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El halo de la discordia y la ambigüedad de la FIA

Sobre el papel, las diversas propuestas para proteger la cabeza del piloto lucían muy bien, sin embargo, en la práctica, cuando Kimi Ráikkönen salió a pista con un halo en su SF16-H de inmediato las críticas no se hicieron esperar, tanto a favor como en contra, resultando esta última opción la preferida del público. La publicación Auto Motor und Sport, realizó un sondeó de opinión y un 77 por ciento de los encuestados rechazó el halo argumentando que modificaba de forma radical el carácter de un Fórmula 1 tal cual como se conoce desde sus antecedentes más remotos.

Nada novedoso el rechazo, si se toma en cuenta que en la historia más o menos reciente de la categoría han sido varios los conceptos experimentales, y muy raros, que no han trascendido por diversas razones, sobre todo estéticas y de seguridad. En este punto se indica que ubicar elementos en la periferia de la cabina compromete la visibilidad del piloto y por lo tanto su integridad. Así que en el caso del halo se desata cierta polémica ya que, por reglamento, desde 1998 la FIA prohibió apéndices aerodinámicos, alerones, pilares o cualquier versión de los X Wings porque bloqueaba en algún punto la visión central o lateral del piloto.

El halo tiene un soporte central y aunque Kimi Räikkónen haya expresado, tras utilizarlo, que su «visibilidad no era tan mala», aplicando el beneficio de la duda, hay que tener presente ciertos referentes para analizar este caso. En el campeonato de 1972, la escudería Eifelland modificó un chasis March 721 y la sorpresa fue mayúscula cuando se observó que el coche pilotado por Rolf Stommelen tenía un retrovisor montado sobre un pilar frente a la cabina.

Ayer, Kimi Raikkonen apenas exhibió el halo y nada más, Stommelen corrió con su insólito retrovisor y tenía que, según sus declaraciones, dirigir su mirada en varias direcciones para calcular su trazada y medir a sus adversarios, e incluso fijar su vista sobre el alerón delantero para obtener sus referencias. En aquel entonces nadie imitó la propuesta de Eifelland más bien fue Guenther Hennerici, dueño del equipo, quien pidió a Luigi Colani, diseñador del coche, dejarse de inventos raros y aproximarse a lo convencional.

Y aunque el halo es un concepto ideado para ofrecer seguridad, que sería su función prioritaria, no resultará fácil acostumbrarse, sobre todo los mismos pilotos, al bloqueo de su campo visual en circuitos revirados o en carreras nocturnas. Tanto Lewis Hamilton como Nico Hülkenberg han expresado públicamente comentarios negativos hacia el halo, orientados hacia el hecho de distorsionar la percepción del público acerca de lo que debería ser un coche de Fórmula 1.

Por su parte, los diseñadores Adrian Newey, de Red Bull, y Andrew Green, de Force India, manifestaron sus dudas en cuanto al halo. Newey se enfoca en las dificultades que tendrá el piloto para observar el circuito, sobre todo en tramos de subidas, en tanto Green tiene sus reservas porque considera que el halo se puede partir con un gran impacto y un fragmento pudiera incrustarse en el pecho del piloto. Tales argumentos tampoco son novedosos porque, tal como se indicó, la FIA prohibió los apéndices aerodinámicos cerca de la cabina y otros accesorios «exóticos» precisamente para evitar accidentes.

En todo caso, de aprobarse el halo, tal cual como se presentó, el criterio de la FIA quedaría en entredicho. Cómo se puede explicar la introducción del halo si, ideado para la seguridad del piloto, incide en su visibilidad. Para qué entonces cuestionar y prohibir, en nombre de la seguridad y de la estética, el alerón frontal del Arrows A22 o las aletas laterales del BMW Sauber F106 argumentando que entorpecían la visión y ahora considerar el uso del halo si igual constituye un punto ciego para el piloto y además estropea el diseño original de los monoplazas.

En cualquier caso habrá que esperar el veredicto de la FIA al seleccionar, o no hacerlo, el dispositivo para la protección de la cabina. Todos tienen sus pro y sus contras, básicamente las contras son las mismas: dificultad para desalojar al piloto, inefectividad frente a objetos, comprometer la visibilidad del piloto, alterar el diseño del monoplaza y, en el caso de las cabinas cerradas, nulidad en caso de lluvia. Por más que la Fórmula 1 se encuentre en un aparente laberinto, situación propiciada por los mismos encargados de organizar los campeonatos, ondear la bandera de la seguridad para introducir cambios a diestra y siniestra, no parece la solución más juiciosa.

La vida de los pilotos es muy importante, pero aunque se apliquen mil y un sistemas para prevenir accidentes, el riesgo y los deportes a motor siempre han convivido y perennemente estarán juntos con halo o sin él.

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