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Ferrari, más allá de la mitad del camino

Desde la puesta en escena de los nuevos propulsores, temporada 2014, apenas Daniel Ricciardo y Max Verstappen, con Red Bull, y Sebastian Vettel, con Ferrari, han sido capaces de romper la hegemonía de Mercedes en lo que respecta a victorias, proezas si se observa la proporción escandalosa, de 48 grandes premios disputados hasta hoy, apenas en siete ocasiones no ha ganado un piloto de Mercedes. Por tal razón, luce inconcebible que persista la línea temática del desplome de Ferrari cuando es evidente que la travesía híbrida ha resultado un calvario para todos los adversarios de los alemanes.

A estas alturas, hasta el Gran Premio de Gran Bretaña de la pasada temporada, Ferrari acumulaba 211 puntos, en tanto, en el presente campeonato, suma 204. Por tal razón, utilizar lo sucedido en el reciente fin de semana para argumentar que la escudería italiana se está hundiendo, y ya no tiene nada que buscar este año, es a todas luces absurdo. Entiendo que el sectarismo suele congregar a las masas, pero en reiteradas ocasiones las mismas voces agoreras, sin detenerse a analizar de forma objetiva, persisten en repetir la estrategia que de inmediato deshace cualquier atisbo de credibilidad.

Dejando atrás la era de los motores aspirados, porque realizar una comparación entre una época y otra es una insensatez, los fríos números indican que en 2014 Ferrari llegó a ser el cuarto equipo entre los constructores, sumando 216 puntos al final de la temporada. Si el año pasado fueron capaces de alcanzar el subcampeonato con 428 puntos y ahora mantienen la posición, con una cifra de puntos muy similar a la lograda en 2015, a estas alturas de la temporada, entonces cómo se puede argumentar la supuesta caída. Ciertamente, la escudería Red Bull viene en ascenso, pero también se debe mencionar que han sido subcampeones en esta era híbrida, así que el buen hacer de los austriacos no debería sorprender a nadie porque no es casual.

Quien se arriesga a ir desde un punto A hasta un punto B está obligado primero a superar la mitad de la distancia, luego la mitad de la mitad y así sucesivamente hasta completar el recorrido, tal como lo planteó el filósofo Zenón de Elea. Derrotar a Mercedes luce como una tarea titánica porque su dominio es absoluto: unidad de potencia, chasis, tecnología, aerodinámica, pilotos y personal parecen no tener fisuras, un punto débil, que otros puedan aprovechar. Ferrari y Red Bull sí tienen debilidades y son evidentes, pero han logrado avanzar. Cada triunfo en medio de esta dictadura Mercedes es un acto excepcional porque la travesía es demasiado tormentosa.

En lo que va de temporada, el Ferrari SF16-H se ha mostrado competitivo, pero no al nivel de disputar la pole con el Mercedes F1 W07 Hybrid. Nueve podios en diez carreras también es indicio que están a un paso en carrera, pero he allí el tramo que falta por recorrer para completar el camino. Pero es que el enfrentamiento es con la élite en diseño e ingeniería. James Allison asume la tarea de intentar vencer a Paddy Lowe, mientras Adrian Newey también tercia en la lucha por aproximarse al rendimiento de los monoplazas alemanes. Llegados a este punto ¿Qué se puede cuestionar a Ferrari? Es que acaso derrotar a Mercedes es tan sencillo como creen ciertas personas.

En lo que va de campeonato, fiabilidad, estrategias y algunas situaciones incontrolables han perjudicado a Ferrari, pero a pesar de los reiterados tropiezos todavía se mantienen por detrás de Mercedes en la tabla de constructores; y más allá de lo que se pudiera catalogar de aspectos negativos, hay que analizar los puntos positivos de toda esta situación porque esos serán los cimientos que van a sostener el proyecto iniciado el año pasado.

A pesar de todo, ni Sebastian Vettel, ni Kimi Räikkönen, ni otro nombre importante dentro de la escudería italiana, ha cuestionado públicamente el trabajo o desempeño de algún miembro del equipo, situación interesante y optimista porque señala una diferencia con lo acontecido en épocas anteriores, cuando se encendía la cacería de brujas, una vez que los objetivos no eran alcanzados, iniciando con ello el desfile de despidos y en consecuencia el permanente proceso de reestructuración que jamás terminó de coagular.

Otro factor a considerar es lo que refiere a la renovación de Kimi Räikkönen. Entre los tres animadores de la fiesta, Mercedes, Ferrari y Red Bull, es la escudería italiana la que a primera vista parece tener la pareja de pilotos con más química y menos riesgo de colapsar por rivalidad, codicia, envidia o pasión. Tanto en Mercedes como en Red Bull es obvio que germina un antagonismo interno y en la segunda mitad de esta temporada, y posiblemente hasta 2018, las pugnas entre compañeros atentarán contra los intereses de sus equipos.

En este apartado, la gestión de Ferrari puede calificarse como la más efectiva y eso es fácil de confirmar, porque más allá de las indiscutibles fricciones entre Hamilton y Rosberg por alcanzar el título, la sonrisa a Daniel Ricciardo se le ha ido borrando desde que lo emparejaron con Max Verstappen, quien ha alcanzado una victoria y par de segundos lugares, en seis actuaciones, aportando 77 puntos a la causa de su escudería, sin duda el responsable de que Red Bull opte por la posición de protagonista secundario a estas fechas.

El ruido mediático sobre Ferrari es insaciable, tanto que en reiteradas oportunidades representantes del equipo han salido al paso a las críticas negativas que nacen de supuestos y se reproducen como desengaños. Aunque ciertamente, las candidaturas al título, tanto de Ferrari como de Red Bull, lucen algo remotas, matemáticamente todavía están al alcance, pero de allí a pregonar que Ferrari viene en declive o que su programa de desarrollo es un fracaso, solo por lo observado en Silverstone, es un desatino, sencillamente porque pasa por ignorar las últimas dos temporadas y las nueve carreras previas.

Ferrari no está en crisis ni experimenta un declive ni nada parecido, simplemente confronta a un rival muy poderoso en un ciclo que ha resultado un dolor de cabeza para la mayoría de los equipos, tanto que todavía, desde 2014, los alemanes no han sido derrotados en más de tres ocasiones en una temporada. Entonces, al aplicar el razonamiento lógico de los sectarios, si hipotéticamente la escudería italiana está mal, en cuál nivel se insertaría al resto, los que todavía no están ni a la mitad del camino recorrido por Ferrari en este ciclo.

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