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Gran Premio de Italia 1995: Johnny Herbert se lleva la carrera que nadie quería ganar

El Autodromo Nazionale di Monza suele dar carreras interesantes. A lo largo de su historia en la Fórmula 1, ha habido grandes duelos ayudados por las largas rectas. Además, el atractivo de ver a los coches volar a más de 340 kilómetros por hora es algo importante para la carrera. La edición de 1995 es una de las grandes muestras en tiempos recientes, con un Johnny Herbert llevándose una victoria que pudo haber sido de cinco pilotos distintos. Sin duda, un clásico atemporal.

El primer drama llegó cuando el autor de la pole position, David Coulthard, trompeó en la vuelta de formación y se vio obligado a abandonar la carrera. Pero al realizar ese trompo ensució la pista con polvo y este acabó causando un accidente en la segunda vuelta que obligó a parar la carrera. ¿El resultado? La normativa permitía la vuelta de Coulthard a la carrera, incluso desde su posición original en parrilla. El único problema era que tenía que hacerlo en el coche de repuesto -reglado para Damon Hill- al estar el suyo dañado.

La segunda salida no vivió ninguna situación extraña -más allá de los abandonos de Bertrand Gachot y Roberto Moreno por colisión y Pedro Lamy por problemas en su transmisión- y Coulthard se mantuvo en primera posición, encabezando la clasificación durante las primeras trece vueltas. Ese fue el tiempo que el coche de repuesto tardó en ceder, con el cojinete de una de las ruedas de su Williams-Renault roto. Era el primero de una serie de abandonos que iban a marcar la progresión de la carrera. El liderato lo heredó Gerhard Berger, haciendo las delicias de los tifosi.

Tras ellos, en la vuelta 23 se vivió un nuevo incidente entre Michael Schumacher y Damon Hill. Mientras ambos doblaban al Footwork-Arrows-Hart de Taki Inoue, el británico entró largo en la Variante della Roggia y tanto él como Schumacher quedaron fuera de carrera. La primera reacción del alemán fue ir a pedirle explicaciones a su rival aunque posteriormente se disculpó ante Hill cuando Inoue reconoció que la culpa había sido suya al meterse en medio de la trazada del Williams tras ser doblado por el Benetton.

Con los dos Williams y un Benetton retirados, eso dejaba a los dos Ferrari en cabeza en Monza, una situación perfecta para las decenas de miles de aficionados italianos que teñían las tribunas de color rojo. Viéndose sin rivales reales por la victoria, los dos Ferrari realizaron sus paradas a boxes poco después del incidente entre Schumacher y Hill con apenas una vuelta de diferencia entre ellos. Las paradas permitieron que Mika Häkkinen y Rubens Barrichello fueran líderes por apenas una vuelta cada uno antes de sus propios pasos por el carril de boxes.

Con ambos Ligier habiendo causado baja también, el gran premio llegó a su ecuador con tan solo catorce coches en pista. Tras la parada de Johnny Herbert, en la vuelta 30 se reestableció el orden deseado por los aficionados locales con ambos Ferrari en cabeza. Jean Alesi lideraba con Gerhard Berger justo detrás. Una estampa ideal que, caprichos del destino, acabó desembocando en más dramatismo. Estando en el gran premio de casa, Ferrari llevaba en el coche de Jean Alesi una cámara más de las habituales en el alerón trasero. Dicha cámara se soltó en la vuelta 32 y al caer, golpeó la suspensión del coche de Gerhard Berger, dejándolo fuera de carrera.

Alesi quedaba de esta forma en solitario al frente de la clasificación, mientras con el paso de las vueltas los dos Jordan se vieron obligados a abandonar con problemas técnicos en apenas tres vueltas. El francés estuvo en primera posición hasta la vuelta 45. Justo cuando parecía que Alesi iba a cumplir con su sueño de ganar con el Ferrari número 27 en Monza, todo se evaporó en medio de las llamas en su rueda posterior derecha. El cojinete de su monoplaza se había roto y era imposible llegar hasta la línea de meta. Los abrazos con Jean Todt y con los mecánicos lo decían todo.

Así, Herbert heredaba una carrera que podría haber terminado en sexta posición de no haberse vivido una tarde tan apasionante. El británico controló la ventaja con respecto al segundo clasificado, Mika Häkkinen, y llegó a la línea de meta con diecisiete segundos de ventaja. En tercera posición, un alegre Heinz-Harald Frentzen obtuvo su primer podio y el primero del equipo Sauber en la Fórmula 1. Era el tercer año de la escuadra y un día para celebrarlo. Jean-Cristophe Boullion completó la jornada del equipo suizo con un adelantamiento en la última vuelta sobre Max Papis que le valió la sexta posición y el último punto del día.

Entre ambos, Mark Blundell con el segundo McLaren y Mika Salo con el Tyrrell estuvieron también en la zona de puntos. El Gran Premio de Italia había dado un espectáculo singular pero si bien la historia cuenta una carrera de locos con solo diez coches clasificados -en realidad Ukyo Katayama abandonó a pocas vueltas del final, por lo que fueron nueve los que vieron la bandera de cuadros-, ese día lo que hubo en Monza fueron muchas lágrimas de los seguidores e integrantes del equipo Ferrari. Sin duda, una carrera recordada como «aquella que se les escapó».

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