más asequibles. Ojo, no estoy menospreciando el motor diésel, de hecho me parece uno de los mejores del mercado, y la elección no será mala nos decantemos por un motor u otro.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba (II)

Luego también debemos tener en cuenta el tacto agradable del gasolina y su funcionamiento, el hecho de poder pasar de las 5.000 rpm y los demás beneficios menos económicos que todos conocemos. En el fondo, la decisión es personal. Para nosotros es un vehículo muy recomendable, con una relación calidad-precio francamente imbatible, aunque sea a costa de una política de equipamiento y opciones muy cerrada que no deja margen a la personalización.

Mazda 6 2.5 Sportive, miniprueba

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