A comienzos de esta semana Mercedes presentaba el lavado de cara de la Clase G, un vetusto todoterreno que sigue vigente en el mercado casi 30 años después de su lanzamiento, tras numerosos restylings pero conservando la imagen del modelo de 1979 y manteniéndose como referencia en cuanto a aptitudes off-road se refiere. Pero el modelo que aquí nos ocupa es la versión más potente de la familia, el G55 AMG.
A primera vista los cambios con sus hermanos de gama no son muy significativos, estéticamente tan sólo se diferencian por las llantas (de 19” y con neumáticos de 275 mm en el AMG), los escapes y un par de emblemas, sin embargo, lo más interesante se esconde bajo el capó. El G55 AMG incorpora un propulsor V8 de 5,5 litros que entrega 507 cv y unos destacables 700 Nm de par máximo gracias a la ayuda de la sobrealimentación, lo que significa una ganancia de 31 cv respecto de la versión actual.
Con semejante potencia consigue unas prestaciones que sin resultar espectaculares en términos absolutos sí que son muy significativas tratándose de un modelo tan pesado. Acelera de 0 a 100 km/h en 5,5 segundos y su velocidad máxima está limitada a 210 km/h, no es el Clase G más rápido pero no está nada mal. Estará disponible en los concesionarios, al igual que el resto de la gama, a partir de Septiembre de este año.
Vía: MotorAuthority
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