El motor rotativo fue una de las señas de identidad de Mazda que acabó siendo liquidada, entre otras cosas, por unas normativas de emisiones demasiado estrictas. Hace poco, el SUV eléctrico MX-30 de la firma nipona recuperó un pequeño propulsor de este tipo que, a diferencia de lo que ocurría hace décadas, sólo se encarga de la generación de energía eléctrica para recargar una batería que alimenta un motor eléctrico encargado de la impulsión. Con todo, los de Hiroshima nunca abandonaron la idea de volver a fabricar un coche deportivo con un Wankel (sin pistones).
Afortunadamente, ese proyecto que lleva meditándose tantos años parece que toma forma y se acerca a su materialización con base en una patente de desarrollo que la marca japonesa ha registrado con éxito en Estados Unidos. En esencia, se trata de una serie de esquemas en los que se muestra la silueta de un coupé biplaza en cuyo interior hay varios motores, siendo uno de ellos rotativo de combustión y el resto eléctricos. Igualmente hay un sistema de pila con doble voltaje que podría ahorrar peso al tiempo que permite una alta potencia de salida.
Una vuelta a los Wankel condicionada por la ecología: más allá del sufrido marketing
En vista de esta especie de filtraciones, es previsible que Mazda use un motor rotativo a modo de impulsor en su futuro deportivo, alejándose de lo que ya ha puesto en práctica con su MX-30 R-EV. De confirmarse lo que se deduce de sus planos, el fabricante asiático usará el Wankel no sólo como un reclamo o un elemento mercadotécnico, sino también como una tecnología de propulsión directa, pues lo que vería la luz sería un automóvil híbrido y no un eléctrico de autonomía extendida.
De llegar a término, estos bocetos y sus descripciones sugieren un turismo con tres motores eléctricos, todos sitos en la parte anterior del coche: uno principal y síncrono de imanes permanentes, equipado en posición central, y dos más de inducción ubicados en cada una de las ruedas delanteras y encargados de su motricidad. La potencia combinada de los mismos sería de 83 CV, a los que se habría que sumar las prestaciones que fuese capaz de ofrecer el rotativo térmico sobre el eje trasero. En efecto, sería un vehículo con tracción integral.
El concepto en el que trabaja Mazda lleva a pensar en un producto ligero a pesar de tener instalada una batería, la cual trabajaría a 48 o 96 V en función de la demanda de rendimiento. No se requeriría mucha capacidad de almacenamiento energético, ya que esta se recargaría constantemente gracias al Wankel y sin necesidad de enchufes (fuentes externas). Esta pila se colocaría justo detrás de la cabina para optimizar el reparto de masas y su diseño ahorraría peso y costes a la vez que mejora la seguridad durante el montaje y el mantenimiento. Toda una genialidad en caso de realizarse.
El modelo que tome cuerpo con este sistema, ¿se llamará RX-9 o será el próximo MX-5?
Es sabido que la futura generación del MX-5, popularmente conocido como Miata, será híbrida. Esto invita a sospechar que podría tratarse del coche que finalmente instale este conjunto de innovaciones. Sin embargo, de no ser radicalmente distinto en términos de volumen, es muy complicado colocar todos esos componentes en un automóvil con un tamaño tan reducido. Por ello, resultaría más factible crear un deportivo de mayores dimensiones basado en el prototipo RX-Vision, cuyo nombre definitivo fuese RX-9 para continuar con el «linaje» que Mazda abandonó en 2012.
