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Alfa Romeo 4C Spider, a prueba: maravillosamente imperfecto

Por el #GarajeDiariomotor pasan muchos coches. Por nuestras manos pasan decenas de coches en el transcurso de un año. Muchos quedan olvidados al cabo de días, y unos pocos consiguen permanecer vivos en nuestro recuerdo, incluso meses después de haberlos probado. En ocasiones excepcionales, a veces por sorpresa, llega un coche que altera por completo tus percepciones. Un coche con el que te sientes examinado, no examinador. Un coche que deja en ti una huella imborrable. Un coche como el Alfa Romeo 4C Spider.

Un Ferrari en miniatura

Deberíamos festejar el mero hecho de que una marca como Alfa Romeo haya producido un deportivo así.

La mera existencia del Alfa Romeo 4C debería ser celebrada. No es un coche lógico. Y menos para una marca como Alfa Romeo, que lleva años y años siendo absolutamente deficitaria a nivel de rentabilidad, disfrutando de ventas escasas, con una gama de vehículos entrada en años. El Alfa Romeo 4C fue el primer coche del que me gustaría llamar «el despertar» de Alfa Romeo. Un coche creado con sólo el más puro placer de conducir en mente, con una configuración mecánica desconocida en la marca. Un coche verdaderamente radical.

Su chasis es un monocasco de fibra de carbono, una solución que emplean superdeportivos como el McLaren 650S o el Porsche 918 Spyder. A esta bañera de carísimo compuesto se acopla un motor relativamente convencional, el 1.75 TBi de los Alfa Romeo Giulietta Quadrifoglio Verde. Un cuatro cilindros turboalimentado con 240 CV de potencia, enviados al tren trasero a través de una caja de cambios de doble embrague. El Alfa Romeo 4C no es revolucionario, pero en su marca es toda una revolución como coche de calle.

Con un peso de sólamente 1.040 kilogramos, es mucho más ligero que un Porsche 718 Boxster, que en absoluto es su rival.

El hecho de ser descapotable añade aún más lujuria a este cóctel, que anula toda respuesta racional por parte del cerebro. Haciendo un sobrehumano esfuerzo consigo centrarme en las cifras puras y duras. El Alfa Romeo 4C Spider es un coche pequeño. Mide apenas 3,99 metros de largo – es más corto que un Alfa Romeo Mi.To – y sorprende por su escasa altura, apenas 1,19 metros. Parece mucho más ancho que los 1,86 metros que reza su ficha técnica, posiblemente a causa de sus otras cotas, extremas en un segmento acostumbrado a coches grandes.

Todo esto que te acabo de contar se te olvidará si tienes un Alfa Romeo 4C Spider delante de ti. Su diseño ha sido trabajado con mimo, y en él se pueden ver trazas del brillante 8C Competizione, en frontal y zaga. Su biscione es muy prominente y el conjunto destaca por la total ausencia de líneas rectas. Es un coche vivo, orgánico. Podría seguir escribiendo sobre sus proporciones, sobre sus cortísimos voladizos, o sobre sus detalles en fibra de carbono. La realidad es que ni esta descripción ni estas humildes fotografías hacen justicia a su belleza italiana.

Si el Alfa Romeo 4C Spider no llama tu atención o hace que tu corazón lata más rápido, acude al médico con urgencia.

Es puro «Cuore Sportivo», parafraseando el lema de la marca italiana. Y si lo pintamos en el color metalizado multicapa Rosso 8C Competizione de esta unidad (3.275 euros), el resultado pone los pelos de punta. Dicen que los niños saben distinguir las cosas realmente atractivas y diferentes. Cuando un grupo de seis o siete niños pequeños corren a tu lado para ver el coche, es cuando sabes que el Alfa Romeo 4C Spider es un coche especial. Es un Ferrari a escala reducida, por imagen, por pasión, por configuración mecánica.

Por fortuna, los Alfa Romeo 4C Spider no han heredado los faros tripofóbicos del coupé, también conocidos coloquialmente como «ojos de araña». Si quieres arruinar su estética, aún los puedes encargar en opción. Es un coche relativamente personalizable, con una paleta de colores amplia y detalles curiosos, como carcasas para los retrovisores con la bandera italiana. Creo que un servidor no cambiaría ni un solo detalle de la unidad probada, a excepción de sus llantas, optando por el clásico diseño de cinco orificios.

Si te gusta la tripofobia, puedes pagar 1.700 euros para instalarle los faros del Coupé.

De su sensacional envoltorio, pasamos a un habitáculo que divide opiniones y comienza a fruncir ceños. Para empezar, si mides más de 1,80 metros, sufrirás para entrar y salir del habitáculo. Sentado a escasos centímetros del suelo, me doy de bruces con un volante de dos palos realmente gruesos. Los mandos que rodean al volante parecen sacados de un Fiat Punto del año 1998, y en la consola central una radio Alpine de un solo slot me mira con indolencia. Los controles de climatización de mi antiguo Peugeot 206 tenían mayor calidad.

Es espartano hasta decir basta, con un recubrimiento de cuero arficial para el salpicadero y asientos deportivos como únicos «lujos». Si buscas un coche lujoso y bien terminado, vete a por un Porsche 718 Boxster o un Audi TT. El Alfa Romeo 4C no se anda con paños calientes. Olvida los huecos portaobjetos – el móvil y las llaves se quedan en tus bolsillos – y olvida la guantera, es un simple bolsillo del que salen dos cables para el radio CD. Algunos plásticos son tan duros como el acero, y sus rebarbas son capaces de hacerte un buen raspón en la piel.

Un punto flaco del Alfa Romeo 4C son sus asientos deportivos, con un apoyo lateral insuficiente y un tamaño escaso.

¿Y sabes qué? Todos esos detalles dan encanto al coche. Los considero una especie de rito de iniciación, un control disuasorio para los que buscan en su coche un accesorio de moda. El Alfa Romeo 4C es una verdadera belleza, pero no le gusta el postureo. Los que se quejan de sus calidades interiores son los mismos que no saben ver una posición de conducción perfecta, con un volante casi vertical y una instrumentación digital minimalista y discreta. Los mismos que ignoran sus pedales de aluminio y la fibra expuesta de su monocasco.

Los mismos que saldrán corriendo en cuanto acciones el contacto del Alfa Romeo 4C Spider, despertando de paso a todo el vecindario.

El imperio de los sentidos

Sensaciones olvidadas, e incluso, sensaciones que nunca había experimentado. Es lo que el Alfa Romeo 4C Spider me ha hecho sentir. Jamás he conducido un coche en el que me haya sentido tan conectado a la mecánica, tan pegado al asfalto. «¿Sólo tiene 240 CV? ¿Qué pocos, no?», me han dicho en más de una ocasión, tras responder a la clásica pregunta sobre la potencia del coche. No les culpo, es una respuesta lógica si no has conducido el coche. Yo aún diría más, este coche sería igual de emocionante con 150 CV bajo el capó.

Sobre el papel, acelera en 4,5 segundos hasta los 100 km/h y alcanza los 257 km/h de punta.

Es comprensible que mucha gente piense que es un superdeportivo de 400 CV. Por diseño y configuración mecánica lo parece. Y por sonido de motor, muchos pensarían que en sus entrañas late un exótico V8 italiano. Con el escape deportivo opcional, es un coche ensordecedor. Nunca había conducido un coche de calle tan escandaloso. Al ralentí el sonido es pesado y pleno, bajo carga es como disparar una escopeta a los viandantes. La falta de aislamiento del coche contribuye a aumentar la carga sensorial de la experiencia.

Si hay algo que marca la experiencia de conducción de un Alfa Romeo 4C Spider, es la ausencia de filtros. Cada piedrecilla que rebota en los bajos del monocasco produce un estruendo. Cada grieta del asfalto es transmitida sin miramientos a los riñones, a merced de una suspensión dura como una tabla. El motor está tan cerca que escuchas perfectamente trabajar al sistema de inyección directa, y detectas el más mínimo incremento en la presión de soplado del turbo, un verdadero huracán soplando plena potencia.

El selector de modos de conducción DNA nos permite cambiar entre los cuatro modos de conducción disponibles.

La ausencia de dirección asistida es una de las claves del Alfa Romeo 4C. Una dirección muy directa, sin filtro alguno, que transmite todo lo que sucede bajo las ruedas con una precisión milimétrica. ¿Debería importante el esfuerzo extra a la hora de maniobrar a baja velocidad o aparcar? Si te importa, el Alfa Romeo 4C no es tu coche. No puedo ignorar que el coche tiene una cantidad importante de defectos, o más bien, imperfecciones. Para empezar, los viajes largos no son su tarea favorita.

Aunque sus consumos en autopista son más que razonables – se mueven entre los 6 y los 7 l/100 km – el ruido del motor, los neumáticos y el viento es ensordecedor. Con o sin la capota puesta, terminarás con dolor de cabeza tras más de 150 km a su volante. Tras una ruta de 600 km, los oídos me pitaban, me dolía la espalda y me tuve que tomar un Ibuprofeno. No tengo ni 30 años y no exagero lo más mínimo, os lo prometo. La visibilidad hacia atrás es mala y al ser un coche tan bajo, debes vigilar bordillos y rampas constantemente.

En el tráfico urbano, a pesar de todas las miradas, el Alfa Romeo 4C tampoco se siente cómodo. Rodarás evitando baches y alcantarillas, y la caja de cambios te someterá a tirones constantes. Es una caja de cambios de doble embrague, pero sus embragues no están bañados en aceite. Las transiciones entre marchas se dejan sentir, y es especialmente brusco el engranaje de la primera marcha. Como ya os contaba en el artículo «9 detalles del Alfa Romeo 4C Spider que amarás odiar», el funcionamiento de su caja de cambios es poco intuitivo.

Me dirijo a mi tramo de pruebas habitual, y decido dar rienda suelta a mis instintos. Coloco el selector de modos de conducción en Dynamic, y de pronto toda la potencia del coche pasa a estar bajo mi control. Además de actuar sobre la potencia del motor, altera los puntos de cambio en el modo automático de la caja de cambios y relaja las ayudas electrónicas a la conducción, sin llegar a desactivarlas. No actúa sobre la suspensión, pasiva, ni sobre la dirección, como es lógico. Pero el coche se transforma en una bestia muy diferente.

Gracias a su monocasco de fibra de carbono, su rigidez torsional es gigantesca.

En los modos Normal y All Weather el Alfa Romeo 4C se sentía enjaulado. Me detengo en un apartadero y quito la capota, quiero disfrutar adecuadamente de la experiencia. La capota es 100% manual, y se almacena en un pequeño maletero situado tras el motor – anulándolo de forma efectiva. Qué importa. Me lanzo de nuevo a la carretera y piso a fondo. Un pequeño huracán se desata tras mis oídos, y la aceleración del coche me hace cuestionar si de verdad tiene 240 CV, o los 400 CV que comentaba aquél empleado de la gasolinera.

La caja de cambios se vuelve mucho más rápida y fluida, y aunque no llega a la excelencia de las PDK de Porsche o las DSG del Grupo Volkswagen, cumple su función perfectamente. Cada tirón de las levas de cambio – solidarias con el volante – se traduce en un petardazo de su escape doble, y el rápido engranaje de una nueva marcha. La conducción deportiva del Alfa Romeo 4C es sumamente emocionante, pero también muy exigente. No creo que sea un deportivo para todos los públicos, y no perdona fácilmente los errores de pilotaje.

Vira completamente plano, con balanceos mínimos de carrocería. Se siente ágil como pocos.

El tren de rodaje de nuestro vehículo de pruebas de prensa está compuesto por llantas de 19 pulgadas en el eje trasero y 18 pulgadas en el delantero. En el caso de nuestra unidad, calzadas con neumáticos Pirelli P Zero de 235 mm de sección en el eje posterior y sólo 205 mm de sección en el eje delantero. Para lograr un perfecto paso por curva con el Alfa Romeo 4C Spider debes juzgar adecuadamente su velocidad de entrada. Si excedes el agarre del tren delantero, el coche te castigará con un marcado subviraje.

Un subviraje que el ESP no cortará de golpe, y que durante unos breves instantes te hará sudar. Creo que 10 mm más de neumático en el eje delantero no le irían nada mal. Si colocas bien el coche a la entrada de la curva, la redondeará con una pericia magistral, a un ritmo endiablado. Acelera más de la cuenta o antes de tiempo, y el eje trasero querrá adelantarte. Con una batalla de 2.380 mm, es un coche nervioso. En la mayor parte de los casos, el ESP llegará antes que tu contravolante, y cortará de forma agresiva el deslizamiento de la zaga.

Su conducción es una ruleta rusa emocional, que mantiene a tus sentidos en un modo de alerta máxima.

El tren trasero del Alfa Romeo 4C es muy vivo, y sus reacciones pueden llegar a ser algo imprevisibles. La explosividad del motor tampoco permite predecir al 100% la entrega de potencia. Estos deslizamientos repentinos, y la absoluta clarividencia de su dirección, convierten su conducción en una ruleta rusa emocional. Una experiencia que mantiene tus sentidos en alerta máxima, mezclando la satisfacción más absoluta con momentos de temor e incertidumbre. Es absolutamente maravilloso.

Ninguna objeción a su equipo Brembo de frenos: no hace falta una enorme sobredimensión para una tonelada de peso. Como os contaba en un vídeo ede Instagram, existe un cuarto modo de conducción en el Alfa Romeo 4C. Un modo llamado «Alfa Romeo Race», que suma a la virulencia del Dynamic una completa desactivación de las ayudas electrónicas a la conducción. No recomiendo usarlo en carreteras públicas, sólo en circuito. Es en circuito donde de verdad se pueden sacar a relucir las verdaderas capacidades del Alfa Romeo 4C Spider.

En una industria que produce coches que nos aíslan de la conducción pura, el Alfa Romeo 4C es el Mesías de los petrolhead.

Es un coche que exige tu máxima concentración y buenas manos para ir rápido. Insisto en palabras como «sensación» o «emoción», porque son los conceptos que el 4C destila. Mis compañeros David Villarreal y David Clavero también pudieron conducirlo en un tramo revirado, y todos llegamos a la misma conclusión: el Alfa Romeo 4C puede llegar a ser abrumador. Vivimos en un tiempo de sensaciones filtradas. Todos los coches actuales están cargados de aislamientos, de filtros, de asistentes electrónicos al pilotaje.

El Alfa Romeo 4C se ríe en la cara de esos coches, espetándoles en su cara un carácter visceral. Es el James Dean de los deportivos, rebelde, atípico, nervioso. Magnético. Es un coche que todo aficionado al motor debería conducir alguna vez en la vida. Su mera existencia es un triunfo hoy en día.

No es rival de un Porsche 718 Boxster

Se comenta hasta la saciedad. «Un Porsche 718 Boxster es mejor coche». «Sin equipamiento y aislamientos un Porsche Cayman se lo comería con patatas». «El Porsche está mucho más equipado y tiene buenas calidades». La realidad es que nos podemos empeñar en comparar al alemán con este italiano, pero son coches completamente diferentes. Y el tipo de cliente de ambos coches, nada tiene que ver entre sí. Absolutamente nada. Por filosofía, el Alfa Romeo 4C Spider está mucho más cerca de un Lotus Exige que de un Porsche 718 Boxster.

No es posible comparar al Porsche 718 Boxster con el Alfa Romeo 4C. Nada tienen que ver.

He tenido la suerte de conducir ambos coches, y he de decir que el Porsche es un deportivo maravilloso. Es extremadamente eficaz, está muy bien puesto a punto y es benévolo con los errores de pilotaje. Tiene muchísimo equipamiento y es perfectamente utilizable en el día a día. Como coche, le da mil vueltas al Alfa Romeo 4C Spider, a un precio que en su versión de acceso, es inferior. Además, está más equipado. Pero el Porsche no llega al nivel de lujuria y pecado que el Alfa Romeo 4C te puede dar.

El Porsche es una máquina de precisión, una herramienta perfectamente ajustada. El Alfa Romeo 4C tiene muchas imperfecciones, y desde el punto de vista racional, es una terrible compra. Arranca en 79.550 euros, y además de tener poco equipamiento, tiene unos acabados interiores pobres y es extremadamente incómodo. Son esas maravillosas imperfecciones las que contribuyen a ese «Cuore Sportivo» que nos ha enamorado sin remedio, las que le dan tantísima personalidad. Es maravillosamente imperfecto, como la vida misma.

Piensa en el amor. ¿Qué prefieres? Una pareja sensata, segura y con un buen trabajo, ¿o una pareja con un punto de locura, temperamental, pero rebosante de pasión? Yo lo tengo muy claro.

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