Carlos Sainz se marcha con mal sabor de boca del Gran Premio de Mónaco. El de Renault ha finalizado en décima plaza tras una estrategia errónea por parte del equipo, puesto que los compuestos se han degradado mucho más rápido de lo previsto. El español ha tenido que controlar durante la segunda mitad de carrera la gestión de sus neumáticos, batallando con pilotos que iban con unos neumáticos con menos vueltas que los suyos.
El español partía desde la octava posición y tras realizar una buena salida lograba mantener esa plaza. Rodando en un ritmo competitivo, conseguía mantener las diferencias respecto al resto de pilotos. Sin embargo, el neumático hiperblando comenzaba a degradarse. Por ello, en la vuelta 15 Sainz hacia su parada en boxes para cambiar neumáticos y poner los ultrablandos hasta final de carrera.
Este punto sabe muy mal, muy amargo. Ha sido una carrera un poco desastre, hemos degradado desde el principio la carrera. La elección de ir al ultrablandos desde la vuelta 15 no ha sido la adecuada.
A medida que pasaban las vueltas, Sainz reportaba que tenía problemas de graining en sus neumáticos, por lo que tuvo que ingeniárselas para solucionar los problemas en su monoplaza y seguir rodando en unos cronos competitivos. Tras pasar por boxes su compañero de equipo, Sainz se situaba en la octava plaza, pero entraba en un tramo de la carrera en la que ha tenido que gestionar el consumo de sus gomas.
Las últimas 20 vueltas han sido más complicadas de lo previsto. En la vuelta 56 Nico Hülkenberg adelantaba a Sainz tras comunicarle a éste último por radio que el alemán iba con una estrategia distinta a la suya. Tres giros más tarde, Sainz mantendría una dura batalla con Max Verstappen, pero el holandés le adelantaría. De este modo, el español tuvo que mantener la calma en la décima plaza.
La carrera estaba perdida con la degradación del ultrablando. La prioridad es el equipo. Esperaba este tipo de degradación pero en el equipo parece que no.
