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WRC 2017: dispuestos a ser los herederos que los Grupo B nunca tuvieron

El próximo mes de enero, con motivo del Rallye de Monte-Carlo 2016, se celebrará o se iniciará el 30 aniversario de lo que fue el principio del fin: la última temporada en la que los Grupo B compitieron en el Mundial de Rallyes. Tres décadas que han dado para mucho. Muchos campeones, polémicas, pilotos y sobre todo coches. Sin embargo, de estos últimos, pocos se han ganado el derecho a ser piezas codiciadas de museo y muchos menos han conseguido formar parte de nuestro recuerdo.

Hace tiempo que los Grupo B dejaron de ser los coches más de rallyes rápidos de la historia. Los Grupo A de segunda evolución ya lo eran en ciertos terrenos y condiciones, pero tanto los World Rally Cars 2.0 Turbo, como los actuales 1.6, eran y son con casi la mitad de potencia mucho más eficientes y rápidos que las mayores bestias que han pisado los tramos del mundial. No tenían los mejores chasis, eran torpes por su longitud, batalla y peso (todavía los materiales se alejaban de los sofisticados composites actuales), y además montaban unas suspensiones muy lejos en cuanto a rendimiento de las actuales. A pesar de todo ello, consiguieron enamorar al aficionado por medio de su sonido brutalidad. Tal vez no eran los coches más bonitos del mundo, pero consiguieron que muchos lo vieran así.

SE BUSCA: coches que sean los herederos de los Grupo B. Fecha limite: temporada 2017

Porque seamos sinceros, a todos aquellos que pueblan las cunetas de los rallyes del WRC, y al contrario de lo que pueda ocurrir en circuitos, no suele importarle demasiado la diferencia de efectividad entre un modelo de una era y otro de otra. Buscan espectacularidad, que los coches les entren por los ojos y que el lunes, cuanto tengan que volver a la rutina, se les vuelva a dibujar una sonrisa recordando en su mente o en un vídeo cutre en el móvil un derrape, una corrección o un salto de ese pasado fin de semana. Eso es lo que hace especial al automovilismo en general y a los rallyes en particular. Algo que toda esas personas que no entienden cómo somos capaces de madrugar, de hacer cientos de kilómetros en coche y andando y esperar durante horas de pie para ver el paso unas decenas de coches, todavía están por experimentar.

Para nuestra desgracia, las marcas no tienen los mismos intereses. Más allá de que las estrategias comerciales y publicitarias son las responsables hoy en día de si un programa deportivo tiene el visto bueno o no, los fabricantes han encontrado en el WRC un campeonato con el que presumir de la cercanía entre modelos racing de serie y de competición, con el que llenar anuncios a toda página en la prensa de papel. Lamentablemente, esa cercanía se traduce en que los WRC sean coches muy tecnológicos, tal y como ocurre con los productos que salen de las factorías de los grandes fabricantes de automóviles. Además, no podemos ocultar que en materia de suspensiones, transmisión, motor, neumáticos, diferenciales, e incluso cambio, es un perfecto laboratorio rodante.

La FIA entre la espada y la pared:

La Federación Internacional ha querido poner fin a esto, buscando vehículos más espectaculares y difíciles de conducir a cambio de sacrificar efectividad. Tarde. Tras casi dos décadas apostando por la tecnología, los fabricantes no están dispuestos a dar un salto atrás para volver a coches más similares a los stock-cars o Supercars del Mundial de RallyCross que a los WRC de hoy en día. Tanto, que no sólo han conseguido que se hayan reintroducido los cambios secuenciales de levas, sino que también volverá el diferencial central electrónico. Al igual que en la Fórmula 1, las marcas tienen contra la pared a Jean Todt, el cual no ha podido realizar prácticamente ningún cambio reglamentario sin encontrarse con un muro en forma de respuesta negativa por parte de los equipos oficiales. Y obviamente a ellos, todo lo que implique cambio, implica fuertes inversiones económicas y por tanto, urticaria.

Es por ello, que la FIA ha buscado una solución compromiso que trate de satisfacer a todas las partes. Otra cosa es que lo consigan. Para las marcas se mantiene la base de los modelos actuales, con pequeños cambios para tratar de atraer más retorno publicitario, mientras que para los aficionados se busca coches de poster de habitación. Se ensanchan, se llenan de aditamentos aerodinámicos y se trata de aumentar su agresividad estética y mecánica a base de un chute de esteroides similar al que recibieron ya hacer algún tiempo los coches del DTM. Se quieren unos nuevos Grupo B, unos coches que dentro de varias décadas todos se peleen por añadir a sus museos o colecciones privadas.

Los nuevos WRC 2017 no sólo serán mucho más ‘brutos’ estéticamente, sino que también tendrán más de 50 CV más. ¿Suficientes para olvidar a los Gr.B?

El concepto está bien, al menos en su columna vertebral. Desde hace ya unos cuantos años se venía diciendo que los actuales chasis son capaces de asimilar un aumento de potencia de los escasos 300 CV que tenían hasta este año. Con el aumento del diámetro de la brida se llegarán a unos 380 CV en el mejor de los casos y el diferencial central electrónico los hará aún más eficientes en asfalto y unas bestias de devorar curvas en tierra. El problema es que con el nivel de desarrollo de los neumáticos y de las suspensiones, estos caballos de más no tienen por qué significar un aumento en la espectacularidad si lo que buscamos es coches que se muevan más y que dejen largas marcas dibujadas en el alquitrán. Se llegará en cambio a un punto muy alto de desempeño o eficiencia, con coches muy precisos y rápidos que nos harán apreciar aún más la velocidad de los rallyes, pero que no harán que los ajenos a los rallyes puedan quedar enganchados desde la televisión, que al final es lo que se busca.

Por fuera está claro que serán espectaculares y muy agresivos, quizás demasiado. Se busca como decía antes coches exagerados, de museo, que se diferencien claramente de los de serie y que si los pintas de blanco aún sepas diferenciar cuál es un Volkswagen y cuál un Citroën. Como podéis ver en las imágenes de la recreación del Volkswagen Polo R WRC en versión 2017 que lleva en la portada la revista germana Rallye-Magazin, se busca hacer unos Grupo B actuales. Se corre demasiado riesgo cuando se busca jugar con la memoria emocional del ser humano… O pueden ser queridos o completamente defenestrados.

Imágenes | Rallye-Magazin

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Iván Fernández

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