No pudo comenzar mejor la temporada de carrera para Red Bull Racing. El equipo vio cómo Max Verstappen se hacía con todo este fin de semana, anotándose pole, victoria, vuelta rápida y carrera dominada al completo, mientras que Checo Pérez alcanzó una segunda posición que ya colocaba a RBR claramente distanciada al frente de la clasificación de constructores. El equipo celebró y parecía quedarse atrás toda la polémica suscitada por el caso Horner… Parecía.
Al menos hasta que ya entrada la noche, las declaraciones de Jos Verstappen pasaron a echar gasolina a una hoguera que ya estaba de por sí bien alimentada. El neerlandés se desmarcó después del Gran Premio de Bahréin pidiendo públicamente la cabeza del Team Principal de Red Bull, aludiendo a que la continuidad de Christian Horner puede provocar unas tensiones internas en el equipo que lo lleven a “desintegrarse”.
Aquí hay tensión mientras él permanece en su cargo. El equipo corre peligro de desintegrarse. No puede seguir como está. Explotará. Se está haciendo la víctima, cuando es él quien causa los problemas – Jos Verstappen al Daily Mail
De sobras es conocido que la relación entre Jos Verstappen y el puesto de mando de Red Bull Racing hace tiempo que cuenta con grandes tiranteces e incluso la prensa internacional ha llegado en más de una ocasión de una lucha de poder para terminar de desbancar a Horner de su puesto, especialmente tras el fallecimiento de Dietrich Mateschitz.
Con el estallido del escándalo y a pesar de las ocho semanas de investigación llevadas a cabo por un abogado independiente, la figura de Horner salió tambaleante a pesar de haber sido ‘exonerado’ del caso, sin embargo, la publicación de las supuestas pruebas contra él apenas 24 horas después de conocer la resolución, llevaron a que el clima este fin de semana pasado en el Circuito de Sakhir se haya vuelto a caldear, todo ello a pesar de que el propio Christian contó con el apoyo in situ de su esposa, Geri Halliwell.
